Todo lo que nos rodea está formado por asociaciones microscópicas denominadas moléculas. Estas a su vez están integradas por átomos. Su hallazgo, sin embargo, no es reciente y las teorías en torno a su composición dan cuenta de discusiones en torno al átomo en la antigüedad.
Aunque puede haber muchísimas moléculas diferentes, solo se han detectado algo más que 100 átomos distintos.
El núcleo o centro del átomo está formado por dos partículas: los protones, que tienen una carga eléctrica positiva, y los neutrones, que no tienen carga eléctrica.
Alrededor del núcleo girando a gran velocidad, se encuentran los electrones, que tienen una carga eléctrica negativa (ver figura 1).
El átomo en la antigüedad
Las primeras teorías sobre la constitución de la materia nacieron de la Grecia clásica, entre los siglos VI y IV a.C. Los responsables de estas primeras teorías fueron los filósofos Tales, Heráclito, Anaxímenes, Empédocles y Aristóteles.
Estos filósofos tuvieron un factor común al desarrollar una doctrina basada en los cuatro elementos de la naturaleza: tierra, agua, aire y fuego. Bajo ese contexto, consideraron la base de otras cuatro propiedades fundamentales, como lo fue el frío, calor, humedad y sequedad.
Estos filósofos no fueron los únicos en analizar la materia y sus componentes. También lo hicieron Demócrito y Leucipo, quienes postularon que cualquier trozo de materia, por pequeño que sea, puede dividirse en trozos aún más pequeños hasta que ya no sea posible seguir dividiéndolos.
Fue esa pequeña partícula, la que recibió el nombre de átomo, que en griego significa «indivisible». El análisis realizado por estos pensadores se denominó «atomismo».