Algunos interpretan el Ragnarok o Crepúsculo de los dioses como el recuerdo de un terrible desastre natural. Otros piensan que predice la destrucción del mundo por el hombre.
El día de la venganza de Fenrir llegó por fin: el último día, el de la batalla entre las fuerzas del bien y las del mal. Tras su expulsión de Asgard, Loki llevó la maldad a los humanos, haciendo que el mundo se convirtiera en el lugar de todos los crímenes.
Las divinidades sentían que había llegado su ocaso. El Sol y la Luna dejaron de brillar al ser alcanzados y devorados por los lobos engendrados por Fenrir. La nieve y la ventisca lo invadieron todo durante tres años, y luego otros tres años de pesar cayeron sobre el aterrado Universo.
El dragón Nidhogg devoró la raíz del fresno Yggdrasil y Heimdall dio el toque de alarma. El ejército del bien, formado por los dioses y los Einheriar, se enfrentó con los gigantes y los monstruos del mal, presididos por la diosa de la muerte, Hel, Loki y Fenrir.
La lucha final se produjo en la llanura de Vigrid. Cada combatiente seleccionó al enemigo de su talla: Odín se enfrentó al lobo Fenrir; Thor se abalanzó contra la serpiente Jormungand; Heimdall eligió al traidor Loki; Tyr luchó contra el perro Garm. En medio de una feroz tormenta, los enemigos se enfrentaron hasta la muerte.
Mientras los dioses y los malvados se asesinaban, el cielo y la tierra ardían con las centellas que arrojó el furioso Surt y, muy pronto, todo el Universo se consumió en un fuego que lo purificaría para siempre.