A mediados de 1813, la Junta de Gobierno que regía al país, integrada por Juan Egaña, Antonio Pérez y Agustín Eyzaguirre, decidió fundar la primera biblioteca pública de Chile. Dicho anuncio se informó en una proclama aparecida en el entonces Diario Oficial llamado “El Monitor Araucano”, el 19 de agosto de 1813.
Dicha proclama encargaba al director general de la Renta de Tabacos, Agustín Olavarrieta, la tarea de organizar la biblioteca y recoger los libros que los ciudadanos donarían en una especie de campaña. Pero la iniciativa se vio interrumpida por la derrota sufrida por los chilenos en la Batalla de Rancagua, el 2 de octubre de 1814.
Cuando se restituyó la soberanía y se dejó atrás la Reconquista, Bernardo O’Higgins tomó en sus manos la empresa de crear la Biblioteca Nacional. Con la ayuda de don Manuel de Salas, se recuperaron los libros de la campaña de 1813, que se encontraban en las antiguas salas de la Universidad de San Felipe (actual Teatro Municipal). A esos libros había que agregar los expropiados a los jesuitas cuando fueron expulsados del país. Este material fue el repertorio inicial de la recién formada Biblioteca Nacional, que tuvo por sede provisional la misma casa de estudios donde estaban los libros.
El 22 de julio de 1823, por decreto gubernativo, fray Camilo Henríquez, fue designado bibliotecario primero y don José Miguel de la Barra, bibliotecario segundo. Manuel de Salas ejercería una función de supervigilancia del establecimiento como el título de «Protector».
El 19 de julio de ese mismo año el Director Supremo de la Nación, don Ramón Freire y el ministro de Gobierno, don Mariano Egaña, ordenan el traslado de la Biblioteca al edificio de la Aduana, ubicado en las esquinas de las calles Bandera y Compañía. En este lugar abre sus puertas al público por primera vez , el 19 de agosto de 1823.
A la muerte de fray Camilo, Manuel José Gandarillas tomó sus funciones, pero más tarde fue nombrado ministro de Hacienda. Finalmente, es nombrado director de la Biblioteca Nacional don Francisco García Huidobro, quien ejerció el cargo por más de un cuarto de siglo, hasta su muerte en 1852. Dentro de las obras realizadas por él se cuentan el decreto supremo que crea el llamado «depósito legal«, es decir que cada ejemplar impreso que salga de alguna imprenta, debe dirigir cierto número de copias a la Biblioteca; dictó la ley que creó el derecho de autor o propiedad literaria, el 24 de julio de 1834 y redactó el reglamento de organización y funcionamiento del servicio.
Finalmente, don Francisco García Huidobro consiguió que las dependencias fueran trasladadas al edificio que albergó a la Compañía de Jesús, inmueble ubicado en bandera con Catedral (Ex Congreso Nacional). El 25 de noviembre de 1834, la Biblioteca Nacional inicia la atención en su nuevo domicilio.
Mientras ejercía como director don Luis Montt, la Biblioteca fue nuevamente trasladada. El edificio que albergaría los libros se ubicaba en las calles Compañía y Bandera, donde había funcionado el Consulado o Tribunal de Comercio. Aquí se instaló un taller de encuadernación y se crearon las secciones de Fondo General, Lectura a Domicilio, Impresos Chilenos u Canje, entre otros.
Las mudanzas no habían terminado
Tras la muerte de don Luis Montt y breve jefatura de don Ramón A. Laval, es nombrado director de la Biblioteca Nacional don Carlos Silva Cruz, quien ejerció su cargo entre 1910 y 1927.
Don Carlos Silva comprendió que el edificio que albergaba a la Biblioteca no era apto, ya que había sido construido para otros fines. A esto se agregaba que el material que se conservaba había excedido la capacidad del inmueble de Compañía y Bandera. La idea era conseguir fondos y apoyo para la construcción de un edificio apto.
Cuando la Biblioteca Nacional cumplió 100 años de fundada, el 24 de agosto de 1913, se iniciaron los trabajos de construcción del palacio ubicado entre las calles Alameda Bernardo O’Higgins, Moneda, Mac Iver y Miraflores.
La edificación llegó a su fin el año 1925, cuando abrió definitivamente sus puertas a la cultura.