Skip to main content

Jíbaro, pueblo amerindio formado por unas 40 tribus que vive en la región amazónica del este de Ecuador y las zonas limítrofes del norte de Perú, en las laderas bajas orientales de la cordillera de los Andes, en los valles de los ríos Marañón, Santiago y Pastaza superior. Los jíbaros, que se dan a sí mismos el nombre de ‘shuar’, están divididos en cuatro grandes grupos y, al parecer, constituyen una rama lingüística independiente.

Los jíbaros, pueblo muy belicoso, permanecieron totalmente independientes durante siglos, al rechazar con éxito los intentos de los incas por someterlos durante el periodo prehispánico y malograr los esfuerzos de los misioneros españoles a lo largo del siglo XVI para colonizarlos y convertirlos al cristianismo. Hasta muy entrada la era moderna continuaron resistiéndose a modificar su estilo de vida.

Los jíbaros eran expertos guerreros, muy hábiles y astutos, que utilizaban cerbatanas, arcos y flechas, lanzas y escudos durante los combates entre tribus o grupos locales. Una de sus costumbres, observadas por los antropólogos, consistía en reducir y enterrar las cabezas de los enemigos abatidos en combate, puesto que creían que así evitaban el retorno de los espíritus vengativos de sus víctimas: las cabezas o txantxas quedaban reducidas a un tercio de su tamaño original mediante un proceso que consistía en extraer la materia blanda y los huesos, cocer la piel y rellenarla con arena y piedra para su posterior moldeo y decoración; el proceso duraba unas 20 horas.

Hoy, los jíbaros, muy aculturados, viven en casas redondas de madera llamadas jibarías hechas de hojas lianas y troncos; cada una de ellas alberga a un amplio grupo familiar compuesto por unas 40 personas. Como pueblo agrícola, cultivan maíz, tapioca, frijol, plátano y algodón, fibra con la que fabrican su propia vestimenta. Además, crían cerdos y llamas y los hombres se dedican exclusivamente a la caza y la pesca. No tienen una organización política formal y practican la poligamia. Actualmente cuentan con una población de unos 20.000 individuos.

La leyenda

Los indios  jíbaros tenían la desagradable costumbre de reducir al tamaño de una mandarina las cabezas de los enemigos muertos en combate. En una pomposa ceremonia, dirigida por el hechicero, la cabeza reducida o tsantsa pasaba a ser un trofeo, un fetiche de buena suerte para el guerrero que había derrotado a su adversario.
Según cuenta la leyenda, todo aquel que tiene en su poder una tsantsa adquiere poderes sobrenaturales, y está a salvo de los espíritus malignos.
El proceso completo de la reducción aún es un misterio para la ciencia. Después de haber pelado la cabeza recién degollada, los indios la introducían, condimentada con extraños brebajes, en un caldero con agua hirviendo. Tras la cocción, los jíbaros extraían el contenido de la calavera y, una vez limpia, era cubierta con una mezcla de tierras y rodeada con piedras calientes. Pasado un tiempo, la desenterraban y aparecía una versión reducida de la faz del guerrero del tamaño de un puño, sin alterarse su fisonomía.
Parece ser, que el secreto de esta práctica estaba en la composición de las pócimas que los chamanes jíbaros guardaron celosamente.


Warning: Invalid argument supplied for foreach() in /www/wwwroot/www.icarito.cl/wp-content/themes/icarito-v1/template-parts/content-relacionadas.php on line 13