¿En qué consiste este control del niño sano? La pediatra de Vidaintegra, Dra. Sonia Schneider, precisa que se mide la antropometría: el peso, la talla, y su relación en la llamada curva de crecimiento. «Se verifica si tiene algún problema específico de nutrición, y, cuando son chiquititos, el tamaño de la cabeza. Asimismo, se revisan los reflejos para ver cómo se va desarrollando el sistema nervioso, los ojos para indagar si hay un glaucoma o cataratas congénitas o si existe alguna malformación como un soplo, entre otros aspectos».
La importancia de controlar periódicamente
Desde el nacimiento – y hasta el año- el control debe ser mensual, ya que en los primeros meses de vida aparecen y desaparecen diversas patologías que, en su mayoría, son transitorias. La Dra. Schneider recalca que a través de estos controles se logra estar atento al desarrollo psicomotor, emocional e intelectual de los niños, y pesquisar a tiempo enfermedades hereditarias y asintomáticas.
Además, es una buena instancia para orientar y acompañar a los padres para que puedan estar atentos a las necesidades de los menores y sepan discernir cuándo pueden manejar una enfermedad en casa y cuándo deben ir a la urgencia para evitar complicaciones, como es el caso de los males respiratorios típicos del invierno.
La especialista de Vidaintegra explica que «existe una gran cantidad de enfermedades que dan muy pocos síntomas y que a veces no dan ninguno que puedan percibir los padres, como la anemia, los parásitos, problemas cardiacos, incluso algunos tipos de cáncer», señala. Aunque no es para alarmarse, ya que la mayoría de los niños presenta un desarrollo sin mayores sobresaltos, hay que estar atento y controlarlos periódicamente.
Cada edad con sus preocupaciones
Para la Dra. Schenider, cada edad tiene su afán y las patologías y necesidades que se presentan son diversas para cada tramo de la vida.
Entre los 2 y los 5 años es conveniente pesquisar el desarrollo visual y auditivo. En esta etapa los niños ingresan a la educación preescolar, por lo que es importante monitorear las habilidades de aprendizaje. Por ejemplo, a esta edad es posible identificar los primeros síntomas del déficit atencional, por lo que es indispensable controlar periódicamente para diagnosticar y tratar cualquier complicación relacionada con el aprendizaje y el comportamiento.
Entre los 5 y 10 años «los niños debieran controlarse una o dos veces al año, no sólo por problemas puntuales. Entre los 10 y los 15 aparecen los dolores propios del crecimiento, problemas en los huesos, dolores de estómago, cefaleas sin causas orgánicas reales. Empiezan a aparecer las enfermedades sicosomáticas», señala.
«Tener un niño en control te permite prevenir y tratar tempranamente problemas que después podrían ser complicados», indica la especialista de Vidaintegra, y recalca que en Chile todos los niños tienen derecho a este control que se realiza una vez al mes desde el nacimiento hasta el primer año de vida, y luego se hace según indicación del médico: cada 2 meses en los más pequeños, y una vez al año en los más grandes, idealmente hasta los 18 años.
ASPECTOS A EVALUAR
– Un normal crecimiento, para eso se controla el peso y la altura.
– Sistema musculoesquelético (columna, caderas, rodillas y tobillos).
– Grado de madurez de los caracteres sexuales secundarios.
– Nutrición y actividad física.
– Presencia de patologías asintomáticas.
– Posibles problemas de visión y audición y dificultades en el habla.
– Problemas conductuales y de aprendizaje.