EL CACAO
En su primera carta al emperador Carlos V. Hernán Cortés menciona al cacao como una de las más valiosas cosas halladas en el Imperio Mexicano: «…el cacao es un fruto como almendras, que ellos (los indios) venden molido; tienenlom en tanto, que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias en los mercados y otras partes «.Y uno de los primeros obsequios que el conquistador envió al emperador español, fue el cacao con las instrucciones necesarias para beberlo como chocolate, que era una de las bebidas más finas que usaban los indígenas.
Los indios mexicanos cultivaban la planta del cacao muchos años antes del descubrimiento del nuevo mundo, y su fruto, además de servir para comerlo, se usaba como moneda: Moctezuma recibía parte de sus tributos en almendras de cacao, porque él estimaba mucho sus bayas, como monedas que eran y como bebida que le encantaba beber. La ciudad de Tobago satisfacía anualmente al emperador Moctezuma 400 mil countles, lo cual equivale a ciento 60 millones de bayas de cacao. Moctezuma mandaba preparar diariamente, para su consumo personal, 50 tasas de chocolate.
El cacao-moneda no circulaba solamente en el Imperio Mexicano sino también en los países vecinos, y no sólo servía para adquirir las cosas de poco precio, sino también las de gran valor como los esclavos. Como manjar, sólo lo empleaban los ricos, los señores y principales, pues al pobre le servía más como moneda, que, como observa Oviedo: » La gente común no usa ni puede usar con su gula o paladar tal brebaje, porque no es más que empobrecer adrede y tragarse la moneda y echarla en donde se pierde «. Pero era una moneda que no provocaba la avaricia, porque pronto se corrompía o descomponía por lo que había que gastarla pronto. Parece increíble, pero también esta moneda, tan distinta de las otras, era falsificada. En 1537 el virrey don Antonio de Mendoza envió al rey muestras de esas falsificaciones, que consistían en cáscaras vacías de semillas de cacao, rellenas de barro y llamadas » cacahuachichiua «.
El cultivo del cacao estaba esparcido en toda la zona templada y caliente del país, como en la provincia que se llamó Tabasco y lo que corresponde a Michoacán, Colima, Chiapas y Campeche. Parece que en esos lugares se producía de una manera espontánea, y también había cultivos muy buenos de cuatro variedades principales de la planta: el quauhcahuatl, el mecacahuatl, e xochicahuatl y el tlacacahuatleña, esta última variedad de la semilla muy pequeña. Los cacaos más estimados eran los de las provincias de Tabasco y el Soconusco (Xoconochco) que todavía conservan esa reputación, pues sus semillas son grandes, oleaginosas y de buen sabor.
El cacao pertenece al género, Theobroma (que significa » alimento de los dioses») de la familia de las bitneriaceas. Se conocen 18 especies distintas, que proceden de las variedades que se cultivan y que se distinguen por el mayor o menor crecimiento de la planta, forma de las hojas, volumen y coloración del fruto; forma, tamaño, color y cualidades nutritivas de las semillas. Las flores del cacao son pequeñas y de color amarillo rojizo; cada flor esta provista de cinco pétalos, y cuando estos se marchitan y caen queda el embrión del fruto, que luego crece, convirtiéndose en una especie de baya carnosa en todo su espesor.
El grano del cacao es una semilla encerrada en el fruto propiamente dicho, que semeja un pepino. Al abrir uno de esos frutos aparecen acomodadas en la parte carnosa, blanda y blanquecina, treinta o cuarenta de esas semillas del cacao, que son lavadas, secadas y empleadas para su uso, el mejor de los cuales era el de preparar la bebida llamada chocolate. Los mexicanos cocían el cacao con agua y para endulzarlo le agregaban miel silvestre o jugo dulce de arce, aromatizándolo con un poco de vainilla; así lo tomaban las personas distinguidas, mientras que el pueblo sencillo le agregaba atole de maíz, para hacerlo más nutritivo.
