La cultura azteca, al igual que los mayas, desarrolló un calendario basado y perfeccionado del inventado por los olmeca (heredado por mayas, zapoteca, entre otros pueblos).
Los aztecas tenían dos calendarios, uno era el civil o solar de 365 días y el otro, el místico o adivinatorio de 260 días (Tonalpahualli).
La cultura azteca y su pasado
Los aztecas, a diferencia de las demás civilizaciones de Mesoamérica, iniciaron algo tarde su ascenso cultural, probablemente hacia el año 1325 ad. de C., cuando se establecieron en el Lago de Texcoco, en el cual iniciaron la construcción de la ciudad de Tenochtitlán, hoy llamada Ciudad de México.
La cultura azteca estaba marcada por su pasado como tribu guerrera y nómada de cazadores y recolectores, proveniente de la región semiárida del norte de México. En los siglos siguientes y hasta la llegada de los españoles, dominaron a los pueblos vecinos y construyeron un vasto imperio.
Los Aztecas eran agricultores que distribuyeron la ciudad de Tenochtitlán en 20 clanes o calpullis que agrupaban a las familias en los 4 barrios de la ciudad.
Cada capulli era relativamente autónomo de los otros, tenía sus propios símbolos sagrados, fiestas y tierras exclusivas para la producción, con las que cubría los gastos del templo.
También tenía tierras para cubrir los gastos del palacio y de los sacerdotes, tierras de los jueces, tierras para los gastos de guerras, y las tierras privadas de los «nobles» y hombres ilustres, arrebatadas a los pueblos conquistados.
Vida social azteca
Los aztecas fueron los que tuvieron una marcada estratificación social piramidal. En la cúspide se encontraban los señores «nobles» e ilustres junto con los sacerdotes, seguidos de los guerreros y los mercaderes.
En la base de la pirámide social se encontraban los labradores que usufructuaban la tierra en forma comunal, y los esclavos por deuda, como pena impuesta por un delito o por haber sido prisionero de guerra.
¿Cuál era la creencia religiosa de los aztecas? Los aztecas provocaban las llamadas guerras floridas, para lograr prisioneros de guerra que eran ofrecidos a los dioses, creyendo que la sangre de los sacrificios daban fuerza al Sol, para seguir su camino en la noche y aparecer de nuevo en el horizonte.