Agnes Gonxha Bojaxhiu nació el 26 de agosto de 1910 en la ciudad de Uskub, en Imperio otomano (actualmente Skopje, capital de República de Macedonia) que en aquel entonces era una pequeña ciudad de veinte mil habitantes bajo el dominio turco, pero que había pertenecido durante mucho tiempo a Albania. Sin embargo, ella consideraba como su día de cumpleaños el 27 de agosto, por ser el día en que fue bautizada, y como fecha de nacimiento 1946, cuando se inició asiduamente en la religión. Tuvo dos hermanos: Lázaro (1907-1981) y Age (1904-1973), con los que tuvo una muy buena relación; y sus padres fueron Nikolle Gonxha (1878-1919) y Dranafile Bojaxhiu (1889-1972), un matrimonio exiliado. En 1912, cuando Gonxha tenía sólo dos años, Skopje se liberó del dominio turco y logró la independencia como capital de la república albanesa de Macedonia, pero pocos años después cayó bajo el poder sucesivo de Serbia, Grecia y Bulgaria, en las sangrientas guerras balcánicas.
En Skopje, los cristianos eran el 60% de la población, subdivididos en ortodoxos y católicos, mientras que los musulmanes representaban el 35%, pero poseían la mayor cantidad de templos.
Su padre, que estaba involucrado en la política de Albania, murió en 1919 a los 41 años cuando ella tenía tan solo ocho, luego de que había sido trasladado a un hospital por una sensación de malestar tras una comida (supuesto envenenamiento). Después de la misteriosa muerte de su papá, su madre la crió como católica, concurriendo usualmente a la Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón y estudiando en la escuela estatal. Recibió su Primera Comunión a la edad de cinco años, y a los seis la Confirmación. Para los doce años, ya estaba convencida de que se dedicaría al cristianismo.
De niña, Gonxha entró a la congregación de las Hijas de María, que tenía una filial en su parroquia. Ella se fue de su casa para unirse como misionera junto a las Hermanas Loreto, y jamás volvió a ver a su madre y a su hermana.
Primeramente, se dirigió con una amiga a la Abadía de Loreto en Irlanda, para aprender el idioma inglés, con el cual las Hermanas enseñaban a los niños en su escuela de India. Llegó a aquel país en 1929, y comenzó su período de formación en Darjeeling, cerca de las montañas del Himalaya.
Hizo sus primeros votos de pobreza, castidad y obediencia como monja el 24 de mayo de 1931, en ese momento eligió el nombre de Teresa, en honor a Thérèse de Lisieux, la santa patrona de las misioneras; e hizo su profesión convirtiéndose en «Esposa de Cristo para toda la Eternidad» y miembro de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto.
Ella estaba muy perturbada por la extrema pobreza que atravesaba la región, agravada por la hambruna de Bengala en 1943 y la violencia de hindúes y musulmanes en agosto de 1946.
Enseñó en el Colegio Santa María (St. Mary), convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que la Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría.
El 10 de septiembre de 1946, se sintió llamada por Dios, y por lo que más tarde definió como “la llamada de la llamada”. Después, hizo uno de sus retiros anuales. «Iba a dejar el convento y ayudar a los pobres, viviendo entre ellos. Teresa comenzó su labor entre los más necesitados en 1948, cuando adoptó la ciudadanía india y el Papa Pío XII, el 12 de abril de aquel año, la autorizó a salir del convento, entregándose por completo a los pobres.
Aventurada en los barrios más precarios y con un sari blanco con bordes azules, colaboró en una escuela de Motijhil, atendiendo las necesidades de los indigentes y hambrientos. Ella recordaba que sus primeros años habían sido muy difíciles económicamente, debido a la falta de ingresos y suministros, y por la tentación de regresar al convento. Recibió entrenamiento de enfermera durante tres meses en Patna, con las Hermanas Misioneras Médicas de Norteamérica, y retornó en Navidad.