EL MAÍZ
El 3 de noviembre de 1492, luego bajar a tierra en la isla Fernandina dos marinos del almirante Cristóbal Colón, regresaron a su nave con un puñado de maíz. En ese momento el viejo mundo empezaba a conocer el mágico cereal, dádiva de los dioses americanos y sustancia de hombres y pueblos, que habían formado todas las civilizaciones del nuevo continente, y habrían de ayudar, en los sucesivo, a conservar las viejas civilizaciones orientales y europeas. Más tarde, al tratar del tercer viaje de Colón, Martín Fernández de Navarrete transcribe lo siguiente: «… hicieron traer pan y de muchas maneras de frutas e vino… mas no uvas… y así mismo debe ser dello de maíz, que es una espiga como una mazorca que llevé yo allá, y hay ya mucho en Castilla… «; lo que demuestra que el maíz llegó muy pronto a España y se aclimató de inmediato.
En la » Vida del Almirante Colón » escrita por su hijo don Hernando, aparece el siguiente párrafo: «… y que había muchas simientes… y de otro grano, como panijo, llamado por ellos maíz, que es de buenísimo sabor, cocido o tostado, o molido en puches… «, así conocieron y admiraron los españoles al maíz, con el nombre haitiano que lo designa en las islas del Caribe: mahís o mahys, que el Linneo adopto para designar científicamente a la planta como Zea maíz o » causa de la vida», pero el maíz es originario de México, de las Huastecas como veremos luego.
Originalmente los huastecos llamaron al maíz tzis, derivado del nombre de la hormiga que según sus leyendas, descubrió al grano y lo llevó a los dioses: itizis. De ese primitivo nombre huasteco tomaron los Aztecas el que a su vez le dieron, de izis zintzintle, con que a veces se denomina al maíz en los antiguos códices y ella nuestro vocablo costumbrista » achichincle», con que se designa al incondicional que se pega a otro » como en la mazorca » los granos del maíz.
Los antiguos Toltecas, que debían haber encontrado al maíz silvestre en Tamoanchán, donde lo domesticaron y cultivaron, lo llamaron puxpuch, adoptando una vieja voz maya que lo designaba. Pero los huastecos, descendientes directos de los antiguos Olmecas y en parte de Mayas y Toltecas, fueron en realidad los que domesticaron al maíz y lo llevaron por primera vez, llamándolo to-nacayo, que significa » nuestra carne, porque su leyenda decía que el hombre había sido hecho de maíz por los dioses.
Parece ser que el maíz apareció sobre la tierra, en México, hace unos 16 mil años, llegando a constituir uno de los tres grandes alimentos del mundo: el trigo del Mediterráneo, que invade primero a Europa, Asia y África y que, transportado a América después del descubrimiento, es llevado por el europeo y el americano en sus viajes de exploración y conquista a Oceanía y al Asia oriental, cerrando el círculo de su difusión; el arroz de China, que conquista al mundo asiático oriental e invade las islas de Oceanía, y que, después del descubrimiento de América y del contacto de europeos y asiáticos a través del nuevo continente, llega a América y Europa y se difunde por ellas, hasta alcanzar a Asía nuevamente y cerrar el círculo otra vez de la difusión de esta gramínea.
Y, por último, el maíz de México, que cultivado primeramente en la región de las huastecas, se difunde hacia el sur y el norte del continente americano, hasta que su descubrimiento por los hombres blancos de Europa lo lleva a ese continente viejo, y de allí a Asia y África, esparciéndose su uso por todo el mundo, para retornar a América.
A México, le tocó en el siglo XVI, ser el corredor a través del cual se difundieron en América y el resto del mundo los tres granos alimenticios, los tres panes máximos del hombre, que dieron las colosales civilizaciones del trigo, el arroz y el maíz, siendo esta última la nuestra mexicana.
