Algo similar sucedió en el camino, con alojamientos campesinos que fueron levantándose a lo largo del trayecto o cercanos a pequeños poblados, siempre dispuestos a recibir a cansados viajeros en carruajes tirados por mulas y que, en ocasiones, hacían parte del trayecto caminando.
Para la Independencia ya corren entre Santiago y Valparaíso las «diligencias», coches de cuatro ruedas tirados por cuatro o seis caballos y que pueden transportar hasta ocho personas, que pagaban un doblón o 1,5 libra esterlina. Pero no todos podían pagar, la gran mayoría viaja en carreta o a caballo, pernoctando a todo campo, arropándose con frazadas y mantas.
Al comienzo, las posadas eran simples chozas de paja, luego, fueron creciendo, incluyendo un zaguán o patio interior y, más tarde, habitaciones con suelo de barro.
En algunas, los dueños comenzaron a vender velas, sebo, charqui, frutos secos, tabaco.
La primera posada de Chile
La primera posada de la que se tiene registro es de 1820 y está en Casablanca. María Grahan, una inglesa que visitó nuestro país y escribió un diario de sus recorridos, dice que su propietario es «un negro británico que algo conoce de las comodidades a que están acostumbrados los ingleses» y que «en realidad ofrece al viajero un descanso bastante satisfactorio». Los dormitorios tenían un colchón de lana instalado sobre un entablado de cañas, había un lavatorio de porcelana con espejo y un recipiente con agua que era rellenado constantemente.
Al tiempo, surgieron las comidas en las posadas. También en Casablanca, en 1831, un italiano y un inglés, en sus respectivos negocios, comenzaron a servir en rústicas mesas.
Solía comenzarse con una cazuela de ave, continuar con porotos, para terminar con un trozo de vacuno o cordero con papas, todo acompañado de pan amasado, vino tinto y blanco. Al final, mate caliente.
Curiosamente, la mayoría de las hospederías que fueron surgiendo eran mantenidas por marinos y extranjeros. Así lo refleja muy bien un aviso publicado en El Mercurio de Valparaíso el 21 de febrero de 1851: «Establecimiento nuevo en Casablanca: Posada Francesa. Don Hipólito Caseneuve avisa al público que acaba de establecer una posada a la moda de Francia, las comidas hechas por un excelente cocinero francés, servicio de lo más aseado, se amasa pan francés en la misma casa para los pasajeros. Se avisa también que tiene abundantes pastos para los caballos birlocheros, i a precios muy moderados».
En Santiago, en 1820 ya existía el Hotel Inglés. Hacia 1872, cerca de 75 hoteles y residenciales hay entre Copiapó y Ancud.
Pero es durante el siglo XX cuando se produce el gran auge de la hotelería en el país, con importantes construcciones en Arica, Santiago, Los Lagos y Valparaíso, en gran parte impulsada en los años 20 y 30 por la Empresa de Ferrocarriles del Estado y, a mediados de siglo, por la Honsa (Hotelera Nacional) con financiamiento estatal.