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INDICE

González Vera cursó las preparatorias, primero en una escuela parroquial y luego en la capital en el Liceo Santiago. Alcanzó a asistir al primer año de Humanidades, pero en un primer gesto de rebeldía que sería su marca, resolvió hacerse su propio currículum, siendo expulsado del liceo por inasistencia a clases de Gimnasia, Caligrafía y Canto.

A los 13 años tuvo que trabajar. Fue pintor, mensajero, lustrabotas, barbero, empleado de sastrería, mozo de biblioteca y encuadernador. Luego va a Valparaíso, empieza vendiendo libros y termina de cobrador en un tranvía que une Valparaíso con Viña del Mar. De este período datan sus inicios en el mundo del trabajo y sus contactos con el mundo marginal de la ciudad. Alejado de su familia en 1915, se instaló en un conventillo de la calle Maruri, y se desempeñó en los más diversos oficios, hasta relacionarse con las letras. Fue así como pasó a ser redactor y fundador de la revista La Pluma y Numen, y colaborador de la famosa revista universitaria Claridad. Una vez consagrado, escribió también en la respetada Atenea, de Concepción.

Regresa a Santiago, se instala en un conventillo y encuentra ocupación en el taller de un zapatero, luego es ayudante en un almacén de antigüedades, después empleado en una casa de remates. «La lectura ha sido mi placer más sagrado. Siendo mozo en una oficina de una fundición aprendí la lectura de los rusos». Gómez Rojas lo insta a escribir y se anima y empieza a relatar lo que acontece a su alrededor: así nace El Conventillo, que más tarde tomará cuerpo en Vidas Mínimas.

En 1920, perseguido por sus ideas políticas huye y conoce en Temuco a Gabriela Mistral y a Pablo Neruda; se ocupa luego como redactor en el diario La Mañana. Regresa a Santiago y se pone a trabajar en publicidad con Fernando Santiván. En 1932 consolida su situación económica y se casó con María Marchant, una brillante educadora y activa militante comunista, intendente y regidora de su época. Tuvieron dos hijos: Álvaro y María Elena. Además se desempeñó como funcionario de la Universidad de Chile en el cargo de jefe del Departamento de Cooperación Intelectual, jubilando en 1957.

Una obra innovadora cargada de vivencias

González Vera volcó su biografía y amplia experiencia de mundo en su concisa y depurada obra, en la que destacan Vidas Mínimas (1923) y breves piezas de una fina ironía. Estos escritos, editados en pleno apogeo del criollismo, tuvieron un sello diferente, más bien orientado a indagar acerca del destino vital, cotidiano, de los habitantes de esta tierra de nadie, ni moderna ni antigua, ni rural ni urbana, que eran los suburbios de principios de siglo.

Estilo fuera de lo común

Su estilo destaca por lo sobrio, sencillo y depurado, y al mismo tiempo insólito, humorístico y fuera de lo común. No en vano González Vera ha sido calificado como nuestro primer escritor minimalista. Sus obras son pocas: Vidas Mínimas (1923), Alhué (1928), Cuando era Muchacho (1951), Eutrapelia (1955), Algunos (1950), Aprendiz de Hombre (1960), La copia y otros originales (1961), Necesidad de Compañía (1968)

El Premio Nacional de Literatura

En 1950 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura, en consideración al valor de sus dos obras editadas hasta ese momento. Ajeno a toda vanidad, fue sacudido por esta noticia, creyendo en primer término que se trataba de una broma de sus amigos, que habían incitado a los periodistas a llamarlo al teléfono de su oficina en la Universidad de Chile.En aquellos tiempos, al parecer, cantidad era sinónimo de calidad. Cuando se le informó sobre la obtención del galardón, comentó: «¿Esto me parece una broma?. Ese mismo año, publicó el relato autobiográfico Cuando era Muchacho y en 1955, Algunos, libro de ensayos sobre escritores latinoamericanos.

José Santos González Vera falleció en 1970 en su casa en Ñuñoa, Santiago, el 27 de febrero.


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