Ingenio y humor destaca en las comedidas del cine mudo. Entre sus primeros representantes se encuentra Buster Keaton.
Joseph Francis «Buster» Keaton nació en Estados Unidos en la ciudad de Kansas un 4 de octubre de 1895 y murió en California el 1° de febrero de 1966. Dedicó toda su vida al arte de la actuación llegando a ser uno de los más famosos del cine mudo donde además de actor fue guionista y director. Su carrera estuvo enfocada en el humor físico con la particularidad de que mantenía un rostro «inexpresivo» por lo que fue denominado «Cara de piedra».
Hijo de artistas del vodevil, a sus tres años pasa a formar parte de «Los Tres Keatons« en la Mohawk Medicine Company, donde compartían escenario con el gran Houdini. El número acrobático con que debutó junto a sus padres se denominaba «El estropajo humano» y debía de ser muy impresionante ya que el niño era lanzado de un lado a otro del escenario siendo pisoteado por sus padres, razón por la cual estos fueron interrogados por las autoridades en varias ocasiones para comprobar que el niño sufría daño.
Cuando Buster comenzaba a tener un lugar dentro del mundo del teatro, surgió su interés por la industria del cine que daba sus primeros pasos, donde decidió probar suerte uniéndose al grupo de cineastas de Fatty Arbuckle. El talento de Keaton para la comedia física llamó la atención de Arbuckle, quien prontamente lo consideró como coprotagonista de sus películas y donde ambos se hicieron inseparables. Su primera película fue El Carnicero (The Butcher Boy, 1917), a partir de lo cual se desató su tremendo interés por el cine y todos sus aspectos técnicos.
En 1918 fue llamado para unirse a las filas de la Primera Guerra Mundial con lo que estuvo siete meses en Francia realizando espectáculos para las tropas. Así fue que debido a una infección de oídos se quedó prácticamente sordo para el resto de su vida, hecho que más que perjudicar su labor en el cine, significó una verdadera peculiaridad que potenciaba el valor comunicacional del silencio.
Entre 1920 y 1923, rodó el largometraje «Pasión y boda de Pamplinas« (The Saphead), y unos diecinueve cortos, entre 1923 y 1928, dirigió y protagonizó otros diez largometrajes periodo en el que alcanzó control absoluto de sus películas. Protagonizó una serie de comedias que llevaron a la fama, incluyendo «Una semana«, «La mudanza«, «La casa eléctrica» y «El gran espectáculo«, llegando a ser uno de los comediantes más famosos del mundo.
Esta es la época en que su personaje adquiere identidad total, un joven tragicómico que enfrenta las desgracias con absoluta inexpresividad ganándose el apelativo de «cara de piedra». La expresión de su personaje se basaba en las acrobacias que eran realizadas por él mismo negándose a usar dobles.
Todas las proezas incluidas en «El maquinista de la general«, o «El héroe de río«, son suyas, en «El rostro pálido«, llegó a saltar desde una altura de 24 metros, y en «El moderno Sherlock Holmes«, se rompió el cuello en una escena de riesgo.
Su popularidad fue opacada solamente por el éxito de Harold Lloyd y Charlie Chaplin, con los que siempre mantuvo una relación cordial.