Neurobiólogos estadounidenses están proporcionando la primera evidencia de que el aprendizaje promueve la salud del cerebro – y, por tanto, la estimulación mental podría limitar los efectos debilitantes del envejecimiento sobre la memoria y la mente, según informa Science Daily.
Usando una técnica de visualización que se concibió para estudiar la memoria, un equipo de investigación dirigido por Lulu Chen y Christine Gall encontró que las formas cotidianas de aprendizaje ayudan a mantener las células del cerebro funcionando a niveles óptimos, en la medida que animan los receptores de la neurona.
Estos receptores son activados por una proteína del cerebro llamada factor neurotrófico derivado, lo que facilita el crecimiento y la diferenciación de las conexiones, o sinapsis, responsable de la comunicación entre las neuronas.
«Los resultados confirman una relación crítica entre el aprendizaje y el crecimiento del cerebro y apuntan a formas en que podemos ampliar esa relación a través de posibles futuros tratamientos», dice Chen, un investigador de posgrado de anatomía y neurobiología.
Además de descubrir que la actividad cerebral pone en marcha una «señalización» de los lugares donde las neuronas podrían desarrollar sinapsis, los investigadores determinaron que este proceso está vinculado al aprendizaje de los ritmos cerebrales llamados ritmos theta, vitales para la codificación de nuevos recuerdos.
Los ritmos Theta se producen en las neuronas del hipocampo e implican numerosos disparos de forma sincrónica. Estos ritmos han sido asociados con la potenciación a largo plazo, un mecanismo celular subyacente de aprendizaje y la memoria.
Los investigadores ahora están explorando si el aprendizaje inducido por las señales de crecimiento disminuye con la edad y, de ser así, si esto se puede revertir con una nueva familia de fármacos experimentales.