La investigación, llevada a cabo por psiquiatras y neurocientíficos de la Universidad Washington de Saint Louis, «sugiere un vínculo claro entre la crianza y el tamaño del hipocampo», destacó uno de sus autores, la profesora de psiquiatría infantil Joan L. Luby.
El estudio, el primero que relaciona el tamaño del cerebro infantil con la forma en que un niño es criado, fue publicado hoy por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Para la investigación, los expertos analizaron imágenes cerebrales de niños de entre 7 y 10 años que, cuando tenían entre 3 y 6 años, fueron observados en interacción con alguno de sus padres, casi siempre con la madre.
Se analizaron escáneres cerebrales de 92 de esos niños, algunos mentalmente sanos y otros con síntomas de depresión. Los niños sanos y criados con afecto tenían el hipocampo casi un 10 % más grande que el resto.
«Tener un hipocampo casi un 10 % más grande es una evidencia concreta del poderoso efecto de la crianza», subrayó Luby.
Después abogó por fomentar, «como sociedad», la crianza con amor y cuidado de los niños, puesto que «claramente tiene un impacto muy grande en el desarrollo posterior» de la persona.
Durante años muchas investigaciones han puesto de relieve la importancia de la crianza, aunque casi siempre centradas en factores psicosociales y en el rendimiento escolar, pero este estudio «es el primero que realmente muestra un cambio anatómico en el cerebro», enfatizó Luby.
Aunque en el 95 % de los casos estudiados participaron las madres biológicas de los niños, los investigadores señalan que el efecto en el cerebro es el mismo si el cuidador principal es el padre, los padres adoptivos o los abuelos.
El estudio, el primero que relaciona el tamaño del cerebro infantil con la forma en que un niño es criado, fue publicado hoy por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).