Su trabajo inicial fue enseñarles a leer a los niños en la calle. El 7 de octubre de 1950, recibió una autorización de la Santa Sede para iniciar la congregación diocesana, que se convertiría en el Misioneras de la Caridad. Su misión era velar por «los hambrientos, los desnudos, los sin techo, los lisiados, los ciegos, los leprosos, cuidar de toda esa gente que se siente indeseada, desamada, desprotegida por toda la sociedad, personas que se han convertido en un carga para la sociedad y son rechazadas por todos.» Inicialmente, solo tenía 13 miembros, pero actualmente posee más de 4000 monjas que se presentan activamente en orfanatos, hospicios y centros de sida en todo el mundo para la caridad y el cuidado de los refugiados, las personas con discapacidad visual, auditiva, ancianos, alcohólicos, los pobres y personas sin hogar y víctimas de las inundaciones, las epidemias, el sida y la hambruna.
Ya en 1952, abrió el primer lugar para moribundos, un espacio puesto a disposición por la ciudad de Calcuta, es decir, el viejo y abandonado Templo Hindú dedicado a la diosa Kali, fue convertido en un hogar gratuito para los moribundos y los pobres. Pero el lugar, fue renombrado por la religiosa como Kalighat, la Casa del Corazón Puro. A pesar de que varios de los ingresados murieron, tuvieron la oportunidad de morir con dignidad –como ella decía–, de acuerdo con los rituales de su fe: musulmanes leían el Corán, los hindúes recibieron agua del Ganges, y los católicos recibían los últimos sacramentos.
En septiembre el Presidente le otorga el Padna Sri u Orden de Loto y continuamente, el Premio Magsaysay, reconociéndola como “una de las mujeres más beneméritas de Asia”.
Luego, fundó un centro titulado Shanti Nagar para aquellos individuos que padecían la enfermedad de Hansen, comúnmente conocida como lepra. Las Misioneras de la Caridad establecieron varias clínicas y otorgaron medicamentos, vendas y alimentos. El Papa Pablo VI, con ocasión de su viaje a Bombay, le regaló un vehículo marca Lincoln, el cual fue instaurado en una rifa y con el dinero obtenido, hicieron un gran centro para leprosos denominado Ciudad de la Paz.
A medida que hubo un aumento de niños perdidos, sintió la necesidad de crear un lugar para ellos. En 1955 abrió la Nirmala Shishu Bhavan, el Hogar del Niño del Inmaculado Corazón, como un refugio para los huérfanos y los jóvenes sin hogar. Para los primeros años de la década de 1960 ya había inaugurado diversos hospicios, orfanatos y casas de leprosos en toda la India. En 1963 se inauguró Los Hermanos Misioneros de la Caridad junto a fray Joseph Langford. A continuación de la autorización del Papado, amplió la orden en todo el mundo, comenzando en Venezuela en 1965, contando tan solo con cinco Hermanas, mientras que para 1968 ya existía en Roma, Tanzania y Austria, hasta que se abarcó gran parte de Asia, África, Europa y los Estados Unidos.
Entre el 26 de marzo y el 16 de diciembre de 1971 ocurrió la Guerra de Liberación de Bangladesh, batalla entre la India y Pakistán, que produjo varias violaciones a mujeres, muchas de las cuales se suicidaron, enloquecieron y otras huyeron. Además, se les había prohibido contraer matrimonio y tener hijos. La Madre Teresa junto a sus Hermanas establecieron sitios para acogerlas y brindarles todas las necesidades que necesitaran, y el Gobierno otorgó la asistencia de unas 15 Hermanas más debido a la gran cantidad de necesitados. Al hecho, luego se le sumó el apoyo para que volvieran a reconstruir su matrimonio, adoptar hijos y regresar a sus pueblos, motivo por el cual recibió el agradecimiento del Primer Ministro, quien relató que éstas jóvenes deberían ser consideradas como heroínas nacionales.
En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, en 1981 la Madre Teresa inició también el Movimiento Corpus Christi para Sacerdotes y en 1984 fundó con el Padre Joseph Langford los Padres Misioneros de la Caridad para combinar los objetivos profesionales de los Misioneros de la Caridad con los recursos del sacerdocio ministerial.
