Las monarquías centralizadas surgieron entre los siglos XIV y XV cuando los reyes aprovecharon la crisis que vivía el feudalismo para retormar el poder que habían perdido durante la Edad Media.
En estos años los reyes negociaron con los señores feudales que transaron sus derechos individuales sobre sus feudos a cambio de obtener ciertos privilegios.
Durante estas disputas los reyes establecieron distintas alizanzas políticas con la burguesía y el Papado.
En España los Reyes Católicos contaron con el apoyo del Papa y de la burguesía para realizar la Guerra de la Reconquista y así expulsar definitivamente a los musulmanes del territorio peninsular.
En Inglaterra el rey Enrique VII sometió a la nobleza luego de la guerra civil "De las Dos Rosas".
En Francia la monarquía se impuso luego del fin de la Guerra de los Cien Años en la que los ingleses fueron expulsados de su territorio.
Elementos y funciones
Las monarquías centralizadas contaron con una serie de elementos que hicieron posible la mantención del poder del rey. El más importante de estos fue la creación de un ejército permanente que permitió resguardar los territorios y mantener el orden.
Entre las funciones de la monarquía se encontraban: administración de justicia, recaudación de impuestos y la mantención del sistema de aduanas y control comercial.
Finalmente los reyes establecieron una legislaicón común en todos sus territorios y un idioma oficial.