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Los medios de comunicación impresos han tenido una evolución sin precedentes. Pasaron de dejar registros en papiros, códices, pinturas y estelas jeroglíficas a ser una herramienta para documentar libros, estudios e, incluso, las principales noticias de un país.

Pese a los avances digitales y la irrupción de las redes sociales, el papel se resiste a morir.

La evolución de los medios de comunicación impresos

La imprenta

Durante los siglos de la Edad Media, junto con la invención del papel, los chinos dieron los primeros pasos en el desarrollo de la imprenta. Buscaron un procedimiento que, en lugar de copiar los escritos a mano, les permitiera obtener muchas reproducciones iguales de un mismo original.

La solución fue labrar los caracteres de una página en una plancha de madera, de manera que éstos sobresalieran. Después entintaban la plancha y aplanaban sobre ella hojas de papel. Un sistema parecido a los sellos de hoy en día.

Imprenta del siglo XIX. Foto: Memoria Chilena

Siglos más tarde, cada signo se labraba en un trozo separado de madera, que se combinaba con otros para formar expresiones. El sistema era más rápido, aunque la enorme cantidad de caracteres de la lengua china dificultaba las cosas. Los primeros libros, calendarios y noticias se imprimieron con estos procedimientos.

Johannes Gutenberg: ¿El inventor de la imprenta?

No se tiene clara la fecha de nacimiento del inventor alemán Johannes Gutenberg. Pero se ha determinado que nació en Maguncia, pequeño poblado de Alemania, hacia el año 1400. Proveniente de una familia noble, su verdadero nombre era Friele Gensfleisch. Tampoco se tienen antecedentes concretos de su muerte estableciéndose que el hecho ocurrió probablemente a fines de 1467 o a comienzos de 1468.

En su pueblo natal se desempeñó como orfebre. Se trasladó junto a su familia a Estrasburgo, donde instaló una empresa de grabados en madera, que sería el punto de partida para el desarrollo futuro de su legado.

Numerosos han sido los estudios por determinar si fue efectivamente el inventor de la imprenta y de las letras móviles. Algunos han concluido que no. Antecedentes corroboran que los babilonios, en la Antigüedad conocieron la impresión con sellos de arcilla. Y que los chinos, alrededor del año 1041, también imprimieron con ese tipo de letras. Más aún, en la Edad Media se hicieron grabados de páginas enteras usando grabados de madera.

Sin embargo, podemos atribuir a Gutenberg la utilización de tipos móviles de metal no usados anteriormente, pero no se sabe bien quien fue el primero en implementarlas. Investigadores aseguran que el primero fue el holandés Laurens Janszoon.

Venta de la Biblia

Lo que se sabe con certeza es que Gutenberg construyó, entre 1436 y 1450, un aparato que logró fundir satisfactoriamente las letras metálicas que usó en sus primeros libros, con las cuales imprimió su famosa Biblia en 1455. A modo de anécdota podemos contar que debido a sus deudas, Gutenberg fue embargado y la imprenta que lo hizo famoso quedó en mano de sus acreedores. Con la venta de la Biblia aumentaron en cinco veces su inversión inicial.

Gutenberg en realidad no inventó nada. Mucho tiempo antes que él, los chinos habían desarrollado las técnicas de la impresión y de la fabricación de papel. Los orfebres ya sabían fabricar buriles y los viñateros de Renania ya utilizaban prensas con tornillo en sus vendimias.

Combinación de inventos

Pero todavía nadie había reunido estos distintos inventos. El ingenio del impresor alemán lo llevó a desarrollar un artefacto mecánico verdaderamente eficaz para la reproducción de los textos escritos. Así se puede considerar como el verdadero padre del libro moderno.

Para el profesor de fisiología de la Escuela de Medicina de la U.C.L.A., a Gutenberg se le debe distinguir por sus avances en el uso de la imprenta «una técnica para producción en serie con letras metálicas, una nueva aliación metálica para los tipos y la tinta de impresión con pintura. También sería conveniente ubicar a Gutenberg como un símbolo porque inauguró la industria editorial en occidente con la Biblia de 1455».

En 1450 se asoció con Johannes Fust, quien le prestó ochocientos florines para que instalará la imprenta, fundiera las letras metálicas y comprara el pergamino para imprimir la Biblia. El préstamo consideraba el salario de los ayudantes y el sustento del propio Gutenberg.

