La declaración de guerra de ingleses y franceses contra el Eje abrió a Japón la posibilidad de apoderarse de las colonias europeas en el sudeste de Asia y en el Pacífico.
Entre 1940 y 1941, los nipones ocuparon Indochina y Siam (Tailandia) y continuaron su expansión a través del perímetro comprendido desde Birmania a Australia y las islas del Pacífico.
Sin embargo, les preocupaba la virtual intervención de los Estados Unidos; así, anticipando un ataque estadounidense, los japoneses decidieron tomar la iniciativa, y entre el 7 y el 8 de diciembre de 1941 bombardearon las instalaciones americanas en Pearl Harbor, Hawái y en las Filipinas. Estados Unidos, que se había mantenido neutral, entró en guerra con Japón el 8 de diciembre y con Alemania e Italia el 11 de diciembre.
A principios de 1942, los japoneses eran los amos del Pacífico, ya que habían conquistado en forma sucesiva Hong Kong, Guam, Malasia, Birmania, Borneo Holandés, Singapur, Nueva Guinea y las Indias Orientales Holandesas.
Sin embargo, entre mayo y junio de 1942 los estadounidenses obtuvieron dos grandes victorias navales en las batallas del Mar del Coral y de Midway, que les permitieron acabar con la Armada Imperial japonesa y desembarcar en Guadalcanal. A partir de aquí, la iniciativa quedó en manos de los aliados, que debieron enfrentar una encarnizada respuesta de un enemigo para el cual el concepto de rendición no existía.
Así, las fuerzas aliadas comandadas por el general Douglas McArthur y los almirantes Willliam F. Halsey y Chester W. Nimitz, comenzaron en 1944 una dura recuperación territorial, isla por isla. Esto les permitió recobrar las Filipinas (octubre de 1944) y llegar hasta las puertas del Japón en Iwo-Jima (febrero de 1945) y Okinawa (abril de 1945).
A pesar de estas acciones, los japoneses se empeñaban en resistir; solo se rindieron cuando EE.UU. destrozó las ciudades de Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente), con el lanzamiento de una nueva y mortífera arma: la bomba atómica. El 14 de agosto Japón aceptaba la rendición incondicional, la cual se oficializó con la firma del acta respectiva el 2 de septiembre.
