Las formas de reproducción varían según la especie de la que se trate; pero hay dos grandes tipos: reproducción asexual y reproducción sexual.
La reproducción asexual o asexuada es aquella que requiere un solo individuo o progenitor para procrear. Este se divide para formar dos o más descendientes, cuyos caracteres hereditarios son idénticos a los del padre.
Es propia de los microorganismos, plantas y animales de organización simple.
Entre los organismos unicelulares, el método más generalizado de reproducción asexual es la fisión, en que el individuo se divide en dos partes prácticamente iguales.
Cada una de estas crece hasta alcanzar el tamaño normal. Concluida la multiplicación, puede repetirse el proceso. Bajo condiciones ideales, las bacterias pueden reproducirse por fisión cada veinte o treinta minutos.
En general, la mayoría de los protozoos se reproduce de esta manera.
Otras formas de reproducción asexual son: la gemación, la reproducción vegetativa, por formación de esporas o por fragmentación.
El único problema de este tipo de reproducción es que, como la descendencia es idéntica, si el progenitor tiene alguna deficiencia o defecto, este será heredado.
Reproducción sexual
La reproducción sexual necesita dos progenitores de distinto sexo, cada uno de los cuales contribuye con células sexuales o gametos, los que se unen para formar el cigoto o huevo fecundado. En las hembras, el gameto recibe el nombre de óvulo, y en el macho, espermatozoide.
A diferencia de la asexual, en este tipo de reproducción los descendientes son únicos o singulares, debido a que su combinación genética es irrepetible.
De hecho, cada cigoto es una nueva mezcla de la carga genética de sus progenitores.
La fecundación o fertilización, que es la unión del espermatozoide con el óvulo, se puede producir de manera externa o interna.
La primera se da en la mayoría de los animales acuáticos, que liberan sus células sexuales en el agua que los circunda, por lo que la fecundación se produce fuera del cuerpo de los padres.
La fertilización interna es aquella que se produce al interior del cuerpo de un ser vivo, después de que el macho inyecta en la hembra sus espermatozoides. Para esto, cada especie busca su pareja y se aparea.
Caso aparte son los seres hermafroditas, que son aquellos individuos que poseen los órganos genitales de ambos sexos, como ocurre con un gran número de plantas y algunos animales, como la lombriz de tierra o el caracol.
¿Y los seres humanos?
Los seres humanos se reproducen en pareja, es decir, sexualmente, y mediante fertilización interna.
Al igual que el resto de los animales, los nuevos organismos resultan de la unión del óvulo y un espermatozoide en el interior del cuerpo materno. Específicamente en las trompas de Falopio.
La pequeña célula huevo o cigoto así formada se va multiplicando incluso después de adherirse a la pared del útero.
Ahí crece, alimentándose a través del cordón umbilical. Nueve meses después de la fecundación, el nuevo ser está preparado para nacer.