Dos años después Fust entregó la misma cantidad nuevamente, para el término del proyecto que contemplaba dos volúmenes del libro sagrado. Pero faltaba la ornamentacion a mano y el empaste de los impresos. Fust molesto finalmente decide ir a los tribunales exigiendo que se le devolviera inmediatamente el dinero.

Base de los impresos

El perfeccionamiento de los caracteres metálicos móviles fue lo que mayores inconvenientes le produjo, como se puede deducir de las muchas pruebas efectuadas sin éxito. Lo más inmediato fue la elección de la base de los impresos. El pergamino, elemento caro y poco corriente, no era lo bastante liso ni lo suficientemente liviano como para facilitar un trabajo rápido y limpio.

A pesar de la simpleza de la imprenta significó para Gutenberg invertir casi su vida entera en el perfeccionamiento de ella. Logró revolucionar la vida cultural, política, social e incluso religiosa de una buena parte de la humanidad.

Medios de comunicación impresos: Las revistas

La aparición de publicaciones periódicas que no fueran meramente informativas data del siglo XVIII. En forma de piscatores o almanaques, que se editaban por años y en los que se daban datos útiles sobre el clima, las comunicaciones, la población y otros temas informativos. Junto con prosa literaria y poemas de breve extensión. Su finalidad era amenizar el ocio de los lectores.

También del XVIII es la institución del semanario o censor, que incluía descripciones de modas y costumbres, acompañadas de crítica social y moral. Si bien su objeto no era literario, a veces la calidad de sus prosas alcanzaba tal carácter.

Los espectáculos también promovieron la publicación de revistas que, junto con las noticias y reseñas del acontecimiento, podían servir para acreditar una tendencia literaria. En 1804, Andrés Miñano fundó, sin demasiada repercusión, un Diario de los Espectáculos, revista que defendía los ideales del clasicismo ilustrado. Entre otros, escribió Leandro Fernández de Moratín.

Consolidación

Hoy en día es de los medios escritos más vendidos y utilizados. Tienen una circulación semanal, quincenal o mensual, según el caso. Existen revistas especializadas en los múltiples aconteceres de la vida nacional e internacional como la moda, política, deportes, cultura, cine, etc.

Revista
Revista Paula. Foto: La Tercera

A lo largo del siglo XX, la publicación de revistas se fue consolidando como actividad altamente rentable en todo el planeta. Probablemente el país en que más revistas se publican en la actualidad sea Japón —donde existen varios millares de revistas distintas—, seguido de los Estados Unidos.

De todas maneras, debido al aumento del costo del papel, la impresión y la distribución, y del surgimiento de la televisión —que restó a la prensa escrita gran parte de sus lectores y anunciantes—, muchas revistas se cerraron en las décadas de 1960 y 1970. Sin embargo, la mayoría de las revistas especializadas y de gran calidad, como Scientific American (1845), National Geographic (1888) y Art in America (1913) no acusaron en demasía esta situación competitiva y sus ventas se han mantenido a pesar del clima general de reducción del mercado.

Medios de comunicación impresos: Diario y periódico

El diario es el más insigne de los medios de comunicación impresos, de aparición diaria, que contiene información sobre todas las áreas temáticas de interés general. Entrega información, opiniones, análisis y artículos entre otros.

Los periódicos son publicaciones editadas normalmente con una periodicidad diaria o semanal, cuya principal función consiste en presentar noticias, al igual que los diarios. Los periódicos también contienen comentarios sobre éstas, defienden diferentes posturas públicas, proporcionan informaciones y consejos a sus lectores y a veces incluyen tiras cómicas, chistes y artículos literarios. En casi todos los casos y en diferente medida, sus ingresos económicos se basan en la inserción de publicidad.

A pesar de la aparición del cine a principios del siglo XX, de la radio en los años veinte, de la televisión en los cuarenta y de nuevas tecnologías como Internet, estos medios de comunicación impresos, los diarios y periódicos, siguen constituyendo una fuente primordial de información.