Vida espiritual
Analizando sus obras y logros, Juan Pablo II le preguntó en una ocasión de dónde encontraba la fuerza y la perseverancia para ponerse totalmente al servicio de los demás. Ella la encontró en la oración y en la contemplación religiosa de Jesucristo.
Escribió muchas cartas a sus confesores y superiores durante un período de 66 años. Ella había pedido luego que las cartas fueran destruidas por temor, pero éstas fueron recopiladas.
En su primera encíclica Deus Caritas Est, Benedicto XVI mencionó a Teresa de Calcuta tres veces: el actual Papa confirma que la oración es una fuente inagotable para realizar todo tipo de acciones relacionadas con la bondad. Con respecto a las anteriores palabras, la Madre explicó sobre el orar: «Es sólo por la oración mental y lectura espiritual que podemos cultivar el don de la oración.»
Ella se confesó como admiradora de San Francisco de Asís. Todas las mañanas, las Hermanas de la Caridad recitan la oración de la paz de San Francisco durante la acción de gracias después de la Comunión. El ya mencionado santo hizo hincapié en la pobreza, la castidad, la obediencia y la sumisión a Cristo. También dedicó gran parte de su propia vida al servicio de los pobres, especialmente a los leprosos en la zona donde vivía.
Reconocimientos
En la India
En este país fue galardonada por primera vez en 1962, cuando recibió por parte del gobierno el Padma Shri. Décadas sucesivas, continuó obteniendo premios, como el Jawaharlal Nehru, de 1972 y, en 1980, el más alto galardón civil de la India: el Bharat Ratna.
En el resto del mundo
En 1962 recibe el Premio Ramón Magsaysay destinado a perpetuar su ejemplo de integridad en el gobierno, valiente servicio a la gente, y el idealismo pragmático en una sociedad democrática, destacando el trabajo en el sur o este de Asia. A principios de 1970, la Madre Teresa se había convertido en una celebridad internacional. Su fama se puede atribuir en gran parte al documental Algo bello para Dios (1969), de Malcolm Muggeridge, quien publicó un libro con el mismo nombre en 1971.
Por aquellas épocas, el mundo entero comenzó a honrar a la Madre Teresa. En 1971, el Papa Pablo VI, quien estuvo en su cargo durante más de 15 años, le entregó el Premio de la Paz Juan XXIII, elogiando su labor con los pobres, la visualización de la caridad cristiana y los esfuerzos por la paz. A este le siguió el Premio Templeton, en reconocimiento al progreso de los valores religiosos, y en 1976 recibió el Premio Pacem in Terris.
Teresa fue felicitada por diversos gobiernos y organizaciones civiles. Fue designada Compañera de Honor de la Orden de Australia en 1982 “por el servicio a la comunidad de Australia y de la humanidad en general”. A su vez, Reino Unido y Estados Unidos le otorgaron repetidamente premios, como la orden de Mérito en 1983 (RU) y la designación como «Ciudadana Honoraria de EEUU» el 16 de noviembre de 1996, pocos meses antes de su muerte. Su país natal, Albania, le dio la Condecoración de Oro de la Nación en 1994. Universidades, ya sean de Occidente o de Oriente, le han concedido varios títulos honoríficos. Otros premios abarcan el Balzan, de 1978, para la promoción de la humanidad, la paz y la hermandad entre los pueblos, y el reconocimiento internacional Albert Schweitzer (1975).
En 1979 se le atribuyó su máximo galardón: el Premio Nobel de la Paz, «al trabajo emprendido en la lucha para superar la pobreza y angustia, lo cual constituye una amenaza para la paz.» Constituía 192.000 dólares, que ella pidió que se les dieran a los pobres de la India.
