El festejo del centenario de Chile comenzó a prepararse los primeros meses del año 1910.
Se programaron fiestas y obras de conmemoración que reflejaran el progreso de Chile y entregaran una instancia de reflexión respecto de la realidad nacional.
Sin embargo, cabe destacar que la celebración de estos 100 años se desarrolló en un ambiente de conmoción por la muerte de dos importantes autoridades. En agosto de 1910, el presidente Pedro Montt viajó a Alemania para tratar su delicado estado de salud; no obstante, falleció a los pocos días, el 16 de agosto de ese año. Ante la ausencia del primer mandatario, la administración del país fue asumida por Elías Fernández Albano, quien tomó la función de vicepresidente de la República. Su gobierno solo duró unos cuantos días, ya que Fernández falleció el 6 de septiembre por causa de una pulmonía. Ante tales hechos, se formó una comisión de personalidades políticas que decidió la postergación de la fiesta de los cien años de vida republicana del país.
Una vez constituida, esta fue presidida por la máxima autoridad de la República en ausencia del presidente y del vicepresidente de la nación: el ministro más antiguo en ejercicio. Se trató de Emiliano Figueroa Larraín, quien se desempeñaba como ministro de Justicia e Instrucción Pública desde hacía un año.
Obras del Centenario
Al comenzar el año 1910, una de las primeras tareas para organizar la celebración de los 100 años de Chile fue invitar a delegaciones de países amigos. Fue así como se recibió la visita de representantes de naciones extranjeras, tanto de América como de Europa.
También se organizaron actividades culturales. Por ejemplo, concursos literarios y artísticos, exposiciones de arte y, para dar a conocer los productos nacionales, se organizaron exhibiciones de los frutos del trabajo industrial y agrícola chileno.
Con el fin de embellecer la ciudad, se programó la inauguración de distintas obras públicas durante 1910. Entre ellas se cuentan la Estación Mapocho y el Palacio de Bellas Artes.
También se finalizó la instalación de sistemas de alcantarillado y fue encendido el nuevo alumbrado público de la capital.
Asimismo, fueron inaugurados monumentos conmemorativos, entre los que se cuentan algunos donados por colonias extranjeras residentes en Chile. También, se publicaron documentos históricos vinculados con la Junta de Gobierno de 1810, la independencia de Chile e importantes temas relacionados con la historia del país.
Palacio de Bellas Artes
Fue inaugurado el 21 de septiembre de 1910 por el entonces vicepresidente de la República, Emiliano Figueroa.
Desde esa fecha, alberga al Museo de Bellas Artes, el que fue fundado el 18 de septiembre de 1880, pero no tuvo espacio propio hasta la construcción de este palacio, un edificio pensado para ser también sede de la Escuela de Bellas Artes.
Durante cinco años, el Ministerio de Obras Públicas trabajó en la construcción del edificio.
Este fue obra del arquitecto Emilio Jécquier, quien ganó en 1902 un concurso público del ministerio.
Jécquier estudió en Francia y recibió enseñanzas del arquitecto francés Gustavo Eiffel. Diseñó el palacio en estilo neoclásico, incorporando además elementos característicos del estilo Art Nouveau.
El terreno sobre el que se levanta el Palacio de Bellas Artes forma parte del Parque Forestal y es un espacio surgido gracias a los trabajos de canalización del río Mapocho, desarrollados en 1888.
Estación Mapocho
Se construyó pensando que para el Centenario de Chile, Santiago debía contar con una estación de ferrocarriles adecuada para la comunicación entre la capital, Valparaíso, las ciudades del norte del país y la ciudad argentina de Mendoza, al otro lado de la cordillera de los Andes.
La Estación Mapocho fue edificada entre 1904 y 1910, pero su inauguración se concretó tres años después del Centenario de Chile.
La construcción de esta estación ferroviaria estuvo a cargo de la Dirección de Arquitectura de Obras Públicas.
Emilio Jécquier, su arquitecto, trabajó un diseño en el que resalta la estructura metálica en acero que forma la bóveda. También destaca la fachada de tres arcos de grandes dimensiones y doble altura. En general, el estilo artístico de esta obra se relaciona con el movimiento neoclásico francés.
Críticas a la celebración
Chile festejó el Centenario de la República en tiempos difíciles, pues la sociedad experimentaba un complejo escenario político y grandes problemas sociales. La oligarquía era blanco de críticas en cuanto a su forma de dirigir la nación, lo que, sumado a la crisis económica que experimentaba el país, ensombreció de alguna manera el festejo del primer siglo de vida independiente para Chile.
También se reprobó la exclusión del pueblo en los festejos del Centenario y la notoriedad en ellos de las clases más acomodadas de la sociedad.
El gasto que se presupuestó para las obras y actividades de celebración también fue un punto de conflicto. Hubo voces que indicaron que el gobierno había destinado importantes recursos para el festejo, siendo que la población más vulnerable de la nación pasaba por importantes problemas socioeconómicos.
¿Cómo era Chile al cumplir su centenario?
En el año 1910, el país era habitado por, aproximadamente, 3.249.279 personas. El 10% de este total vivía en Santiago, lo que correspondía a alrededor de 325.000 personas. La esperanza de vida solo llegaba a 31,5 años y nuestro territorio estaba dividido en 23 provincias, a las que se sumaba el territorio de Magallanes. En cuanto al estado de la economía nacional, el país pasaba por una crisis causada por los gastos en las obras de reparación que hubo que llevar a cabo en Valparaíso, luego del terremoto que en el año 1906 afectó la zona central y, especialmente, al principal puerto de Chile. Al mismo tiempo, existían deudas fiscales que generaban un importante déficit en las finanzas del país.