Para conocer el origen del imperialismo y el colonialismo, primero hay que aprender cuáles son sus diferencias.
El Imperialismo, doctrina que propicia el que una nación aumente su poderío extendiendo sus dominios a países dependientes, económica y políticamente, tuvo su apogeo entre 1870 y 1914. Fueron años en los que Europa incrementó su influencia y se transformó en el centro del acontecer mundial.
El imperialismo engendró el colonialismo como resultado inevitable. Mientras más colonias tenía un país, más poderoso y grande era el imperio.
Una de las razones por las cuales esta doctrina se fortaleció fue el surgimiento de nuevos Estados. Los pueblos o naciones comenzaron a identificarse con el Estado (nación políticamente organizada) y los Estados tomaron como misión el engrandecimiento de su pueblo, que se entendía como la expansión hacia el máximo posible de territorio.
Al anterior concepto se sumaba la ambición económica, ya que mientras más amplio era el territorio, mayores posibilidades de recursos tenía un Estado.
De esta forma, el corazón del imperio obtenía materias primas de sus colonias, al tiempo que los habitantes de las colonias se convertían en consumidores obligados de los productos elaborados en las capitales imperiales.
Como si lo anterior no bastara, surgieron motivos doctrinarios, puesto que la civilización occidental se consideraba superior y, por lo tanto, con derecho a imponer criterios religiosos, morales y formas de vida a todos los territorios del planeta.
influencia en África
Como influencia del imperialismo europeo, en los países de África y Asia se abolió la esclavitud, se combatió la hambruna, se mejoraron las condiciones de salud y se amplió el derecho a la educación.
Pero se fortaleció también la explotación colonial y la consiguiente dependencia económica, lo que produjo una fuerte reacción social de parte de las naciones pobres y colonizadas en contra de los países poderosos.
Aunque la lucha no solo se trabó entre débiles y poderosos, sino también entre los imperialismos poderosos que se disputaban los limitados territorios del planeta. Esta es la génesis y origen del imperialismo.
Origen del imperialismo poderoso
La primera potencia marítima, comercial y financiera del mundo durante la etapa de auge del imperialismo fue Inglaterra. La mejor exponente de esta política fue la reina
Victoria (1837-1901), bajo cuyo reinado el país tuvo la mayor prosperidad económica interna y el máximo prestigio y poder externo.
Fue también en esta época cuando la monarquía traspasó todo el poder político al jefe de Gobierno, representado en el primer ministro, y se fortaleció el poder parlamentario sobre los pilares establecidos por conservadores y liberales, a los que muy luego se sumaron los laboristas. Los territorios bajo control inglés se extendían a África, Asia, Oceanía y también a América.
Los múltiples conflictos internos de Francia, que en esta misma época conoció la derrota de Napoleón III frente a Alemania, no debilitaron sin embargo el fortalecimiento imperial de la nación.
Enfrascados en el dilema del establecimiento de la República y las características que se le iban a dar, los franceses no descuidaron la expansión colonial.
La imagen que lucían ante el mundo, como capital de la cultura y el buen vivir, contribuyó a asentar el prestigio de gran nación que los franceses ostentaron durante el siglo pasado.
El Imperio Alemán, por su parte, fue proclamado en 1870 y quedó constituido por una federación de 25 Estados. El poder se repartía entre el Emperador, jefe máximo del Estado, y el Canciller, la mayor autoridad política.
EI desarrollo económico logrado por esta nación después de la unificación fue tan espectacular, que superó a los ingleses y quedó como segunda potencia económica mundial tras Estados Unidos y primera fuerza militar de Europa.