EL CHOCOLATE
Hernán Cortés, que conoció tal bebida y supo de su poder fortaleciente, apreció el xocoatl Azteca como un aliado militar, estimando según escribió al emperador Carlos V, que bastaba una taza de esa bebida indígena para sostener las fuerzas de un soldado durante todo un día de marcha. Por ello los españoles remitieron a su patria el cacao mexicano desde principios del siglo XVI, en que llegaron a México, por considerarlo un preciado don. Cortés le envió al emperador Carlos V, en 1528, ya en gran cantidad, y se empezó a usar como bebida medicinal, fortificante, sólo por los nobles de la corte, ya que era escaso y caro.
Por considerarse que alentaba demasiado las fuerzas de la vida, el clero católico le puso particular resistencia; pero tanto su aficionó la gente noble a tomar esa bebida a la que se le agregó azúcar y algún otro sabor, como el de la canela, que el uso del chocolate se popularizó bien pronto. De España pasó a Francia el cacao, como obsequio al Rey, y de allí a la Corte Austriaca, donde la emperatriz María Teresa puso de moda el chocolate. Sin embargo, durante mucho tiempo el mundo no podía comprar fácilmente el cacao mexicano, debido a que España prohibió su exportación; hasta que en 1728 el rey Felipe V, vendió a una compañía extranjera el derecho de traficar con el producto, siendo entonces cuando el cacao se difundió rápidamente por todos los países europeos.
En cuanto a la aclimatación de la planta de cacao, se logró fuera de México primero en las Filipinas, después en las Antillas, luego en Sudamérica y en las islas de la Sonda, y posteriormente pasó a los países africanos. En las Filipinas se introdujo en 16, cuando el piloto Pedro Bravo consiguió una semillas en Acapulco y las dio a un hermano suyo a quien se las robó un indio en Lima, que fue a radicar a Manila, las escondió, la sembró y las cultivo con esmero, precediendo de esas primeras plantas la riqueza cacaotera de Filipinas. Sin embargo, todavía hasta el año de 1900, la mayor parte del cacao que llegaba a Europa procedía de México, centro y Sudamérica; pero ya antes de la primera guerra mundial, el país que surtía al mundo en mayor escala era Brasil.
Terminada esa guerra, Sudamérica vio alzarse ante ella a un gran competidor: África, pues españoles y portugueses venían cultivando cacao de hacia casi un siglo en las islas de Santo Tomás y Fernando Poo, extendiéndose más tarde su cultivo a las riberas de los ríos de Guinea. En los últimos decenios del siglo pasado, algunos misioneros empezaron a plantar el cacao en la colonia británica de la costa de oro; en Nigeria se desarrolló también rápidamente, aunque a un ritmo menos acelerado. En el Camerún, los misioneros organizaron también las primeras plantaciones; y en la actualidad, los países que más cacao producen en el mundo son: Brasil, la República Dominicana, Venezuela y México.
Es cacao y el chocolate son plantas y bebidas de origen maya, aunque sus nombres indígenas: cacahuatl. A causa de su contacto con los mayas, los Aztecas o mexicanos adoptaron el cacao, como alimento y moneda. La palabra maya, con que se designaba al grano de » cacu «, derivada de la voz más antigua » cacahuaa «; en el actual maya se dice » chucua «. En tupi, lengua de los indios de la Guayana, se dice » cacau»; los amaaguas tribu india de Colombia y de Venezuela, lo llaman » acao » y «coaca «, los canamaris, indios del departamento de Loreto, del Perú.
EL GUAJOLOTE
El principal ingrediente del Mole poblano, con chile, es el Guajolote o pavo, de blanda y sabrosa carne y de gran tamaño. Es, sin duda alguna, uno de los mejores regalos de México al mundo, y su primer encuentro con gentes del viejo mundo se efectuó en 1517, cuando Francisco Fernández de Córdoba llegó a la costa septentrional de Yucatán, en donde vio un número extraordinario de esas gallináceas. Eran semejantes a los que más tarde encontró Grijalva en otra región, más al oriente de la antes citada, y los que aún después vio Cortés al desembarcar en Veracruz. En una de sus cartas al emperador Carlos V, refiere que millares de ellos se crían en el Palacio de Moctezuma.