El inicio de la prensa escrita

Antes de la aparición de los tipos de imprenta móviles a mediados del siglo XV, las noticias se difundían por vía oral, por carta o por anuncio público. Durante la Edad Media el periodismo comenzó con personas denominadas «juglares«, que eran peregrinos que iban de posada en posada dando información verbal de todo lo que ocurría. Después nacieron las «efemérides» que fue la primera forma de hacer prensa escrita incluyendo todo lo ocurrido en un año. Después salieron las «hojas volantes» que eran meramente noticiosas.

Hasta 1609 no se empezaron a publicar los primeros periódicos. Estos ejemplares, medios de comunicación impresos en el norte de Alemania, se denominaban corantos y publicaban «sueltos» sobre sucesos en otros países. La palabra noticia se acuñó un siglo más tarde.

La imprenta cambió los medios de comunicación impresos

En el siglo XVIII, se fundaron los periódicos llamados Gacetas, medios de comunicación impresos de reconocimiento mundial. Por ejemplo, Gazette de France (1613) y la Gazeta de Madrid en 1661. Gracias al invento de la imprenta y de los tipos móviles el periódico comenzó a imprimirse en forma más rápida.

En menos de veinte años ya se publicaban medios de comunicación impresos en Colonia, Frankfurt, Berlín y Hamburgo (Alemania); Basilea (Suiza); Viena (Austria); Amsterdam y Amberes (Bélgica). Los periódicos de Amsterdam, impresos en inglés y francés, llegaron rápidamente a Londres, donde el primer periódico vio la luz en 1621, y a París, donde el primer periódico apareció en 1631. En el año 1645 Estocolmo disponía de un periódico de la corte que aún se publica.

Estos medios de comunicación impresos eran de formato reducido y por lo general sólo tenían una página. No tenían ni cabeceras ni anuncios y se asemejaban más a un boletín que a los periódicos actuales.

El primer periódico estadounidense de tirada continua fue Boston News-Letter, fundado en 1704 por John Campbell. Este periódico, censurado por el gobernador de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, contenía noticias financieras y del extranjero y recogía nacimientos, defunciones y sucesos de carácter social. En 1721 James Franklin fundó New England Courant en Boston; en su redacción figuraba su hermano pequeño Benjamin Franklin, que en 1723 marchó a Filadelfia, donde más tarde publicaría Pennsylvania Gazette y General Magazine.

Los periódicos sensacionalistas

A medida que los periódicos comenzaron a competir entre sí para aumentar su tirada con objeto de conseguir más publicidad, los editores Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst comenzaron a practicar un nuevo tipo de periodismo. Pulitzer, en The New York World, y Hearst en The San Francisco Examiner, y posteriormente en The New York Journal, transformaron sus periódicos con noticias de carácter sensacionalista y escandaloso, incluyendo dibujos y otro tipo de pasatiempos como las viñetas de humor. Cuando Hearst comenzó a publicar secciones de humor en color, entre las que se incluía una tira titulada The Yellow Kid, que arrebató a su eterno rival Pulitzer, a este tipo de periódico se le bautizó como prensa amarilla.

Periódicos modernos

El crecimiento de los medios de comunicación impresos se vio favorecido también por otros avances tecnológicos. La aparición de la primera linotipia a mediados de 1880 aceleró la composición al permitir fundir automáticamente los tipos en líneas. Se fueron perfeccionando las rotativas y las tiradas de los periódicos en las grandes ciudades y  alcanzaron las cotas de cientos de miles de ejemplares.

En la actualidad, los grandes periódicos tienen redacciones especializadas. Además del equipo de noticias, con reporteros y editores, también disponen de equipos numerosos en los departamentos de publicidad, circulación y producción.

A fin de hacer frente a la competencia de los reportajes en directo de la radio y la televisión, los periódicos han adoptado un enfoque más analítico; presentan una información exhaustiva en torno a las noticias, sobre todo desde la expansión de los noticiarios en televisión de los años sesenta.

En los últimos años del siglo XX los principales periódicos de todo el mundo han entrado en el universo de Internet, con redacciones específicas cada vez más numerosas, información constantemente renovada y un número de visitas que cada día supera más a la tradicional tirada del papel impreso. El Daily Telegraph fue el primero en lanzar en 1994 este avance tecnológico en el Reino Unido al sacar el Electronic Telegraph.

El libro

Los primeros libros consistían en planchas de barro que contenían caracteres o dibujos incididos con un punzón. Se cree que las primeras civilizaciones en utilizarla fueron los pueblos de Mesopotamia, como los sumerios y los babilonios.

