Quien quiera educar niños activos sin sobrepeso ni problemas escolares debería alejarlos de la televisión, sobre todo en los primeros años de vida, según un estudio a largo plazo en Quebec, Canadá, que muestra que demasiado consumo de televisión en edades tempranas deja huellas duraderas.
Los niños que pasaban más de dos horas por día frente a la pantalla, tenían a los diez años muy poca movilidad, eran más pasivos en clase, padecían dificultades especialmente en matemática y eran más gordos. El estudio aparece en la publicación especializada estadounidense Archives of Pediatric & Adolescent Medicine.
«La primera niñez es un tiempo decisivo para el desarrollo del cerebro y el surgimiento de la conducta», explicó la autora responsable, Linda S. Pagani, profesora de la Universidad de Montreal.
Junto a colegas del centro de investigación de la clínica universitaria Sainte Justine así como de la universidad estadounidense de Michigan, Pagani siguió el desarrollo de 1.314 niños que participaron en la investigación de largo plazo en Quebec. Para ello se valieron de los diarios personales de los padres acerca del consumo televisivo de sus hijos entre los 29 y los 53 meses de vida (dos años y medio a cuatro años y medio).
Cuando los niños alcanzaron los 10 años, los investigadores pidieron a sus maestros un informe sobre su comportamiento y rendimiento en la escuela. Los alumnos que entre los dos y los cuatro año veían más de dos horas de televisión por día, participaban en clase un 7 por ciento menos en promedio y estaban retrasados en matemáticas en comparación con sus compañeros.
En particular llamó la atención que los niños que miraban mucha televisión tenían más problemas con sus compañeros y eran con más frecuencia burlados, rechazados e incluso agredidos. En los fines de semana eran 13 por ciento menos activos y realizaban en total un nueve por ciento menos deporte. Además se alimentaban un 10 por ciento más entre las comidas y pesaban, ya a los 10 años, un cinco por ciento más.