La primera descripción del pavo, según Gutiérre Tibón, fue hecha por Oviedo en 1537, en su » sumario de la historia natural de las Indias «, ya más o menos en esa época se introdujo el guajolote en Europa, en donde se aclimató perfectamente. En Francia aparece como ave de corral durante el reinado de Francisco I: el mismo rey la comía delante de sus súbditos, ofreciéndoles trozos de él para que lo probasen y comprobasen su sabrosura. Como a todos gustaba, el pavo se popularizó bien pronto; pero todavía en 1557 era muy raro y costoso en Europa, al grado de que el Consejo de Venecia decretó en cuales mesas podía servirse con dispendio.
Los españoles llamaron al huaxolotl indígena pavo, por su semejanza con el pavón, ave grande, de la familia de las gallináceas. Los ingleses lo llamaron turkey por la misma razón que llamaron trigo turco al maíz, ya que en esa época todo lo raro se atribuía al Asia y sus países, especialmente Turquía, por donde llegaban las cosas asiáticas. En la misma España fue llamado trigo turco el maíz, y en Italia se le llamo el gran turco. El guajolote se popularizó, por fin, en todo el mundo, y fue criado en todas partes; pero todavía sigue siendo carne fina y cara, para los platillos escogidos y las ocasiones de fiesta, empleándose especialmente en Navidad, por la costumbre de que comerlo en tal fecha hicieron los países sajones, como un regalo de gran valía y cuantía.
Por las mismas razones expuestas ya, y porque a la América se le llamó en un principio las Indias, el guajolote fue llamado también » gallo de Indias «, en Francia e Italia, y » pollo de Caliut » (Calcuta, en la India), en los países nórdicos.
En algunas regiones de México se le llama también Pipila y cócono; en Sudamérica se le dice chumpipe. Existen todavía en algunas regiones mexicanas los guajolote silvestres, de mayor tamaño que los domésticos; pero su carne es igualmente sabrosa. Es de la familia de las gallinaceas, cuyo tipo es la gallina doméstica.
LOS TAMALES
Dice el padre Bernabé Cobo, de los antiguos tamales que hacían los indios mexicanos: » suelen hacer de la misma masa de maíz unos bollos que cuecen, unos en las brasas y otros en agua, envueltos en hojas de árboles o de otras plantas. Estos bollos son de muchas maneras, unas veces no tienen más que la masa de maíz, y éstos son de dos diferencias, unos gruesos, bastos, hechos sin curiosidad, como decimos acá pan de toda harina, que en la Nueva España, como la agente rústica y los maceguales y mitayos. Otros bollos pequeñitos, se hacen más regalados de la flor de la harina: son blancos y delicados, porque los hacen de maíz despepitado, que es habiéndole quitado, antes de molerlo, aquella rasilla que tiene con que ésta sido al elote. A esto han añadido los españoles amansarlos con azúcar, y se ponen por regalo en la mesa, lo cual se usa mucho en México, donde yo los comí algunas veces «.
No obstante lo dicho por el padre Cobo, todos esos que el llama bollos eran tamales, lo mismo los que llevan carne y que los blancos, con la sola masa del maíz y todos se envolvían en hojas de maíz, para cocerlos al vapor, como antes dijimos en la vaporera. La masa de los tamales debía molerse más fina que la de las tortillas, y se mezcla con grasas para darle suavidad. Fueron posiblemente los españoles los que idearon hacer tamales más grandes y envolverlos en hojas de plátano, como dice el padre Cobo que se hacía en Lima y ahora se estila en el sur de México; porque el plátano fue una planta importada a América.
La masa del tamal es nixtamal molido y amasado con parte del caldo de las carnes que habrán de ponerse dentro del «chopito » o » testalito » de masa que ha de formar el tamal, más la manteca y la sal requeridos y el chile indispensable. Y así hechos, según el doctor Ramos Espinosa, » son marfil hecho suavidad «. Dicen los conocedores que conocido el tamal en el » pib » como la barbacoa mexicana, » retiene de la tierra leve sabor maravilloso «. Un tamal suigéneris es el » muchilpollo » yucateco, envuelto » en hojas de plátano, con reflejos de moare de seda «. Esas hojas guardan delicioso guisado de cerdo y de pollo, finamente picado y adornado con trocitos de jitomate y ramas de «epozote». Sus condimentos son ajo asado, cominos, orégano, pimienta de Castilla y de Cayena, todo molido en el metate y bajado con jugo de naranja agria. Es el tamal más elaborado que existe.
