Skip to main content

Era un día nublado, venía de mi entrenamiento, había sido una tarde muy agotadora, pero es lo que me gusta hacer.

Cuando salí del estadio, al cruzar la calle, pasó una camioneta. Aún la recuerdo, era una camioneta gris. Cuando la vi venir directamente hacia mí, recuerdo que cerré los ojos, y no los volví a abrir hasta tres días después.

Cuando desperté estaba acostada en una cama, en una sala sola, las máquinas estaban alrededor, no entendía lo que pasaba, hasta que, al hacer el intento de ponerme en pie, me di cuenta de que no sentía mis piernas.

Fue tanta la desesperación que recorrió mi cuerpo, mil recuerdos se me venían a la mente en un segundo, recordaba cuando corría, cuando entrenaba, estaba totalmente desesperada. Grité, grité tan fuerte, que en un segundo ya estaba rodeada de médicos y enfermeras.

Estaba aterrada por lo que me había sucedido, ¿por qué no sentía mis piernas?. Estaba histérica, recuerdo que el doctor miró disimuladamente a la enfermera que estaba a su lado y ella me inyectó algo que me hizo dormir nuevamente.

Al otro día, al despertarme, vi a mi mamá junto a mi cama, ahora, más calmada que el día anterior, le pregunté que era en realidad lo que me había sucedido, y me contestó, con tristeza, que el día que había salido de mi entrenamiento, una camioneta me atropelló, y que los médicos decían que era muy probable que nunca más volviera a correr.

En ese segundo, justo en el instante en que de su boca salieron esas palabras «lo más probable es que nunca más vuelvas a correr», recuerdo que grité, y lloré como nunca nadie había llorado. El mundo se me venía encima, el atletismo, mi futuro dependía de él, y en ese instante me di cuenta de lo valioso que era mi cuerpo, pero ya era tarde.

Después de varias operaciones, los médicos se daban cuenta de que mis piernas ya no iban a volver a tener movilidad, pero yo tenía fe, aunque ellos sabían que estaba todo perdido. La frase «querer es poder» ha permanecido en mi cabeza desde ese día hasta hoy, yo quería seguir entrenando y sabía que podía. Incluso a veces me consideraban soñadora, pero yo sabía que no era así, porque mi fe era mayor.

Mis papás, al notar mi gran preocupación y mis ganas por seguir entrenando, me empezaron a llevar diariamente a un centro de rehabilitación cerca de mi casa, allá me bajaba de mi silla y trataba de dar algunos pasos, pero siempre con los artefactos que ahí se encontraban.

La perseverancia y la constancia me acompañaron siempre durante ese largo año de rehabilitación. Las enfermeras me apoyaban en cada logro que conseguía.

Un día, lo recuerdo perfectamente, el 22 de marzo del 2007, me encontraba en el centro de rehabilitación como era común, me apoyé en la enfermera que me ayudó a levantarme, apoyé mis pies fuerte y decididamente en el suelo, de a poco fui soltando mis manos de las manos de la enfermera hasta que estuve parada sobre mis piernas. Sólo dependía de ellas, traté de dar un paso, luego otro y otro, cada paso me llenaba de esperanza. Di cinco pasos.

Al fin podía caminar, lloré de emoción, mi sueño de ser atleta no estaba completamente lejos de ser una realidad. Los doctores no lo podían creer, decían que era un milagro, ese día fue el más feliz de toda mi vida.

Luego de mi recuperación total seguí entrenando, gané varios sudamericanos de atletismo, conseguí varios record a nivel nacional. Y ahora, voy sentada en el asiento 54 del vuelo hacia Londres, a competir en los Juegos Olímpicos. Mi sueño se ha hecho realidad.


Warning: Invalid argument supplied for foreach() in /www/wwwroot/www.icarito.cl/wp-content/themes/icarito-v1/template-parts/content-relacionadas.php on line 13