Nosotros vemos siempre el mismo lado de la Luna desde todas partes del planeta. Esto quiere decir que su período de rotación es igual a su periodo orbital, lo que a su vez quiere decir que el tiempo que demora para girar sobre sí misma es exactamente igual al tiempo que tarda para dar una vuelta a la Tierra.
Una consecuencia de ver siempre el mismo «lado» de la Luna es que nunca vemos su otra cara, ésa que es llamada por algunos «el lado oscuro de la Luna», que permaneció oculta y misteriosa a la humanidad hasta que fue finalmente fotografiada en 1959 por la sonda soviética Lunik 3, en un hecho histórico que infelizmente ha quedado en el olvido. Al contrario de lo que puede parecer, el «lado oscuro» no es realmente oscuro, por lo menos no más que el otro lado.
La observación de la Luna
Observar la luna no es difícil, ya que es el cuerpo astronómico más cercano a la Tierra. Con un pequeño telescopio o unos buenos prismáticos, y una base de apoyo (un trípode, por ejemplo) se pueden apreciar muchos detalles, inimaginables en la observación de cualquier otro cuerpo del Sistema Solar.
Cuando la Luna comienza su período creciente (dura alrededor de 13 días al mes), podemos aprovechar para observar detalles sobresalientes de su superficie. Las luces y sombras que se producen muestran los diferentes accidentes que tiene y señala la profundidad de los cráteres y la altura de las montañas.