La primera fase de la independencia se inició entre 1808 y 1810. Los gobiernos locales creados para autoadministrarse hasta la restauración de la Corona española, se convirtieron en focos independentistas o patriotas. Los cabildos abiertos, que reunían a las principales personalidades locales, organizaron juntas de gobierno que no tardaron en destituir a los gobernantes españoles: virreyes o capitanes generales.
Destacaron las juntas de Santiago de Chile, presidida por Mateo de Toro Zambrano; Buenos Aires actual capital de Argentina, encabezada por Cornelio Saavedra, y la de Caracas actual capital de Venezuela, que destituyó al virrey Vicente Emparán. Por el contrario, las juntas fracasaron en Quito, Lima y La Paz. Caso aparte fue Asunción (Paraguay), donde la junta presidida por el gobernador Bernardo de Velasco se declaró fiel al rey Fernando VII.
En México, a la revuelta dirigida por los criollos se sumaron mestizos e indígenas. La primera insurrección fue sofocada, pero a los dos años el cura Miguel Hidalgo, con el apoyo de campesinos y mineros, se apoderó de las ciudades de Guadalajara y Guanajuato. Hidalgo fue capturado y ejecutado, al igual que otros líderes revolucionarios, y el movimiento se derrumbó.
En los lugares donde las juntas se mantuvieron en el poder, el siguiente paso fue la declaración de la independencia. Los pioneros fueron Montevideo actual capital de Uruguay, con José Gervasio Artigas, y Caracas, con Francisco de Miranda. En Asunción actual capital de Paraguay, en 1811 estalló una rebelión dirigida por Fulgencio Yegros, que derrocó a Velasco y declaró la independencia.