LA TERCERA, 18 de diciembre de 2006.
Por : Marisol Olivares Acuña
Cuadernos que se escriben con lápiz verde para impedir que se fotocopien y hasta la recomendación de no bajar solos las escaleras, porque alguien los puede empujar.
Son parte de los mitos que rodean a los más de 700 estudiantes de Bachillerato de las universidades más prestigiosas del país, en su lucha por conseguir uno de los escasos cupos para las carreras más apetecidas, como Medicina.
Los bachilleratos son hoy una vía no sólo para conocer una amplia variedad de asignaturas y así poder elegir mejor la vocación, sino también una alternativa de ingreso a las carreras más valoradas y exigentes.
El problema es que los cupos para éstas son pocos y la demanda mucha. En la Universidad de Chile, por ejemplo, existen sólo 12 vacantes para Medicina y de los 250 alumnos de Bachillerato en Ciencias, más de cien manifiestan durante el primer año la intención de ingresar a esa carrera. En la Universidad Católica, el panorama es parecido: 15 cupos para 30 estudiantes que a fines de segundo año la ubican como primera opción.
No es de extrañar entonces que la competencia sea feroz. Y si bien nadie bota a su compañero en las escaleras, sí los alumnos reconocen algunas prácticas poco solidarias, como que los cuadernos no se prestan, que las materias que los profesores suben a Internet son rápidamente borradas por manos negras y que si hay cambio de fecha de pruebas, los ausentes no se enteran.
La lucha por las décimas
“La presión es muy fuerte. No se llega al extremo de escribir con lápiz color claro, pero tampoco se prestan los cuadernos, a mí me daría miedo pedirlo y yo tampoco lo hago. Y cuando el profesor da una información en clase, los presentes no se lo cuentan al resto. También hay niñas que persiguen a los profesores para que les suban una décima y estos lo hacen por cansancio, no porque se lo merezcan”, cuenta Claudia, que estudia Bachillerato en Ciencias de la Universidad Católica.
La competencia se agrava por el sistema de ingreso a los cupos de las carreras más apetecidas. El Bachillerato dura dos años, al cabo de los cuales los alumnos ingresan a la carrera de su elección. Pero los ramos de dicha carrera se comienzan a tomar a fines del primer año y la selección al programa escogido depende de los cupos y de las notas en los primeros dos años que deben ser iguales o superiores a la nota del último matriculado en esa carrera del año anterior.
Para la mayoría de las carreras, todo funciona casi perfecto. No así en el caso de Medicina, donde como hay pocos cupos, la nota requerida como mínimo suele estar sobre el 5,5 de promedio. Menos hablar de reprobar un ramo: en ese caso, la postulación a estas carreras se hace imposible. Además, como los alumnos sólo saben a finales del segundo año si quedaron en la carrera escogida, se agrega más estrés.
“Acá, el que pestañea pierde. Yo no compito con mis compañeros, sino con el último promedio que entró a Medicina el año pasado: un 5.5. Yo tengo mejor nota, así que debiera estar adentro”, explica con cierta seguridad Felipe del Valle, sentado en uno de los patios del campus Juan Gómez Millas, de la U. de Chile.
Así, la lucha por la décima se transforma en el leit motiv de muchos. Claudia, de Bachillerato en Ciencias en la U. Católica, interrumpió sus vacaciones para ir a la universidad y ver si se publicó el ranking de los mejores alumnos que quieren entrar a Medicina. “Cuando me entregan una nota lo primero que hago es mirar cómo les fue a mis compañeros. Vivimos pendientes de las notas, no carreteo hace meses y estamos todos estresados. Todas las décimas valen”.
Comenta que ella y la mayoría de sus compañeros se inscribieron para rendir nuevamente la PSU, porque si obtienen un buen puntaje no dudarían en ingresar retirarse del Bachillerato e ingresar directamente a primer año de Medicina, porque igual podrían convalidar los ramos ya hechos.
Es la vía escogida por muchos. Ese fue el camino que siguieron, por ejemplo, casi 100 alumnos en el primer semestre de Bachillerato con Mención en Ciencias en la U de Chile que no tuvieron el rendimiento esperado para entrar a la competencia por los cupos.
Todos quieren lo mismo
La directora de este programa de la PUC, Paulina Volz, cuenta que la competencia sólo se da en primer año, porque entonces hay una inseguridad mayor: “Todos quieren carreras tradicionales, porque son exitosas y no conocen otras, pero en segundo año esto cambia y de hecho nuestros alumnos son muy unidos, se hacen amigos por toda la carrera, van a trabajos de invierno y se ganan muchos premios porque son muy organizados y saben que cuesta ganarse las cosas”.
Similar opinión tiene Jorge Babul, director de Bachillerato de la U de Chile: “La competencia se da principalmente en Medicina, en el resto de las carreras no es así. Principalmente porque no todos pueden entrar a carreras de tanta exigencia académica. Como tenemos mucha demanda, elegimos a los mejores promedios”.
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Cómo funciona el ingreso de los estudiantes a las carreras universitarias Según el director de este plan, Jorge Babul, el 85% de los estudiantes de segundo año ingresan a la primera preferencia que señalaron al finalizar el programa. La carrera más disputada es Medicina y la segunda Ingeniería Civil. En esta última, casi todos logran ingresar y convalidar el primer año. En el caso de la PUC, los alumnos al finalizar el segundo semestre señalan sus tres primeras preferencias: en 2005, 61 estudiantes querían entrar a Ingeniería Civil con 50 cupos, 30 a Medicina donde existen 15 vacantes, y 45 a Ingeniería Comercial donde apenas se llenan los cupos. Existen carreras como Astronomía donde hubo 10 cupos para Bachillerato y sólo tres se llenaron. En el caso de la mención en Ciencias Sociales y Humanidades las plazas prácticamente coinciden con los postulantes. Otras carreras donde existe cierta competencia es en Actuación, Ingeniería Comercial, Psicología, Arquitectura y Derecho. En Ciencias Políticas, Literatura y Periodismo, en cambio, sobran las vacantes. |
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