Cuando en 2010 se dieron a conocer los resultados del Censo Mundial de Vida Marina, muchos científicos se emocionaron. En esas cifras había 10 años de duro trabajo, minuciosa exploración y uno de los proyectos más ambiciosos realizados por la ciencia en los últimos años. Dos mil 700 investigadores de 80 países y 540 expediciones catastraron más de 250 mil especies marinas en todo el globo, de las cuales seis mil no estaban registradas en ningún libro de ciencia.
Chile no estuvo ajeno a la iniciativa. En nuestro país se descubrieron 15 nuevas especies y se censaron 10.201 en la zona de la corriente Humboldt. Una cifra que según Víctor Gallardo, oceanógrafo de la U. de Concepción y uno de los 23 científicos nacionales que participaron del censo internacional, corresponde a menos del 1% de las especies que hay en nuestro mar.
Por lo mismo, y tras su experiencia como vicepresidente del catastro internacional, Gallardo y un grupo de 62 científicos de 20 universidades del país elaboraron un proyecto para realizar en Chile el primer censo de la vida marina. El proyecto -que requiere una inversión de 157 millones de dólares- ya ha sumado apoyo y colaboración de instituciones como la Woods Hole Oceanographic Institution (EE.UU.) y del Ministerio de Medio Ambiente. Tal como la investigación mundial, durará 10 años y, de reunirse los fondos, partirá en 2013.
Un mundo desconocido
Según el oceanógrafo de la U. de Concepción, hoy conocemos alrededor de seis mil especies marinas. Eso significa -afirma- una especie cada 600 km2, contando toda la superficie del mar territorial y presencial de Chile. “Es decir, un desconocimiento total”, dice Gallardo.
Y aunque el objetivo principal de la investigación es justamente llenar ese vacío, no es el único. El proyecto contempla la creación de una base de datos con la información recolectada, una red de expertos nacionales e internacionales sobre la biodiversidad marina nacional, la adquisición de un catamarán científico para la zona austral, la creación de museos y espacios de difusión y un banco de datos genético con todas las muestras que se recolecten. “Esto puede ser altamente relevante no sólo desde el punto de vista científico, sino económico. Los recursos genéticos que tenemos pueden ser una fuente de ingresos importante en el futuro, y mientras más pronto comencemos con esto, mejor”, dice Gallardo. Pero para eso, añade, hay que descubrir qué vive en nuestro mar. Y no se trata sólo de peces, moluscos o crustáceos. También de cientos de miles de bacterias, las que producen enzimas que pueden usarse en la industria. De hecho, productos tan comunes como los detergentes usan derivados de enzimas marinas, así como también lo hacen fármacos contra el cáncer.
La información también estará disponibles para docentes y alumnos a través de libros, imágenes y videos.
Apoyos
El proyecto ya fue presentado formalmente al Ministerio del Medio Ambiente, que le entregó su respaldo y se comprometió a ayudar a gestionar fondos ante entidades internacionales de modo que la investigación se inicie en 2013. “En esta materia estamos al debe. De hecho, en biodiversidad, el Estado no ha hecho un esfuerzo de la magnitud de lo que hoy se plantea desde los tiempos de Claudio Gay, en el siglo XIX. Por lo que es doblemente inédito lo que se pretende hacer”, dice Leonel Sierralta, jefe de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente.
De allí que el ministerio no sólo respalde la iniciativa, sino que esté gestionado cooperación internacional, de la empresa privada y de otros ministerios. La idea es incluir parte de los fondos en la partida presupuestaria 2013. Por el momento, se alista una entrevista con el Presidente para mostrarle el proyecto. Gallardo y sus colegas están seguros de que la elaboración de un catastro definitivo del mar chileno es crucial y que mientras antes se haga, mejor para el país y su desarrollo.