El papiro

Mucho más próximos a los libros actuales eran los rollos de los egipcios, griegos y romanos, compuestos por largas tiras de papiro —un material parecido al papel que se extraía de los juncos del delta del río Nilo— que se enrollaban alrededor de un palo de madera. El texto, que se escribía con una pluma también de junco, en densas columnas y por una sola cara, se podía leer desplegando el rollo.

La longitud de las láminas de papiro era muy variable. La más larga que se conoce (40,5 metros) se encuentra en el Museo Británico de Londres. Más adelante, durante el periodo helenístico, hacia el siglo IV a. C., los libros más extensos comenzaron a subdividirse en varios rollos, que se almacenaban juntos.

papiro medios de comunicación impresos
Papiro. Foto: La Tercera

Los escribas (o escribientes) profesionales se dedicaban a copiarlos o a escribirlos al dictado, y los rollos solían protegerse con telas y llevar una etiqueta con el nombre del autor.

Atenas, Alejandría y Roma eran grandes centros de producción de libros, y los exportaban a todo el mundo conocido en la antigüedad. Sin embargo, el copiado a mano era lento y costoso, por lo que sólo los templos y algunas personas ricas o poderosas podían poseerlos. La mayor parte de los conocimientos se transmitían oralmente, por medio de la repetición y la memorización.

Aunque los papiros eran baratos, fáciles de confeccionar y constituían una excelente superficie para la escritura, resultaban muy frágiles, hasta el punto de que, en climas húmedos, se desintegraban en menos de cien años. Por esta razón, gran parte de la literatura y del resto de material escrito de la antigüedad se ha perdido de un modo irreversible.

El pergamino

El pergamino y algunos materiales derivados de las pieles secas de animales no presentan tantos problemas de conservación como los papiros. Los utilizaron los persas, los hebreos y otros pueblos en cuyo territorio no abundaban los juncos. Y fue el rey Eumenes II de Pérgamo, en el siglo II a. C., uno de los que más fomentó su utilización, de modo que hacia el siglo IV d. C., había sustituido casi por completo al papiro como soporte para la escritura.

El códice, antecedente del libro actual

El siglo IV marcó también la culminación de un largo proceso, que había comenzado en el siglo I. Tendiente a sustituir los incómodos rollos por los códices (en latín, ‘libro’), antecedente directo de los actuales libros.

El códice, que en un principio era utilizado por los griegos y los romanos para registros contables o como libro escolar, consistía en un cuadernillo de hojas rayadas hechas de madera cubierta de cera. Se podía escribir sobre él con algo afilado y borrarlo después, si era necesario.

Entre las tabletas de madera se insertaban, a veces, hojas adicionales de pergamino. Con el tiempo, fue aumentando la proporción de papiro o, posteriormente, pergamino, hasta que los libros pasaron a confeccionarse casi exclusivamente de estos materiales. Plegados formando cuadernillos luego se reunían entre dos planchas de madera y se ataban con correas. Las columnas de estos nuevos formatos eran más anchas que las de los rollos.

La palabra códice forma parte del título de muchos manuscritos antiguos, en especial de muchas copias de libros de la Biblia.

Libros medievales europeos

En la Europa de comienzos de la edad media, eran los monjes quienes escribían los libros, tanto para otros religiosos, como para los gobernantes del momento. La mayor parte de ellos contenían fragmentos de la Biblia, aunque muchos eran copias de textos de la antigüedad clásica. Los monjes solían escribir o copiar los libros en amplias salas de los monasterios denominadas escritorios.

Muchos libros medievales contenían dibujos realizados en tintas doradas y de otros colores, que servían para indicar los comienzos de sección, para ilustrar los textos o para decorar los bordes del manuscrito.

Los libros medievales tenían portadas de madera, reforzadas a menudo con piezas de metal, y poseían cierres en forma de botones o candados. Muchas de las portadas iban cubiertas de piel y, a veces, estaban ricamente adornadas con trabajos de orfebrería en oro, plata, esmaltes y piedras preciosas. Estos bellísimos ejemplares eran auténticas obras de arte en cuya confección intervenían, hacia el final de la edad media, orfebres, artistas y escribas profesionales. Los libros, por aquella época, eran escasos y muy costosos.

