Cuando comenzamos la ardua labor de aprender a escribir ignoramos absolutamente para qué nos sirve esta habilidad. Trazamos letras como la prolongación de un dibujo, pero aún ignoramos el sentido que esos trazos tendrán.
Esta es la razón por la cual es necesario asociar imágenes que se correspondan con la letra que se está incorporando.
Este proceso que muchas veces resulta tedioso debe ser abordado con sentido lúdico: Un juego de formas, sonidos y significados que debemos practicar para divertirnos y desarrollar enormes capacidades.
Primeras letras para aprender a escribir
Comenzamos a trazar las primeras letras ignorando absolutamente todo aquello que podremos llegar a hacer. Aprender a escribir es potenciar no sólo el pensamiento, sino que nos entrega una forma de comunicación de múltiples aplicaciones, pues escribimos con distintos objetivos.
Por ejemplo, escribimos una carta cuando queremos comunicarnos con alguien que está lejos, o un letrero cuando necesitamos que todos conozcan algo, escribimos un poema cuando estamos en soledad y sentimos deseos de expresar un sentimiento profundo sin que sea necesario compartirlo con alguien.
Escribimos nuestros datos personales cuando queremos que otra persona pueda recordarnos y comunicarse con nosotros, escribimos una dirección para saber cómo llegar, o simplemente escribimos para recordar, pues todo aquello que está escrito constituye un registro memorístico.
La historia de la humanidad comienza con la invención de la escritura, a todo lo ocurrido antes de ese hecho magnífico, ha sido llamado prehistoria y no existe mayor precisión respecto de los acontecimientos.
Son muchas las posibilidades que se nos abren cuando comenzamos a escribir. Sobre todo porque cuando escribimo,s ya somos capaces de leer y lo hacemos, al mismo tiempo, dado que sería imposible hacer una cosa sin la otra.
Leer y escribir van de la mano
Todo lo que escribimos tendrá que ser leído, pues de otro modo no sabríamos si lo que redactamos tiene sentido.
Es lo que ocurre cuando manejamos el código, ya que lo hemos incorporado mediante el ejercicio continuo. Escribir es un aprendizaje que permanece y no se olvida, aunque también es necesario mantenerlo activo mediante la práctica ya que con los años se pierde destreza.
En cambio, la lectura es independiente de la escritura, podemos leer sin escribir, ya que vamos descifrando los códigos mediante el proceso de transformarlos a sonido y significado.
Al principio leemos en voz alta, pero luego ya adquirimos la capacidad de leer mentalmente, sin la necesidad de acudir a la sonoridad.
Ha llegado a tal punto nuestra destreza que ya somos capaces de acceder rápidamente al significado ejecutando el proceso de la comprensión.
Esto parece muy complejo y lo es, pero con el uso constante se transforma en un quehacer simple, automático e, incluso, inevitable pero siempre muy importante.
Cuando hemos adquirido la función y la ponemos en práctica pasa a ser parte de nosotros, no habrá forma de pensar sin utilizar las palabras y sus significados.
Por esto es fundamental ser tenaz e ir poco a poco, ya verás que muy pronto, casi sin darte cuenta, vas a poder escribir todo lo que desees y seguro que te vas a divertir.
Técnicas para aprender a escribir
En el caso de los niños y niñas, existen técnicas avaladas por expertos que ayudan en esta ardua tarea. Aquí te presentamos algunas:
- Diseña un abecedario para que pueda reconocer cada letra.
- El apoyo visual es clave: crea tarjetas con palabras y asócialos a imágenes.
- Muestra el uso de letras en objetos o cosas de uso cotidiano.
- Lee libros y revistas junto al niño o niña para que reconozca las letras.
- Motívalo a dibujar animales, cosas o personas y ayúdalo a escribir su nombre.
- Genera espacios de comunicación real a través de la escritura.
- Asegúrate de que el niño o niña esté en un ambiente sin distracciones y fomenta su creatividad.
- Crea juegos que le permitan unir letras e identificar objetos, animales o personas.
- Recuerda desarrollar los juegos a través de temáticas de su interés.
- No olvides enseñarle el significado de las palabras.