Durante gran parte de la Edad Media, los conocimientos geográficos de los europeos se limitaron a su propio continente y a las zonas que rodeaban el mar Mediterráneo. Recién con las Cruzadas se estableció un contacto frecuente con las zonas del Mediterráneo Oriental, e incluso iniciándose un comercio fluido con la India y las islas Cipango (actual Japón), Catay (China) y Molucas (en Indonesia), entre otras. Los europeos adquirían ámbar, aceite de rosas, almizcle (que sirve para hacer cosméticos y perfumes), sedas, perlas, porcelanas, tapices, perfumes, marfil y las apreciadas especias, como la canela, clavos de olor, laurel, nuez moscada, vainilla, jengibre y pimienta, que utilizaban para cocinar y preservar los alimentos, especialmente la carne y mariscos. De igual forma, los farmacéuticos compraban opio, alcanfor, resinas y bálsamos. Más aún, se adquiría el incienso que se ocupaba en las ceremonias religiosas.
En consecuencia, a medida que aumentaba la demanda por estos productos, también se incrementaba su valor. Por ejemplo, la pimienta se contaba grano a grano y su valor era casi igual al de la plata.
Otra de las razones de la navegación por nuevas rutas, fue que la navegación del Mediterráneo oriental empezaba a ser obstaculizada por el Imperio Turco Otomano. Con la conquista de Constantinopla (1453) se consolidó el poderío otomano y en ciertos periodos dificulto el comercio europeo con los puertos que, por siglos, habían sido el tránsito para el intercambio comercial. Por añadidura, en lugares como China y zonas aledañas, había productos muy apreciados y, debido a las dificultades para llegar hasta allí, los europeos se dedicaron a buscar nuevas rutas.
Uno de los primeros en comenzar fue Enrique el Navegante (1394-1460), Príncipe de Portugal, fijó su residencia en Sagres (actual Portugal), y creó la primera escuela para navegantes de Europa. Además, Enrique contribuyó al arte de la construcción naval, entre sus aportes en la ciudad de Sagres se diseñó la carabela.
Dos rutas se destacaron y fueron efectivas, la de Enrique El Navegante llevada a cabo por Bartolomé Díaz consistió en circunnavegar la costa africana hasta llegar hacia las costas al Este del continente y llegar a la India, a través de Oceanía. Y la segunda es la propuesta de Cristóbal Colón, que postuló la posibilidad de cruzar el Atlántico, sosteniendo su teoría en la idea de que la tierra tenía forma de esfera, sin embargo en su camino se encontró con América, aunque de todas formas Colón pensó haber llegado a las Indias. Alguien que si llevaría a cabo la propuesta de dar la vuelta al mundo propuesta por Colón fue Sebastián Elcano, que cruzó América a través del estrecho de Magallanes, acompañado por el mismísimo Hernando de Magallanes que pereció en el camino.
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