EL ATOLE
Al pan del maíz, que es la tortilla, se acompaña la bebida del maíz, que es el » atole «, y el plato fuerte del maíz, que son los » tamales «. Atole es palabra nahua que suena así, y no como atol o atolli, según otros quieren, y denota la bebida hecha con masa de maíz desleída en agua, hirviéndola hasta que adquiere el espesor debido. El más que toman es el atole blanco, sin sabor alguno, aunque se puede tomar acompañado de trocitos de piloncillo; pero hay otros atoles de sabores, dulces de piloncillo y canela, o azucarados y con sabores de frutas. Los antiguos mexicanos no tomaban otro atole que el blanco o sólo, pues los demás son invenciones más o menos modernas. Clásicos son ahora el » champurrado» o atole dulce y con chocolate, el de piloncillo con leche y canela, el de fresa u otros sabores frutales, del de pinole o maíz tostado y molido, el de maicena o de fécula de maíz, el agrio chiapaneco y aun el «chileatole» que lleva chile y queso, para desconcertar al más enterado.
DIOSES AZTECAS:
Anahuac: Dios de los muertos
Camaxtli: Esta deidad era el dios de la guerra de los tlascalanas, que estaban constantemente en oposición a los aztecas de Méjico. Él fue para los guerreros de Tlascala prácticamente lo que Huitzilopochtli para los de Méjico. Estaba estrechamente identificado con Mixcoatl y con el dios de la estrella de la mañana, cuyos colores se veían en su cara y cuerno. Pero con toda probabilidad Camaxtli era un dios de la caza, que en los últimos tiempos fue adoptado como dios de la guerra debido a que poseía el dardo del relámpago, símbolo de la destreza guerrera divina. En la mitología de Norteamérica encontramos dioses de la caza semejantes, quienes, a veces, se convenían en dioses de la guerra por una razón parecida, y luego en dioses de la caza, que tienen toda la apariencia y los atributos de las criaturas cazadas.
Centeotl: Es un grupo especial de Dioses que presidía la agricultura, personificaba cada uno de ellos a uno u otro de los aspectos de la planta del maíz. La diosa principal del Maíz era Chicomecohuatl (siete serpientes), cuyo nombre aludía al poder fertilizante del agua, elemento que los Aztecas simbolizaban por medio de la serpiente. Lo mismo que Xilonen, ella representaba el xilote o mazorca verde.
Chalchiuhtlicue: Nombre con que se conoce a la diosa del agua de los Náhualt y compartía su poder con su esposo Tláloc; ambos fueron creados por los cuatro Tezcatlipocas, hijos de la divinidad dual suprema. Su más célebre representación fue hallada en la Plaza de la Luna de Teotihuacán.
Era representada a menudo con la pequeña imagen de una rana. Su vestimenta era peculiar e interezante. Alrededor del cuello llevaba un magnífico collar de piedras preciosas, de las que colgaba un pendiente de oro.
El nombre significa señora del manto esmeralda, en alusión al color del elemento sobre el que presidía la diosa. Era venerada especialmente por los aguadores de Méjico y todos aquellos cuyo trabajo les tenía en contacto con el agua. Su vestimenta era peculiar e interesante. Alrededor del cuello llevaba un magnifico collar de piedras preciosas, de las que colgaba un pendiente de oro. Era coronada con una diadema de papel azul decorada con plumas verdes. Las cejas eran de turquesa, dispuestas como un mosaico, y su vestido era de un nebuloso color verde azulado, que recordaba el color del agua de los mares de los trópicos. Su apariencia se resaltaba con una aureola de flores marinas o plantas acuáticas y en la mano izquierda también llevaba una, mientras que en la derecha llevaba un jarrón con una cruz en la parte superior, emblema de los cuatro puntos de la brújula, de donde viene la lluvia.
