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Alonso García Ramón nació en la ciudad de Cuenca el año 1552 y murió en Concepción en 1610. Inició su carrera militar a los 16 años, combatiendo a los moriscos sublevados en Granada; además, sirvió en Italia, Sicilia y Flandes.

Participó en la batallas de Lepanto y Navarino. También estuvo en África y prestó servicios bajo el mando de Alejandro Farnesio; tuvo una activa participación en otras famosas contiendas, como el asalto a la ciudad de Sichen, a Burgonote y el ataque a Mastrique, donde fue herido.

Llegó a Chile en 1583 acompañando al Gobernador Alonso de Sotomayor, quien lo envió a Lima en busca de auxilios. Iniciado el gobierno de Martín García Óñez de Loyola, regresó al Perú, donde fue recompensado con importantes cargos, como el de corregidor de Arica y de Potosí, y maestre de campo.

Hombre de confianza del Virrey Luis de Velasco, asesoró a este en temas de guerra; él mismo Virrey lo nombró Gobernador interino de Chile, cargo que ejerció entre 1600 y 1601. Luego se le designó en propiedad, desempeñándose como tal entre 1605 y 1610. Reemplazado por Alonso de Ribera Tras ser nombrado Gobernador interino de Chile por el Virrey Luis de Velasco, Alonso García Ramón llegó a Chile a fines de julio de 1600.

Inmediatamente se puso al tanto de la situación del Reino e inició la preparación de una campaña; sin embargo, estos preparativos no se concretaron, pues al poco tiempo arribó el nuevo Gobernador designado pr el Rey, Alonso de Ribera. Este mandatario solicitó a su antecesor que presentara un informe sobre las providencias que se habían tomado respecto de la guerra. Las opiniones vertidas por García Ramón no coincidieron con los planes de Ribera, por lo que el primero optó por solicitar permiso para retornar al Perú.

Gobernador en propiedad

El segundo nombramiento de García Ramón como Gobernador de Chile se concretó el 21 de enero de 1605, por orden del recién llegado Virrey del Perú, Gaspar de Acevedo y Zúñiga, conde de Monterrey.

García Ramón zarpó hacia Chile en febrero siguiente, con la orden de suprimir el servicio personal de los indígenas y de hacerse acompañar por el padre Luis de Valdivia, encargado de hacer efectiva esa reforma. Tras arribar a Concepción, el nuevo Gobernador hizo público su nombramiento y la disposición virreinal relativa a las encomiendas. Convocó a los naturales a una asamblea donde les informó de tal decisión, creyendo que con ello se podría poner fin a las hostilidades. Lo mismo hizo en su recorrido por los fuertes de Paicaví, Lebu y Arauco, parlamentos en los que generalmente lo acompañó el Padre Valdivia.

Campañas militares: los españoles cautivos

A pesar de los intentos de paz, las guerra con los indígenas se reinició. El 6 de noviembre de 1605 llegaron a Santiago 952 soldados, del total de mil que Felipe III había enviado a estos territorios. Era el mayor contingente nunca antes conseguido por las peticiones de los gobernadores, a lo cual se sumó el del Real Situado asignado a Chile para el pago y sostenimiento de las tropas.

Las campañas comenzaron a fines de 1605. El 15 de enero del año siguiente García Ramón contaba con 1.200 hombres, número bastante alto para la época, sin embargo, aun así esto resultó insuficiente. Entre los proyectos del Gobernador figuraba el rescate de más de 200 españoles: hombres, mujeres y niños cautivos de los mapuche. A pesar de los esfuerzos realizados, el intento de rescatarlos o cambiarlos por regalos resultó infructuoso.

El Desastre de Boroa

Las siguientes campañas del Gobernador demostraron la falta de progreso en la pacificación que García creía avanzada. En septiembre de 1606, la guarnición de Boroa, que estaba al mando del capitán Juan Rodulfo Lisperguer, sufrió una de las más grandes derrotas de los españoles hasta ese momento. Murieron más de 140 soldados, entre ellos el mismo Lisperguer.

García Ramón, quien estaba en Concepción, se dirigió a aquel fuerte (noviembre de 1606) y sólo encontró a 94 personas, por lo que decidió despoblarlo. Durante el resto de su mandato, García Ramón mantuvo las hostilidades, incluso frente a los aparentes ofrecimientos de paz hechos por los indígenas.

La esclavitud indígena

Durante el gobierno de Alonso García Ramón, el Rey Felipe III adoptó dos importantes decisiones. La primera fue la autorización para esclavizar a todo indígena que fuera sorprendido con armas, lo que fue comunicado por Real Cédula del 26 de mayo de 1608. Con ello, se empezó a producir el fenómeno de las malocas, es decir, violentas irrupciones de los españoles en el territorio de los indígenas a los que hostilizaban obligándolos a defenderse y, una vez que estos tomaban sus armas, los capturaban y esclavizaban. La segunda determinación relevante del soberano, fue la instalación de la Real Audiencia, el 8 de septiembre de 1609, después de la llegada de los oidores desde Lima el 24 de abril de ese año.

Muerte y figura

La última campaña de García Ramón terminó por empeorar su salud. Llegó a Concepción a fines de mayo, y el 19 de julio de 1610, haciendo uso del derecho que le otorgara el Rey, designó a su sucesor, el doctor Luis Merlo de la Fuente, oidor de la Real Audiencia de Santiago. El mismo Merlo escribiría después a Felipe III informándole que: «A los 5 de agosto de 1610, fue Nuestro Señor servido de llevar para sí a uno de los mayores e mejores criados y de más buena intención que V.M. tenía en su servicio, Alonso García Ramón, presidente, Gobernador y Capitán General de la Real Audiencia y provincias de Chile.»


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