El gobierno republicano fue inestable y pasó por varias manos, como las de José Giral, Francisco Largo Caballero, Manuel Azaña y Juan Negrín. José Giral fue el primero; a él se le acusó de quitar poder al gobierno central y dárselos a los gobiernos regionales y locales. Luego, Francisco Largo Caballero, líder del partido socialista, volvió a dar poder al gobierno central, pero no supo evitar los enfrentamientos entre las tendencias de las coaliciones gubernamentales.
Manuel Azaña decidió dar el poder a Juan Negrín, pero no se tardó en acusarle de estar dominado por los comunistas. Aún así, Negrín siguió en el gobierno. En los últimos meses de la contienda intentó negociar una paz con los nacionalistas, pero como los sublevados (al mando de Franco) ya casi tenían en su poder a toda España, no quisieron saber nada de las negociaciones.
