Un niño de 10 años y su hermana menor juegan con arena en una playa. Pese a que ambos tienen cientos de metros a su disposición, se empecinan por construir sus torres de arena en el mismo sitio. Un largo y fuerte grito del hermano mayor marca el punto más alto de la discusión.
Las peleas forman parte central de la vida de los hermanos y son mucho más frecuentes de lo que se podría pensar. Según sicólogos canadienses, entre los dos y los nueve años, los niños pueden experimentar hasta ocho disputas por hora. La reacción más probable de los padres será evitar la ocurrencia de estos altercados, un error, según Laurie Kramer, académica de la U. de Illinois y autora de un estudio publicado en la revista Child Development Perspective, quien postula que más que abolir los conflictos, los padres deben enfocarse en desarrollar en sus hijos habilidades que les ayudarán a construir una relación más robusta con sus hermanos.
Más herramientas
La primera habilidad consiste en saber resolver los conflictos. Para esto, los padres deben enseñar a sus hijos un método que les permita solucionar la controversia sin dejar heridos en el camino. «Los padres deben asegurarse de que ambos hermanos comprenden el motivo de la pelea. Luego hay que hacerlos contar su historia de los hechos y, posteriormente, considerando todos los puntos de vista, que entreguen ideas sobre posibles soluciones», explica Kramer. Si no resulta, la experta recomienda intentarlo nuevamente, pues este ejercicio les permitirá adquirir una habilidad adicional: ponerse en el lugar del otro.
Desde los cuatro años
Para lograr este objetivo es «fundamental «ayudarlos a poner en palabras lo que sienten y que los demás los escuchen», explica Claudia Cartes, sicóloga de la U. Andrés Bello, quien agrega que sólo así los involucrados en la disputa podrán generar empatía: la mejor herramienta para establecer autolímites. «Antes de los tres o cuatro años los niños son más egocéntricos y no son capaces de ponerse en el lugar del otro». Pero después de esa edad es un imperativo hacerlos reflexionar sobre sus acciones y cómo estas tienen consecuencias en los demás. «Es importante que los papás hagan como un yo auxiliar, que desde fuera los vaya orientando».
Otra tarea propuesta por Kramer es fomentar la vinculación positiva. Esto se logra programando actividades comunes para los hijos, donde compartan sus aficiones y momentos de diversión. Es decir, potenciar lo que los une y no lo que los separa. «Se pueden buscar juegos o deportes que les gusten a todos o incluso turnar las actividades que le gustan a uno y otro hermano», dice Ana María Briceño, siquiatra infantil de Clínica Alemana.
La diferencia de edad también cuenta. Los hijos más seguidos pelean por el mismo espacio dentro de la familia y por lograr la atención de sus padres, lo que se evita erradicando las predilecciones y otorgando sanciones ecuánimes. Lo mismo para los hermanos que tienen entre tres y cuatro años de diferencia: «El mayor se siente desplazado de su lugar de privilegio por el nuevo hermano», dice Cartes, quien agrega que si bien eso es normal, siempre hay que estar atentos. «El primer laboratorio social son los hermanos. Con ellos se aprenden o no conductas colaborativas, de protección y de resolución de conflictos».
Cinco claves para una mejor relación
1. Expresar: Luego de ocurrida la pelea, los padres deben conversar con los hijos involucrados y ayudarlos a expresar lo que sintieron en ese momento. Como los niños no tienen un pensamiento tan abstracto, los padres pueden ayudar con preguntas: ¿Estás triste o enojado? ¿Por qué?
2. Reflexionar: ¿Cómo te sentirías si tu hermano te hiciera lo que tú le hiciste? Este tipo de preguntas ayudan a los niños a ver los hechos desde otros puntos de vista y considerar no sólo sus opiniones o necesidades, sino también las de sus hermanos.
3. Resolver: Los padres deben ayudar a sus hijos a identificar el origen de la pelea, expresar las distintas versiones sobre el episodio y buscar entre todos diversas alternativas para zanjar el conflicto de manera justa para los involucrados. Deben ser perseverantes en la aplicación de este paso a paso.
4. Compartir: Los deportes o juegos pueden ser una buena instancia para que los hermanos compartan no sólo un momento de diversión, sino también sus gustos e intereses. Así podrán establecer más vínculos positivos entre ellos.
5. Regular: Los padres deben orientar a los hijos para que eviten aquellas conductas que a sus hermanos les molestan como comportamientos autoritarios, burlas delante de otras personas, intentar llamar la atención de los demás a toda costa y no respetar los espacios de los demás.