Al momento de su muerte, el Primer Ministro de Pakistán Nawaz Sharif dijo que ella era «una persona rara y única que vivió mucho tiempo para propósitos más elevados. Su devoción por la vida para el cuidado de los pobres, los enfermos y los desfavorecidos es uno de los mejores ejemplos de servicio a nuestra humanidad
Luego de su visita al Papa Juan Pablo II, con el que viajó en el papamóvil en 1983 y 1986, sufrió en Roma un ataque al corazón y finalmente, tras un segundo episodio en 1989, recibió un marcapasos artificial. En 1991 se recuperó de una neumonía y de una intervención quirúrgica, y durante una estadía en México, tuvo más problemas cardíacos. Oponiéndose a continuar en su cargo como jefa de las Misioneras de la Caridad, por medio de votos, sus compañeras eligieron que aún se quedara, y aceptó.
En 1993 fue ingresada en el Hospital de las Naciones Unidas de Nueva Delhi a raíz de una congestión pulmonar, que le provocó entre otros síntomas.
En abril de 1996, la Madre Teresa se cayó y se rompió la clavícula. Para agosto, sufría malaria, infección en un pecho e insuficiencia en el ventrículo izquierdo de su corazón, por el cual debió intervenirse quirúrgicamente de éste, pero ya se notaba que su salud estaba declinando. A su vez, estaba agravada porque no se alimentaba correctamente por la gran cantidad de actividades, llegando a pesar solamente 44 kilos, y teniendo artritis y problemas de visión.
De baja estatura –1, 55 mts. –, cuando se enfermó nuevamente, tomó la controvertida decisión de ser tratada en un hospital bien equipado en California (EEUU), en lugar de sus propias clínicas. En los últimos años de su vida debió someterse a diez internaciones y cuatro operaciones de corazón.
El 13 de marzo de 1997 renunció a su cargo de guía de las Hermanas, tras 47 años al frente de ésta, por lo que fue reemplazada por sor Nirmala. Mantuvo una buena relación con Lady Di, quien le confesó su admiración el 18 de junio de 1997, cuando visitaron ambas un sidario. Meses antes de su muerte se había vuelto a reencontrar con Juan Pablo II, y una semana antes de su deceso, viajó a Santo Tomás, Calcuta.
El día 5 de septiembre de 1997 por la mañana, amaneció con un dolor de espalda agudo. A las 8:10 AM las Hermanas la escucharon decir “No puedo respirar”, por lo que presumieron que podría ser otro ataque al corazón. Extrañamente, se cortó la luz. Con el regreso de ésta pocos instantes después, una de las misioneras trató de buscar las inyecciones y conectar el oxígeno a la máquina respiratoria, pero al sostenerle el respirador, volvió a cortarse la electricidad, por lo que se suspendió el funcionamiento de los aparatos.
Tras suspirar dos veces, falleció a la edad de 87 años. En el momento de su muerte, las Misioneras de la Caridad tenía más de 4.000 hermanas y una hermandad de 300 miembros asociados, que operan 610 misiones en 123 países.
Funerales
Cardenales y arzobispos ingresaron en el campo de Calcuta, caminando ceremoniosamente sobre una alfombra roja. A sus espaldas, llegaba una banda militar de gala, seguida por la escolta de honor que llevaba sobre sus hombros el ataúd blanco con el cuerpo embalsamado y la bandera de la India.
En las tribunas, la emoción fue irreprimible. En llantos y expresiones de dolor se hizo evidente la congoja acumulada a lo largo de siete días. Tras un breve saludo, los oficiales depositaron el féretro frente al altar. En las filas próximas al cuerpo de la Madre, estaban sentados los dignatarios extranjeros, los representantes de la Santa Sede y las autoridades del ejército de la India.
A sus espaldas se encontraban los funcionarios locales junto a sus familiares, y en un sector reducido de las tribunas, un grupo de hermanas. La mayor parte de las integrantes de la congregación permanecieron en los hogares trabajando junto a los pobres: «Así lo hubiera querido la Madre», explicó la hermana Polita, que se quedó en Prem Dan velando por el bienestar de los pacientes.
