Las sociedades actuales dependen en gran medida de la capacidad que tengan sus miembros para aprender puesto que todo avanza a velocidades insospechadas y se requiérela constante actualización de sus miembros. La competencia es un concepto altamente valorado en tiempos de globalización al igual que la capacidad de adaptarse al cambio. Ya no es necesario saberlo todo sino más bien saber buscarlo, por tanto ante la superabundancia de información, el que mejor maneje los medios de acceso a dicha información será quien lleve la delantera.
Pero toda esta vorágine de fenómenos mediáticos y la información viajando indiscriminadamente, requiere urgentemente de sujetos con un desarrollado pensamiento crítico. Es aquí donde se vuelve relevante el acto de comprender lo que se lee. Leer para comprender es algo más que manejar el código e interpretarlo, requiere de ciertas capacidades específicas y en este caso revisaremos en detalle una de ellas: La inferencia.
Los buenos textos siempre contienen más información que la que expresan explícitamente, por eso es necesario que el buen lector proceda a interrogarlos intentando deducir aquello que no habita en la superficie del texto.
La palabra inferir proviene del latín INFERRE que significa llevar dentro, está formado por el prefijo IN que indica penetración, y el verbo FERRE que significa llevar. Esta palabra se refiere a la acción de observar las cosas detalladamente y sacar una conclusión acerca de algo que va a pasar en un futuro cercano. También se le define como el extraer una conclusión por medio de un razonamiento, a partir de una situación anterior o de un principio general.
Desarrollar capacidades inferenciales es trabajar para acceder al segundo nivel del procesamiento de la información según señala Priestley, M. (2001) en su texto Técnicas y estrategias del pensamiento crítico, de lo que se deduce que quien es capaz de inferir ya ha superado el plano de la información explícita con lo cual se le exige participar más activamente del acto de leer. Ya no bastará decodificar y recordar, menos aún memorizar sino muy por el contrario, será necesario poner atención en las claves contextuales que presenta el texto a fin de guiar la búsqueda de sentido en un texto que no suministra explícitamente toda la información. Pero ¿por qué puede ser tan importante dicha habilidad?
Inferir requiere preguntar, cuestionar y cuestionarse, buscar la estrategia para acceder a la información. Tal como ocurre frente a una novela de misterio, el lector se siente atrapado pues la necesidad de comprender y develar lo oculto es parte del impulso del sujeto cognoscente, es decir, de todo sujeto.
Un texto que invita a inferir obliga al lector a observar, interpretar, indagar, deducir. Quien infiere tiene que hacerlo en base a cierta información entregada por el mismo texto en conjunto con sus conocimientos previos utilizando la estructura de pensamiento que se posea a fin de que la información no quede inmune sino que sea motivo del proceso intelectivo que la reformula pudiendo aportar nuevas formas de ver y mirar el mismo objeto pero desde un nuevo prisma.
