Los hallazgos arqueológicos realizados en la región de Arauco, ubicada entre la cordillera de los Andes y el Océano Pacífico, limitando al norte con el río Bío Bío y al sur con la serranía que se encuentra entre el río San José y el Calle Calle, permiten comprobar que los mapuches conocían los metales y su manufactura desde épocas prehistóricas. Se estima que lo aprendieron de los incas, aunque no desarrollaron la tecnología.
Cuando los españoles llegaron y vieron la posibilidad de explotar la riqueza minera de nuestro territorio, los araucanos fueron forzados a trabajar en la explotación de los minerales de oro y plata. De allí captaron la técnica para trabajar los metales, en particular la plata en la cual los orfebres españoles eran maestros.
Hacia la mitad del siglo XVIII la orfebrería comenzó a desarrollarse masivamente en el pueblo mapuche.
A lo aprendido de los maestros españoles, ellos imprimieron el carácter de su propia cultura, adquiriendo una personalidad única e inconfundible.
La monedas españolas constituyeron la materia prima fundamental de los orfebres mapuches. Una cantidad de estas monedas era entregada al artesano para que realizara la obra y el pago del trabajo consistía en un número de monedas igual a las utilizadas en la fabricación.
Los caciques de la época mantenían a su servicio a varios orfebres profesionales que utilizaban dos técnicas fundamentales: la fundición y la laminación.
Sin duda que la aptitud de los artífices mapuches, su habilidad manual y su capacidad creadora fueron factores determinantes en el desarrollo del arte de platería de este pueblo.