Un cambio de casa, la separación de los padres o la disconformidad con el colegio, pueden ser gatillantes para que los apoderados tomen la decisión de cambiar a los niños a otro establecimiento. Cualquiera sea la causa, el traslado tiene un efecto importante, muchas veces no dimensionado por los padres y que afecta no sólo el ánimo de los niños, sino también su rendimiento académico.
Un estudio de la U. de Chicago, que analizó a más de 1.300 escolares de esa ciudad, encontró que los alumnos que se movieron de colegio experimentaron una baja de hasta un 11% en matemáticas respecto de sus compañeros de origen. La brecha se observó inmediatamente después del cambio y llegó a 25%, un año después, pero se recuperó en los años siguientes.
Sin embargo, cuando los traslados eran frecuentes, los escolares, después de seis años, tenían un nivel de rendimiento cercano a los alumnos más vulnerables que al de los estudiantes de su nivel socioeconómico.
La incertidumbre
En Chile, la tasa de movilidad escolar llega al 11,5% en enseñanza básica, el doble de países desarrollados, como Bélgica e Inglaterra, donde alcanza al 6%. En cuarto básico, el 27% de los niños chilenos se ha trasladado, según encontró un estudio del académico del Departamento de Teoría y Políticas Educativas de la UC, Guillermo Zamora, en base a los datos del Simce. Y la mayoría lo ha hecho a colegios de peor Simce, lo que empeora el problema (ver recuadro).
Los estudiantes trasladados no sólo tienen que aprender nuevas rutinas y estilos escolares, también pierden habilidades grupales o de clase (como el preguntar) y el capital social. Esto es, la red de relaciones entre padres, amigos y demás miembros de la comunidad, la participación en actividades extracurriculares y los contactos con los otros apoderados. Todos estos factores son determinantes en el rendimiento escolar. Un estudio de la U. de Wester Washington, por ejemplo, encontró que, a mayor cantidad de traslados, más baja es la participación en clases.
«Los cambios de escuela son cambios de escenario totales. Los lazos anteriores se rompen para generar nuevos y las rutinas son diferentes, por lo que los niños deben invertir tiempo en acostumbrarse», dice Lorena Medina, doctora en Sicología del Aprendizaje de la Facultad de Educación de la UC. De allí que la atención del alumno, que antes se volcaba a aprender, esté puesta en adaptarse al nuevo escenario.
El cuándo se produce el traslado también importa. Un estudio inglés demostró que el efecto es mayor en la secundaria que en primaria. Esto ya que en la adolescencia la pertenencia a un grupo es crucial para el desarrollo de la identidad y los grupos son más cerrados.
Otras etapas difíciles son el paso de cuarto a quinto básico, que es cuando los menores están consolidando sus relaciones sociales; y de kínder a primero básico, cuando los niños tienen que enfrentar el paso de las rutinas lúdicas a las calificaciones.
Pero el traslado también afecta a los nuevos compañeros. Según el estudio de la U. de Chicago, las escuelas con altos índices de movilidad tenían, en quinto año, un nivel de énfasis en los contenidos equivalente a uno de cuarto grado, en comparación con los colegios estables.
La razón: los profesores deben invertir tiempo en nivelar a los nuevos alumnos y se afecta la planificación a largo plazo.
Cómo reducir los problemas
El tiempo que demore un niño en adaptarse puede ser disminuido por los padres. «Si no, los problemas de rendimiento se pueden convertir en conductuales», explica Verónica Garcés, directora de psicopedagogía de la U. Andrés Bello.
1. Explicar las causas del traslado
Independiente de la edad del niño, los papás tienen que conversar con él sobre las causas del cambio. De lo contrario, se puede generar más incertidumbre en el niño.
2. Los padres deben ser participativos
Ir a todas las reuniones de apoderados, paseos y, ojalá, asumir una responsabilidad en la directiva del curso. Esto favorece la inserción del niño en el colegio.
3. Aceptar las invitaciones
Si al niño lo invitan a la casa de un compañero o a un cumpleaños, hay que llevarlo. Los papás también deben motivar a sus hijos para que inviten amigos.
4. Apoyo académico
Los profesores del colegio debieran brindar especial apoyo a los alumnos nuevos. Su inserción dependerá, en gran medida, del apoyo de los profesores y nuevos compañeros.
Los peores colegios del Simce
Según un estudio del académico de la Facultad de Educación de la UC, Guillermo Zamora, el 41% de los alumnos que se cambia de colegio lo hace a un establecimiento con menor desempeño en el Simce, en relación al puntaje obtenido por los escolares de su mismo nivel socioeconómico. El 32% lo hace a uno de puntaje más alto.
«Esto demuestra que los padres no están tomando las mejores decisiones, o quizás no las pueden tomar. Es recomendable que intenten cambiar lo que les molesta del colegio, antes de cambiar al niño», indica Zamora.
El Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación de la U. Alberto Hurtado realizó un estudio entre apoderados de escuelas con bajo Simce histórico y que a menos de un kilómetro tienen otro colegio mejor. Los papás sabían que la escuela de su hijo era de las peores, pero no querían cambiar a los niños. «El dueño del colegio gana si tiene más alumnos y como las escuelas de baja calidad Simce no pierden alumnos, no mejoran la educación», explica Javier Corvalán. Así, las malas escuelas se mantienen en el sistema.