Los pulmones son dos órganos que en su interior poseen tubos llenos de aire. Están ubicados dentro de la caja torácica, protegidos por las costillas y a ambos lados del corazón.
Su principal función es conseguir que los glóbulos rojos obtengan oxígeno y liberen dióxido de carbono hacia el exterior. Este proceso se conoce como hematosis.
Cada pulmón, que se divide en lóbulos, pesa cerca de 800 gramos. El derecho consta de tres (superior, medio e inferior) y el izquierdo, sólo de dos (superior e inferior).
Esto último ocurre porque el corazón se encuentra ubicado en el centro del pecho hacia la izquierda, restándole una porción de espacio al pulmón izquierdo.
Dentro de los lóbulos hay una gran cantidad de lobulillos conectados a un bronquiolo, que, a su vez, se divide en cavidades conocidas como vesículas pulmonares.
Acá se forman los alvéolos, que son sacos muy pequeños y elásticos, cuya principal función es producir el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono.
En la superficie interna de cada alvéolo existen células de sangre, conocidas como macrófagos, encargadas de comer y destruir las sustancias irritantes que ingresan con el aire, como bacterias, partículas de polvo, entre otros.