Las enfermedades pueden tener distintos orígenes, y según las causas que las provoquen se pueden clasificar en:
Infectocontagiosas
Son todas aquellas provocadas por microorganismos y, además, se contagian de una persona a otra.
Ejemplo: Gripe, rubéola y hepatitis
Carenciales
Son las que se producen por falta o deficiencia de algún principio nutritivo (alimentos fundamentales). Pueden afectar mayoritariamente a los niños, y en algunos casos a los adultos mayores (abuelitos).
Ejemplo: Raquitismo, que se produce por falta de vitamina D y calcio en la dieta.
Degenerativas
Son las que se producen por envejecimiento o deterioro de los órganos o estructuras. Es muy propia de los ancianos o personas mayores.
Ejemplo: Arteriosclerosis, producida porque las arterias se hacen más rígidas.
Profesionales
Son consecuencia de una profesión, oficio o labor de una persona.
Ejemplo: En el caso de los profesores, la afonía; y en el de los mineros, las enfermedades respiratorias.
Enfermedades infectocontagiosas
Los microorganismos deben tener una puerta de entrada en el hombre sano.
Estas vías de penetración pueden ser:
– Digestiva u oral: a través de la boca, forma en que se producen enfermedades como el cólera y la hepatitis.
– Ocular: caso en que la entrada del germen patógeno es el ojo, lo que provoca, por ejemplo, la conjuntivitis.
– Epidérmica: mediante la piel. Como se produce, por ejemplo, el impétigo.
– Respiratoria o nasal: los microorganismos penetran a través de las fosas nasales (nariz). El resfrío y la gripe se contagian por esta vía.
Etapas
En toda enfermedad infectocontagiosa se pueden distinguir tres períodos:
– Incubación: es el tiempo que transcurre desde que los microbios ingresan al organismo, hasta que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad. En esta etapa los microorganismos se reproducen rápidamente y se dispersan por todo el cuerpo; la persona no se percata de esto; los microbios se ubican en distintos órganos y provocan daño a las células, o bien producen unas sustancias dañinas para el hombre llamadas toxinas. El período de incubación es variable según la enfermedad; durante él ocurre el contagio de la enfermedad.
– Desarrollo: corresponde a la etapa en el cual el organismo se ve afectado por el germen patógeno, y comienza a defenderse de él. En ella se presentan los síntomas característicos de la enfermedad; surge la importante necesidad de hacer un control de los distintos signos o malestares que presenta el paciente; y en algunos casos, es fundamental realizar ciertos exámenes de laboratorio.
Hay que respetar las indicaciones dadas por el médico, con el fin de facilitar la acción defensiva del organismo; en esta etapa también se puede producir contagio a otras personas.
– Convalecencia: corresponde al período que se inicia cuando el organismo ha logrado vencer al microorganismo. Este tiempo es variable y depende del tipo de enfermedad y de la gravedad de ella. Durante esta etapa el organismo está muy débil y con las defensas muy bajas; la persona debe tener mucho cuidado -ya que su estado de salud podría recaer o bien adquirir otra enfermedad-; mantener un reposo relativo y una alimentación adecuada; y permanecer en la casa para recuperar las defensas que perdió combatiendo la enfermedad.