Osteoporosis
Los huesos de nuestro cuerpo se destruyen y reconstruyen permanentemente, para facilitar el crecimiento y la reparación.
En los jóvenes, el ritmo de formación ósea es mayor que el de reabsorción de células; es decir, se construye más que lo que se destruye.
Sin embargo, este proceso se revierte en la edad adulta, por lo que la generación de huesos es menor que su descomposición. Esto provoca un debilitamiento de la estructura ósea, porque se hace cada vez más frágil y ligera.
Como habíamos mencionado anteriormente, este fenómeno se llama osteoporosis, y afecta principalmente a las mujeres de raza blanca en edad adulta. Los huesos afectados se vuelven más porosos y se fracturan con más facilidad que el hueso normal. Con frecuencia se producen fracturas de muñeca, vértebras y cadera, aunque puede suceder en cualquier hueso.
Otros factores de riesgo son la falta de calcio, poca actividad física, ciertos medicamentos o antecedentes familiares de osteoporosis.
Reumatismo
Con seguridad, en más de una conversación entre abuelitos has escuchado ese término: que sufren de reuma y en realidad no lo pasan muy bien. Sin embargo, el reuma o reumatismo no es una enfermedad en sí misma, sino que una serie de síntomas de algunas enfermedades que afectan a las articulaciones, los huesos y músculos, y que se traducen en diferentes trastornos caracterizados por dolor, rigidez e hipersensibilidad.
Existen tres grandes grupos de complicaciones que provocan la respuesta reumática: uno abarca a las enfermedades degenerativas; otro, a las infecciones e inflamaciones, y el tercero, a las de origen metabólico o derivadas de insuficiencias alimentarias.
Artrosis
Es uno de los males reumáticos más comunes. Es una enfermedad producida por el desgaste de la articulación que lesiona los cartílagos, y sin la amortiguación que ellos nos garantizan, los huesos se rozan con el consecuente dolor y deformación.
Artritis reumatoide
Perteneciente al segundo grupo, es una extraña enfermedad, ya que es el propio sistema inmunológico (encargado de las defensas en el organismo) el que empieza a atacar los tejidos del cuerpo que se supone debe proteger. Este trastorno, del tipo autoinmune, inflama las articulaciones, que se ponen rígidas, se hinchan y se deforman.
Muchas de las articulaciones pequeñas se ven afectadas simétricamente. Las manos y los pies, por ejemplo, se dañan en el mismo grado en ambos lados. Por lo general, la rigidez es peor por la mañana, aunque mejora durante el día. Cuando la artritis es grave, los espacios articulares desaparecen y cambia el ángulo de las extremidades como consecuencia de la laxitud (ausencia de tensión) de los ligamentos. Las extremidades se vuelven ásperas y alrededor de ellas se forman nódulos; la piel se ve delgada y frágil, lo que finalmente restringe el movimiento.
Artropatías
Pertenece al tercer grupo de las enfermedades osteoarticulares atacando tanto al cartílago como al tejido sinovial (por donde circula el líquido sinovial). Son provocadas por pequeños cristales que no han sido bien asimilados o integrados por el organismo. Si estos microcristales van al cartílago, lo endurecen y le originan una artrosis. Si, por el contrario, se dirigen al tejido sinovial, lo inflaman y provocan una artritis.
Gota
Esta compleja enfermedad, de origen incierto, es causada por una alteración del metabolismo del ácido úrico producido en el organismo por la ruptura de proteínas, y como resultado de una elevación de los niveles de este metabolito en la sangre. Cerca del 95 % de los que padecen este mal son hombres, aunque es raro en jóvenes de edad inferior a los 30 años. Cuando se producen ataques agudos, el dolor es muy intenso y se localiza con frecuencia en el dedo gordo del pie, aunque a veces puede situarse en el tobillo, la rodilla, la cadera, el hombro, la muñeca, o el codo. El ataque suele comenzar en forma brusca; la articulación se hincha, enrojece, e inflama, y se torna muy sensible. Sin tratamiento, los ataques duran entre unos días a varias semanas.
El tratamiento requiere el reposo completo del lugar afectado y una dieta simple baja en proteínas, además de una ingesta elevada de agua, con el fin de reducir el contenido de ácido úrico del organismo. La fase aguda se trata con fármacos antiinflamatorios. La gota crónica se acostumbra tratar con agentes que favorecen la eliminación de ácido úrico y agentes que inhiben su producción.
Cáncer
Es una enfermedad maligna que puede afectar también a los huesos. Si se origina en un hueso, se le conoce como primario. Este es frecuente en personas jóvenes y el tipo más común es el osteosarcoma (tumor que se aloja en los huesos largos, como el fémur).
Con frecuencia, el tumor maligno del hueso es el resultado de la extensión de las células cancerígenas procedentes de otras partes del cuerpo. Si este cáncer más tarde empieza a desarrollarse en lugares diferentes, se le conoce como metástasis o cáncer secundario. Este es corriente en las personas mayores y las zonas afectadas más comunes son el cráneo, pelvis, vértebras, costillas, esternón y húmero.
– Otras dolencias son la enfermedad de Paget u osteitis deformante, un mal de origen desconocido que se caracteriza por alterar la formación normal de un hueso, y el lupus, una afección inflamatoria crónica que puede afectar varias partes del cuerpo, especialmente articulaciones, piel, sangre y riñones.