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LA TERCERA, 31 de diciembre de 2006.
Por : Marisol Olivares Acuña.

Clases particulares durante el verano con un enfoque incorrecto o castigos excesivos como no ver televisión durante todo un mes, son las reacciones más frecuentes de los padres frente al fracaso escolar de sus hijos.

El problema es que todas estas medidas suelen estar bajo un enfoque incorrecto, que culpa sólo al estudiante y no busca las causas más allá que suelen estar en el tipo de colegio, en el estilo de los profesores o en la etapa de desarrollo que vive el menor. “Muchas veces el fracaso de nuestro niño no es su fracaso, sino el de educadores mal preparados, de padres poco comprometidos con el proceso o el de una sociedad que no se responsabiliza con su educación”, dice Luis Alemán, psicólogo de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Central formado en La Habana.

Además, los padres suelen sobredimensionar el problema: muchos de ellos califican de fracaso no sólo el hecho de repetir el año, sino cualquier promedio bajo lo aceptable. “En Chile, se lleva a los niños al neurólogo, cuando pasan de curso, pero tienen promedio 5,2 y eso no es fracaso escolar”, enfatiza Riesco.

Por eso, los expertos recomiendan que, antes de aplicar sanciones, los padres analicen las causas del fracaso y examinen con el propio niño y la ayuda de especialistas la mejor forma de enfrentarlo. Siempre considerando que la repitencia debe ser la última medida a aplicar, pues está comprobado que un niño no mejora su aprendizaje sólo por el hecho de hacer dos veces el mismo curso.

¿Cambiarlo de colegio?

Lo primero que deben hacer los padres es preguntarse si el tipo de educación que reciben sus hijos es el adecuado. Puede ocurrir que el profesor no haya desarrollado todas las herramientas posibles para que el niño aprenda (ver recuadro) o simplemente que el colegio no sea el apropiado. En ese caso, los especialistas recomiendan cambiarlo, aun cuando los hermanos estén allí. “El niño que no rinde igual que sus hermanos tiene mucha presión y baja su autoestima. Por eso, si un niño repite debe ser cambiado a un colegio que enfatice materias con más relación con sus intereses y estilos de aprendizaje”, dice Malva Villalón, psicóloga de la U. Católica.

Otro aspecto a considerar es la etapa del desarrollo en la que se encuentra el niño. Según Paula Riesco, en tres periodos -a los seis, 12 y 16 años- los niños viven un proceso conocido como “poda neuronal”, en el que se eliminan las neuronas que no utilizan y se refuerzan las de mayor uso. Por eso, están cansados, no se mueven, parecen deprimidos y les cuesta más retener los conocimientos. Esos años coinciden con los de más repitencia: primer año básico en el primer ciclo y séptimo en el segundo ciclo. El 4,1% y 5,6% de los alumnos no es promovido en esos niveles respectivamente. Sin embargo, como los docentes no están capacitados en los procesos internos que viven los niños, les exigen como si igual.

¿Clases particulares?

Muchos padres adoptan la opción de dictarle clases particulares al niño durante el verano. Los expertos reconocen los beneficios de esta práctica, siempre y cuando no se plantee como un castigo. “No es un castigo por farrearse el año, sino que es un aprendizaje para la vida”, dice Villalón. Incluso, el profesor puede ser el hermano mayor, quien también puede aprovechar de mejorar sus propios conocimientos.

Las clases pueden reforzarse con lecturas recreativas y juegos con tablas de multiplicar. Lo importante es que se mezclen con la práctica de deportes y actividades al aire libre, que favorecen el desarrollo neurológico del menor, lo que le ayudará a rendir mejor durante el año. Y que no sean vistas como un castigo. “Los castigos no deben ser al niño, sino a las razones por las que se fracasó, si no estudió merece ser privado de algo que le guste por un tiempo que los padres puedan cumplir. Dejarlo sin regalos, castigarlos por un mes es absurdo, porque los padres no lo pueden cumplir”. Por último, no hay que olvidar que si el menor se esforzó no se le puede sancionar por un mal rendimiento, sino apoyarlo.

 

Finalmente, los incentivos son buenos, pero hasta cierto límite. Lo menos aconsejable es dar premios en dinero por los siete que los niños se sacan en el colegio.


 El rol del profesor

Las causas de repitencia y fracaso escolar casi siempre se le atribuyen al niño. Es el primer gran error a la hora de enfrentar el fracaso, porque puede acarrearle al menor problemas de autoestima y seguridad y llevarlo a actitudes regresivas como hacer “pataletas” o chuparse el dedo. “El papel del educador en el aula es fundamental para lograr el éxito académico”, dice Luis Alemán, sicólogo de la Universidad Central.

Por eso, el experto reconoce que el educador debe asumir un liderazgo tutorial, esto es, entregar un programa de educación a principios de año, fijarse metas y cumplirlas sin olvidar que el aprendizaje es un proceso que relaciona lo cognitivo y lo afectivo, pues la afectividad acelera el aprendizaje.

Además, debe procurar todas las herramientas para que el alumno aprenda. Por ejemplo, si un niño tiene una inteligencia kinestésica -que aprenden a través de emociones y sensaciones-, no podrá adquirir conocimientos a través de lo visual o la lectura. “Si tiene problemas para escribir, se le deben tomar pruebas orales. Si entiende, pero sale mal evaluado, se deben buscar nuevas formas de evaluación o hacerle clases diferenciadas”, recalca Paula Riesco, de la U de Los Andes.

 


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