Cuando nos observamos en comunicación, estamos tan atentos a la recepción del mensaje que casi olvidamos que a cada momentos estamos emitiendo señales de aprobación, de reprobación, de interés, de desinterés, de atención, de desconcentración, etc. Si tuviéramos la oportunidad de registrar la escena, podríamos percibir con horror cuanta información emitimos mientras nos comunicamos. Pues bien, todo eso que sale de nosotros es recepcionado por nuestro interlocutor para completar la información verbal.
Nuestro estudiantes son el mejor ejemplo de ello ya que siempre están emitiendo señales que nos advierten acerca de lo aburrida que está nuestra clase, o lo importante que es algo que estamos diciendo, o las serias dificultades que les presenta cierta materia.
Niños y adolescentes están muy cerca aún de la fase motora por tanto siempre necesitan moverse, “Es natural, normal y saludable que los niños y las niñas se muevan, ya que la motricidad es el medio privilegiado que tienen para expresar su psiquismo: sensaciones, emociones, percepciones, representaciones y también para conocer el mundo y para relacionarse con los demás. Movimiento y cuerpo es al niño lo que el lenguaje es al adulto” .
Si los docentes ponemos atención en los aspectos comunicativos del cuerpo de nuestros estudiantes, obtendremos un cúmulo de valiosa información para trabajar. Los cuerpos en el aula comunican, se expresan y dan rienda suelta a infinidad de tensiones, deseos y pulsiones tanto positivas como negativas. Es este el ámbito de lo no racional, de lo intuitivo y creativo, que podemos y debemos canalizar para ponerlo al servicio de aprendizajes dirigidos.
Mientras más pequeños sean nuestros estudiantes más necesario será que tengan la posibilidad de moverse, no sólo porque ellos lo necesitan sino porque aprenden de mejor manera pues es la experiencia del cuerpo la que se registra con mayor plausibilidad. Esta es la fase en que niños y niñas deben aprender a nadar, andar en bicicleta, patines e iniciarse en los deportes. Como no han ingresado aún en la fase en que la mente regula todos los procesos, evalúan mucho menos los riesgos y se lanzan a la acción, se caen y se levantan, sin asumir riesgos, por lo cual requieren siempre de la regulación de un adulto responsable. Este es el periodo de las fracturas, los tecs abiertos y cerrados y cuanto golpe exista. Esto es el producto de esa falta de temor sumado al arroje natural que hace que todas estas prácticas se incorporen con muchísima facilidad.
Si bien existe la asignatura de Educación física, esto no es suficiente, lo que nuestros estudiantes necesitan es que nuestras clases incorporen el cuerpo como recurso expresivo a través de distintas modalidades y en todas las asignaturas. Que el aula misma permita la movilidad sin que esta se transforme en indisciplina sino que muy por el contrario, que la concentración del cuerpo también sea un requisito puesto a prueba. El currículum propone en el eje de comunicación contenidos referentes a la comunicación no verbal, indaguemos a partir de ahí. Aprovechando los aires de cambio, intentemos hacer valer nuestras certezas, atrevámonos a innovar en beneficio del aprendizaje significativo de nuestros estudiantes.
