Lo que hace poco más de un siglo parecía imposible, al permitir a una estructura pesada mantenerse en el aire, hoy es una realidad gracias al impulso de los motores y la sustentación de las alas. Pero ¿Por qué vuelan los aviones?
Para responder a esta interrogante, hay que remontarse algunos años en la historia. Las primeras aeronaves funcionaban con hélices, los cuales fueron utilizados hasta la Segunda Guerra Mundial.
Detrás del vuelo de un avión, sin importar su tipo, cinco fuerzas deben mantener el equilibrio: peso adecuado, presión del aire sobre la superficie, fuerza de sustentación, impulso de los motores y resistencia al aire.
Por qué vuelan los aviones
La fuerza de sustentación del avión debe ser mayor que el peso de la aeronave y, en paralelo, debe derrotar la resistencia al aire.
La fuerza de sustentación es una responsabilidad que recae en las alas de los aviones. Es allí donde esos elementos, al contacto con el aire, enfrentan una diferencia de presión que genera una fuerza mayor que la del peso de la aeronave.
Por otro lado, el impulso que generan los motores permiten superar la resistencia al aire.
En el proceso de vuelo del avión estos elementos son relevantes, pero no únicos. La dirección y maniobrabilidad de la aeronave es vital para llevarla a su punto de destino. Para ello, los alerones de la nave son vitales, ya que son una superficie móvil en las alas y cola. Al moverse en cualquier dirección, impacta en la trayectoria del avión.
Estas partes son conocidas reciben los nombres de: flaps, alerones de cola, timón de dirección o timón de profundidad.
Cómo funcionan los motores a reacción
Los motores a reacción, también conocidos como motores de retropulsión, pueden funcionar gracias al combustibles como la gasolina. Para ello, el combustible se inyecta a presión, a través de aire comprimido, al interior de una cámara de combustión.
En ese lugar se producen los gases que, posteriormente, son expulsado de la aeronave por una abertura llamada «tobera». Estos permiten que el avión se mueva en el sentido contrario al cual se realizó la expulsión de los gases.