La economía mapuche está convertida hoy en una economía de subsistencia. La agricultura es la principal actividad junto al trabajo asalariado.
Pasaron ya para ellos las épocas de las grandes praderas ganaderas que les permitían vivir holgadamente. Según uno de los primeros estudios enfocados en la economía mapuche, en 1981, en Cautín, cada familia mapuche poseía en promedio 8,4 hectáreas.
Aunque a los habitantes urbanos esta cifra puede parecerles más que suficiente, no lo es si se considera el bajo rendimiento agrícola de los suelos de la zona.
Los estudios técnicos señalan que en dicha provincia un campesino no puede trabajar una extensión menor a las 50 hectáreas para vivir con dignidad.
Esta situación ha sido determinante para incentivar la permanente emigración, que es otro de los factores de desculturización de este pueblo.
En el mismo estudio de 1981 que midió la economía mapuche, reveló que un 67% de los miembros de este pueblo originario dejaban sus tierras para viajar a una ciudad urbana en busca de trabajo. Un 9,6% de ellos lo hacía viajando a la ciudad de Temuco.
A causa de este viaje, la ocupación principal de estos ciudadanos se basaba en el trabajo en la industria panificadora, la construcción y el servicio doméstico.
Impacto en la economía mapuche
Desde la llegada de los españoles los ritos mapuche fueron cambiando poco a poco, aunque en lo fundamental la concepción del mundo se ha mantenido.
El lugar de privilegio en el wenu mapu, lo ocupa Chau Dios, creador o dueño de los hombres y de la tierra. Se asimila así la religión cristiana, aunque en los cantos y plegarias de la machi se siguen invocando las dualidades del dios antiguo.
La influencia foránea ha producido múltiples confusiones en las creencias actuales, incluyendo la economía mapuche. Así, por ejemplo, existen mapuche que consideran al pillán como una deidad y otros que lo hacen como un demonio.
Algunos investigadores piensan que esta última concepción se debe a la influencia de misioneros que asociaron al espíritu de las montañas, que en esas latitudes son preferencialmente volcánicas, con la destrucción y el fuego.
Anteriormente, los espíritus del mal nagmapu, estaban bajo la tierra. Allí tenían su morada seres y animales monstruosos y sanguinarios, los cuales se asociaban con el color negro, y con el Norte, de donde provienen los vientos que arruinan las cosechas
El Oeste, punto por el cual se esconde el sol, es el lugar de residencia de los muertos, por lo que también infunde temor y recelos.
Muchos otros son los seres que pueblan la religión mapuche y conforman una verdadera mitología. Está el witranalwe, que, personificado en un hombre alto y delgado, presagia desgracias.
El Anchimallén, el espíritu intranquilo de una joven que, invocado por una bruja, se convierte en su aliada.
El hakin, que con su llanto infantil atrae a los viajeros hacia los pantanos, y el chon chon, cabeza de bruja con alas, que espanta a las personas.