El libro en Oriente

Probablemente, los primeros libros del Lejano Oriente estaban escritos sobre tablillas de bambú o madera, que luego se unían entre sí. Otro tipo de libros eran los constituidos por largas tiras de una mezcla de cáñamo y corteza inventada por los chinos en el siglo II d. C.

Al principio, estas tiras se incidían con plumas o pinceles de junco y se envolvían alrededor de cilindros de madera para formar un rollo. Más adelante, se comenzaron a plegar en forma de acordeón, a pegarse en uno de los lados y a colocarles portadas hechas de papel fino o tela. Los sabios y funcionarios que sabían escribir se esforzaron especialmente en dotar a sus escritos de estilos distintivos de caligrafía, que era considerada como una de las bellas artes.

Libros impresos

En el siglo VI a. C., en China ya se imprimían textos utilizando pequeños bloques de madera con caracteres incisos. Aunque el más antiguo de los libros impreso de este modo de que se tenga noticia es el Sutra del diamante, data del año 868. El Tripitaka, otro texto budista, que alcanzaba las 130.000 páginas, fue impreso en el 972.

Por supuesto, imprimir libros a partir de bloques reutilizables resultaba más rápido y cómodo que tener que escribir las distintas copias del libro a mano. Pero se necesitaba mucho tiempo para grabar cada bloque y se podía utilizar para una sola obra.

En el siglo XI, los chinos inventaron también la impresión a partir de bloques móviles, que podían ensamblarse y desensamblarse entre sí para componer distintas obras. Sin embargo, hicieron muy poco uso de este invento, debido a que el enorme número de caracteres (kanji o ideogramas) del chino —unos 7,000— hacía prácticamente inabordable la utilización de este sistema.

En Europa, se comenzó a imprimir trabajos a partir de bloques de madera en la edad media, idea que debió llegar como consecuencia de los contactos que se tenían con Oriente. Los libros impresos con bloques de madera solían ser obras religiosas, con grandes ilustraciones y escaso texto.

Libros del renacimiento

En el siglo XV se dieron dos innovaciones tecnológicas que revolucionaron la producción de libros en Europa. Una fue el papel, cuya confección aprendieron los europeos de los pueblos musulmanes (que, a su vez, lo habían aprendido de China). La otra fue los tipos de imprenta móviles de metal, que habían inventado ellos mismos.

Aunque varios países, como Francia, Italia y Holanda, se atribuyen este descubrimiento, por lo general se coincide en que fue el alemán Johann Gutenberg quien inventó la imprenta basada en los tipos móviles de metal. Publicó en 1456 el primer libro importante realizado con este sistema, la Biblia de Gutenberg.

Estos avances tecnológicos simplificaron la producción de libros, convirtiéndolos en objetos relativamente fáciles de confeccionar. Por tanto, accesibles a una parte considerable de la población. En el siglo XVI, tanto el número de obras como el número de copias de cada obra aumentó de un modo espectacular.

La imprenta llegó muy pronto a España, y se supone que el primer libro español se imprimió en 1471, aunque este hecho no está documentado. Sí se sabe, en cambio, con seguridad, que al año siguiente Johann Parix imprimió el Sinodal de Aguilafuerte. Hoy en día, a falta de datos sobre otros, es el primer libro impreso español.

La imprenta llegó a América algo más tarde, en 1540, año en que comenzó a funcionar la primera en México. La edición de libros se inició en seguida y se multiplicó extraordinariamente, tanto en Nueva España como en el Perú.

Libros contemporáneos

A partir de la Revolución Industrial, la producción de libros se fue convirtiendo en un proceso muy mecanizado. En nuestro siglo, se ha hecho posible la publicación de grandes tiradas de libros a un precio relativamente bajo gracias a la aplicación al campo editorial de numerosos e importantes avances tecnológicos.

Así, la baja en el costo de producción del papel y la introducción de la tela y la cartulina para la confección de las portadas, de prensas cilíndricas de gran velocidad, de la composición mecanizada de las páginas y de la reproducción fotográfica de las imágenes han permitido el acceso a los libros a la mayor parte de los ciudadanos occidentales.

En América Latina se han desarrollado varios grandes centros productores de libros, a través de sus editoriales más conocidas, en Argentina, Chile, Colombia, México y Cuba.


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