La ceremonia comenzó con un canto del coro conformado por 200 hermanas y un discurso de agradecimiento del cardenal De Sousa, arzobispo de Calcuta. A continuación se celebró la misa. Las lecturas se hicieron en bengalí, indostaní e inglés.
El momento de mayor emotividad del servicio fue la entrega de las ofrendas. Un leproso, un niño discapacitado y una mujer presidiaria, integrantes de los hogares de las Misioneras de la Caridad, llevaron el agua, el vino y el pan al altar. Se calcula que dos millones de personas despidieron a la Madre en diversos lugares de Calcuta.
Pasado el mediodía, finalizó el servicio. Al salir del estadio, el cuerpo embalsamado de la misionera fue colocado por la guardia de honor en el mismo carruaje que transportó los restos de Mahatma Gandhi y de Jawaharlal Nehru. Durante una hora, la procesión recorrió la ciudad, pasando por los jardines del Maiden y frente al Memorial de la Reina Victoria. Miles de personas caminaron junto al carro que llevaba a la Madre Teresa. Entre la multitud se veían personas recientemente afeitadas en la cabeza, de acuerdo con una antigua costumbre hinduista de honrar a los padres difuntos.
Al arribar a la Casa Madre de la orden, un centenar de soldados de distintos cuerpos del ejército de la India bajaron las armas en señal de respeto a la misionera y flanquearon su paso. La procesión final estuvo liderada por un grupo de gaitas y finalizó con disparos al aire en su honor, como lo establece el protocolo de un funeral de Estado.
Por la tarde, la Madre Teresa fue sepultada en la planta baja de la sede central de la Congregación. El servicio fue privado. La única asistente ajena al clero fue Agi Bojaxhiu, sobrina de la misionera, aunque al final llegó Hillary Clinton.
La presencia de los pobres durante la semana de velatorio fue escasa. Al haber sido declarado funeral de Estado, la organización del servicio pasó de la dirección de las misioneras a las del gobierno, y la gente humilde quedó exenta, algo que provocó varios enojos y críticas.
Beatificación
Luego de su muerte, la Santa Sede consideró que se podría iniciar un proceso de beatificación. Para el tercer paso, la canonización, el Papa declararía que es una persona digna de culto universal, pero para ello se debe comprobar un segundo milagro. En 1998 se comprobó que la Madre Teresa sanó de manera inexplicable a una mujer (Mónica Besra) que padecía un tumor maligno en el abdomen. La mujer, madre de cinco hijos, ha contado a principios de la década anterior en Roma que fue acogida por las monjas de la Madre Teresa tras haber sido desahuciada por los médicos.
Una noche en la que sufría y tenía el vientre cada vez más hinchado, una religiosa le colocó sobre el abdomen una imagen de la Virgen, que había pasado por la túnica de la Madre Teresa durante la celebración del Premio Nobel. La sanación de aquella mujer ocurrió el 5 de septiembre de 1998, exactamente un año después del deceso de la Madre Teresa. Médicos indios, la Asociación de Ciencias y Racionalismo de la India e incluso el marido de Besra han puesto en duda su curación milagrosa, asegurando que la mujer se salvó sólo gracias a la medicina que tomó durante nueve meses.
El proceso de beatificación de la Madre, comenzó dos años después de su muerte gracias a una dispensa papal para no tener que esperar a que transcurrieran cinco años desde su deceso, como establece el Derecho Canónico.
El domingo 19 de octubre de 2003 a las 10:15 horas, mientras se encontraban presentes más de 300.000 personas en la plaza de San Pedro, las calles y las plazas, fue proclamada Beata por el Papa Juan Pablo II, que ya contaba con 82 años y 24 en su cargo. A la celebración han asistido medio millar de las Misioneras de la Caridad, 150 cardenales y 400 obispos. La proclamación se produjo después de que el arzobispo de Calcuta, Lucas Sirkar, solicitase al Papa la beatificación y leyese una breve biografía de la monja albanesa fundadora de las Hermanas de la Caridad. El Sumo Pontífice también estipuló que todos los 5 de septiembre se celebre la fiesta de la Madre Teresa.