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Después de la batalla naval de Salamina, Atenas fortaleció su poder y con las riquezas que le proporcionaba el comercio, los atenienses rehicieron y embellecieron su ciudad bajo la atenta supervisión de Pericles, quien gobernó a partir del año 460 a.C. La gran prosperidad cultural y económica de la que gozó Atenas en esa época, además de la preocupación de este gobernante por lograr que todos los ciudadanos fueran iguales ante la ley, ha llevado a considerar este período como el más significativo de la historia griega, llamado por eso el Siglo de Oro de Pericles.

Guerra fratricida

El auge de Atenas despertó los recelos de Esparta, lo que se transformó en una fuerte hostilidad entre ellas. De hecho, Esparta creó la Liga del Peloponeso, en contrapeso a la Confederación de Delos formada por Atenas junto con las principales ciudades jónicas.

No podía pasar mucho tiempo hasta que estallara la guerra entre ambas ciudades. Este conflicto, que involucró a toda Grecia, fue conocido como la Guerra del Peloponeso, y abarcó desde el 431 a.C. hasta el 404 a.C., aunque tuvo breves momentos de paz.

Con la ayuda de los persas, Esparta logró vencer a Atenas, lo que produjo la decadencia de la antigua Grecia. Pero esta victoria prácticamente fue una ilusión, porque en corto tiempo Atenas logró levantarse, y la ciudad de Tebas gozó de cierto dominio en la península gracias a sus grandes generales Pelópidas y Epaminondas.

Sin embargo, las conquistas posteriores del rey de Macedonia, Filipo II, provocaron la decadencia de los griegos.

El fenómeno Alejandro Magno

Curiosamente, el ocaso griego permitió al hijo de Filipo II, Alejandro Magno, llevar la cultura griega por todo el mundo.

Con apenas 22 años y comandando un ejército de 40.000 soldados, Alejandro arremetió contra los persas, que ante la impotencia de Atenas y Esparta, intentaban controlar el territorio griego.

Alejandro tuvo éxito y derrotó a los persas no solo en Grecia, sino que además conquistó Asia Menor y Egipto, también bajo el dominio persa.

En el país de los faraones fundó Alejandría, que sería una de las ciudades más famosas del mundo antiguo, conocida sobre todo por su gran biblioteca, compuesta por 700 mil textos.

Luego de obtener la sumisión de Mesopotamia y de invadir la India, sus hombres se negaron a continuar luchando. Entonces, obligado por las circunstancias, Alejandro se dedicó a reorganizar su gobierno. Sin embargo, con solo 33 años y después de una corta y extraña enfermedad, este genio conquistador muere en el 323 a.C., no sin antes dejar tras suyo un inmenso imperio.

La repartición del poder

Luego de la muerte de Alejandro Magno, sus 34 generales se disputaron arduamente el poder. Producto de esa lucha, se formaron tres grandes reinos: el de Egipto, con la dinastía de los Ptolomeos; el de Siria, donde reinó la dinastía de los Seléucidas, y el de Macedonia, con la dinastía de Antígono Gonatas.

Si bien hubo intercambio de elementos helénicos, macedónicos y orientales que dieron como resultado lo que hoy llamamos cultura helenística, la influencia mayor fue la de los helenos. Pero la cultura helenística era muy diferente a la griega, pues esta última era sobria, moderada y con activa participación del pueblo, mientras que la primera era lujosa y soberbia.

Con el tiempo las ciudades de Antioquía, Pérgamo y Alejandría fueron los centros más importantes del desarrollo cultural helenístico. Se edificaron museos, bibliotecas, teatros y academias, a los que asistían los pensadores más importantes del mundo antiguo, como Euclides y
Arquímedes.

Herencia invaluable

El legado que nos dejó Grecia en todas las áreas del saber humano es cuantioso. Aquí van algunos ejemplos:

    • Historia: El padre de la historia era griego y se llamaba Heródoto. Nació en el año 484 a.C. y fue el primero en recopilar metódicamente los hechos que iban aconteciendo en el mundo, lo cual hizo en sus Nueve Libros de la Historia («Guerras Médicas»).
    • Matemáticas: Su principal exponente griego fue Pitágoras, quien, entre otros aportes, dedujo el teorema que lleva su nombre. Él, aparte de ser un matemático, también fue un filósofo, que luego de viajar por muchos países de Oriente fundó una escuela en Crotona (Magna Grecia).
    • Medicina: Quien dio un giro definitivo a esta especialidad fue Hipócrates, pues consideró el aspecto puramente natural de las enfermedades, rechazando las interpretaciones mágicas y religiosas que prevalecían en su época.
    • Filosofía: Los filósofos (amantes del saber) más destacados en la antigua Grecia fueron tres: Sócrates, Platón y Aristóteles. El primero trató que los individuos desarrollaran su pensamiento mediante largas conversaciones, logrando que reconocieran sus errores y la verdad. Suya es la frase: «Solo sé que nada sé».

A su vez, Platón, discípulo de Sócrates, permitió que las enseñanzas de su maestro llegaran a nosotros, al escribir los Diálogos de Sócrates. Proponía que los hombres actuaran de acuerdo con la razón, buscando la verdad, la belleza y el bien.

El método de Aristóteles para llegar a la verdad era más científico que el de Sócrates y consistía básicamente en la deducción. Su pensamiento tuvo gran influencia en el mundo occidental hasta fines de la Edad Media.

  • El arte: Otra área donde los griegos nos dejaron un rica herencia fue en el arte. En la arquitectura destacan sus columnas, ya que todos los monumentos de este pueblo están sostenidos o decorados por ellas (ver infografía).
    En cuanto a la escultura, su mayor característica era la idealización del cuerpo y los rostros. Además, lograron en sus obras el dinamismo, que les daba una clara sensación de movimiento. Famosas son las esculturas de Apolo y Venus.
  • Teatro: En Grecia fue donde la tragedia alcanzó su más notable período, con tres importantes autores: Esquilo, Sófocles y Eurípides. En la comedia sobresalió Aristófanes.

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