Datos biográficos
Este monarca de Prusia también recibió el apodo de «Federico el Grande». Además, se le conoció como el «rey filósofo». Nació en Berlín en 1712, hijo de Federico Guillermo I y nieto de Jorge I, elector de Hannover y rey de Gran Bretaña. Miembro de la dinastía Hohenzollern. Federico II fue educado bajo la estricta disciplina militar, aunque prefería estudiar letras, filosofía y disfrutaba de la música (ver recuadro).
Sucedió a su padre en el trono, en 1740. Continuó las reformas hechas por este, tendientes a centralizar y fortalecer el Estado prusiano. Sus campañas militares resultaron muy exitosas, ya que significaron importantes anexiones territoriales a Prusia. Su ejército de 180 mil efectivos llegó a ser el más poderoso de Europa.
Murió en Potsdam, el 17 de agosto de 1786, dejando una coalición de príncipes alemanes bajo la dirección de Prusia, que más tarde se convirtió en el Imperio Alemán.
Crecimiento y consolidación
Tras la guerra de Sucesión de Austria (1740-1748), Prusia obtuvo la provincia fronteriza de Silesia. Este hecho ocasionó la guerra de los Siete Años (1756-1763), en la que Prusia se alió con Inglaterra y se enfrentó con Francia, Rusia, Suecia y Austria. Pese a la superioridad numérica del enemigo, Prusia triunfó y aunque mantuvo su territorio, ganó preponderancia en Alemania como una gran potencia militar. Federico II generó una política de alianzas con otros monarcas europeos. De su pacto con Catalina II de Rusia obtuvo la Prusia polaca, además de Gdansk y Thorn. Esto le permitió unir las regiones de Brandenburgo y Pomerania. En los años siguientes se dedicó a consolidar su reino. Reformó el sistema judicial, abolió la tortura, la censura y la discriminación religiosa, mejoró las condiciones de vida de los campesinos, introdujo la libertad de culto y declaró obligatoria la asistencia a las escuelas, desde los cinco a los 13 años. Nombró comisarios del gobierno para vigilar las finanzas, la economía y el ejército. Impulsó el desarrollo del comercio y el crecimiento de la producción industrial. Fomentó la inmigración y la instalación de colonos, especialmente de campesinos, en las regiones devastadas por la guerra. Pero no realizó reformas estructurales que abolieran la servidumbre, con lo que sentó las bases para el desarrollo de la propiedad latifundista. Durante su reinado se creó un código de procedimiento civil (1781), que independizaba al Poder Judicial del Ejecutivo, y un código civil que rigió entre 1794 y 1900.
Un monarca ilustrado
Federico II fue un típico representante del despotismo ilustrado. A diferencia de otros reyes absolutistas, negaba que la monarquía se recibiera por derecho divino. Para él se trataba de un contrato que le ligaba al pueblo, del cual exigía una perfecta obediencia. Como déspota ilustrado, siempre se rodeó y dejó guiar por numerosos músicos, escritores, pintores, científicos y filósofos, entre ellos Voltaire. Tuvo una biblioteca de alrededor de 4.000 libros. Era un hombre refinado, de una vasta cultura humanista, sobre todo un profundo conocedor y admirador de la cultura francesa. Escribió varios ensayos de historia y política, entre ellos el «Antimaquiavelo» y «Ensayo sobre las formas de gobierno», y obras musicales (tocaba flauta); diseñó proyectos arquitectónicos de corte neoclásico, como la Ópera de Berlín.
Un ejército profesional
La militarización que se había intensificado con Federico Guillermo I continuó con su hijo Federico II. El ejército prusiano se convirtió en un modelo para todos los Estados europeos. Se caracterizó por su orden, disciplina y excelente organización. Federico II fue un gran estratega. Creó el schrägangriff o «ataque oblicuo», que consistía en llevar al enemigo hacia un terreno accidentado. Primero, el grueso del ejército se ocupaba de inmovilizar al enemigo y después un cuerpo de infantería de elite, oculto, surgía con las bayonetas. Mientras el enemigo retrocedía, la caballería y la artillería entraban en acción para completar la victoria.
Su rebeldía
El interés intelectual de Federico II llevó a su estricto padre a pedirle que renunciara a su derecho al trono para que quedara en libertad de dedicarse a sus intereses. Pero la respuesta fue negativa. Sin embargo, a los 18 años (1730), luego de una pelea con su padre, Federico II decidió escapar a Inglaterra, pero su plan fue descubierto. Su cómplice y amigo fue decapitado ante sus ojos. Él fue encarcelado y privado temporalmente de su categoría de príncipe heredero. Durante dos años, estuvo encerrado en la Fortaleza de Küstrin, trabajando como funcionario en los despachos del patrimonio real y el Ministerio de Guerra.