Utilizamos el verbo sentir para referirnos a distintas experiencias, por ejemplo, sentir frío, sentir hambre, sentir ganas de correr, sentir alegría, sentir sueño… etcétera.
Sentir es una palabra poderosa. Una gran palabra, pues nos sirve para expresar muchas cosas que nos ocurren muy personalmente. Cuando siento soy yo y sólo yo quien siente, nadie puede sentir igual que yo. Puedo compartir esa experiencia del sentir pero nunca podría saber si esa experiencia es vivida de igual modo por otra persona.
Quizás no es muy fácil comprender esta idea, pero no por eso vamos a abandonar el ejercicio de pensar en lo individual que es la experiencia del sentir.
¿Qué es la poesía?
Todos los seres humanos necesitamos comunicarnos y para eso utilizamos el lenguaje. Nos decimos unos a otros lo que sentimos a través de las palabras.
A veces las palabras comunes y corrientes no sirven para expresar lo que sentimos, porque nuestra emoción o sentimiento son muy grandes, o muy intensas o, simplemente, queremos decir las cosas de otro modo.
Debido a la necesidad de expresarnos, las personas inventamos una nueva forma de decir lo que queremos. Ahí es cuando surge la poesía.
Escribo un poema cuando quiero expresar algo pero las palabras comunes y corrientes no me sirven, entonces las invento o busco una nueva forma de organizarlas.
Hacer poesía es decir de otro modo, es como cantar sin música, sólo con la armonía de las palabras que tienen su propia música.
Hacer poesía es usar el lenguaje para expresar lo inexpresable, lo invisible, lo increíble, lo inimaginable, lo inverosímil, lo imposible de decir de otro modo. Este es el lenguaje que utiliza el arte.
Conozcamos algunos artistas del lenguaje poético y cómo dicen algunas cosas de modo tan particular y bello.
El escritor español Federico García Lorca que vivió por ahí por el año mil novecientos treinta y tanto, escribió algunos poemas infantiles. Revisemos este que es muy cortito.
Media luna
La luna va por el agua.
¿Cómo está el cielo tranquilo?
Va segando lentamente
el temblor viejo del río
mientras que una rama joven
la toma por espejito.
El chileno Vicente Huidobro escribió, entre otras muchas cosas, un largo poema llamado Altazor; de él un breve fragmento:
El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.