Chicomecohuatl (Centeotl): Es un grupo especial de Dioses que presidía la agricultura, personificaba cada uno de ellos a uno u otro de los aspectos de la planta del maíz. La diosa principal del Maíz era Chicomecohuatl (siete serpientes), cuyo nombre aludía al poder fertilizante del agua, elemento que los Aztecas simbolizaban por medio de la serpiente. Lo mismo que Xilonen, ella representaba el xilote o mazorca verde.
El Dios del Fuego:
Era conocido en México con vario nombres, entre ellos:
* Tata (Nuestro Padre).
* Huehueteotl (el Mayor de los Dioses)
* Xiuhtecutli (El señor del Año). Está representado con el color del fuego, con la cara negra, un tocado de plumas verdes y a la espalda una serpiente que representa la naturaleza serpeante del fuego.
Huitzilopochtli: Dios de la guerra y las tempestades en la mitología azteca. Su origen es oscuro, pero el mito referido a él es diferente en originalidad y carácter:
Cuenta cómo bajo la sombra de la montaña de Coatepec, cerca de la ciudad Tolteca de Tollan, habitaba una piadosa viuda llamada Coatlicue, la madre de la tribu de indios llamada Centzonuitznaua, y que tenía una hija de nombre Coyolxsauhqui; la madre diariamente subía a una pequeña colina con la intención de ofrecer oraciones a los dioses con un espíritu penitente de piedad. Un día mientras rezaba, sorprendió una bolita brillántemente coloreada con plumas cayéndole encima. Le gustó la brillante variedad de colores y se la metió en el seno, con la intención de ofrecérselo al dios Sol. Algún tiempo después se dio cuenta de que iba a tener otro hijo. Sus hijos, cuando lo oyeron, la insultaron incitados por su hermana Coyolxsauhqui a humillarla de todas las formas posibles.
Coatlicue vagó con miedo y ansiedad; pero el espíritu del aún no nacido bebé vino, le habló y le dió palabras de aliento tranquilizando su turbulento corazón. Sus hijos, sin embargo, decidieron borrar lo que consideraban un insulto para su raza matando a su madre, y acordaron asesinarla. Se vistieron con atuendos propios de los guerreros y se colocaron el pelo como para entrar en combate. Pero uno de ellos, Quauitlicac, se apiadó de ella y confesó la deslealtad de sus hermanos al nonato Huitzilopochtli, que le dijo: «Oh, hermano, escucha atentamente lo que te voy a decir. Estoy totalmente informado de lo que va a ocurrir.» Con la intención de asesinar a su madre, los indios fueron en su busca. A la cabeza iba la hermana Coyolxsauhqui. Iban armados hasta los dientes y llevaban un fardo de dardos con los que darían muerte a la desafortunada Coatlicue.
Quauitlicac trepó a la montaña para avisar a Huitzilopochtli de que sus hermanos se acercaban para matar a su madre.
«Dime exactamente dónde están», dijo el dios niño. «¿Hasta qué lugar han avanzado?»
«Hasta Tzompantitlan», Respondió Quauitlicac.
Más tarde volvió a preguntar Huitzilopochtli: «¿Dónde están ahora?»
«En Coaxalco» y aún una vez más pregiuntó donde se encontraban.
Después de un momento Quauitlicac informó a Huitzilopochtli que los Centzonuitznaua estaban bajo el liderazgo de Coyolxsauhqui. Cuando llegaron los enemigos, salió Huitzilopochtli blandiendo su escudo y una lanza de color azul. Él estaba pintado, tenía la cabeza tocada con un penacho y la pierna izquierda cubierta de plumas. Destrozó a Coyolxsauhqui con un destello de luz de serpiente y dio caza a los Centzonuitznaua, a los que persigió durante mucho rato. No intentaron defenderse. Muchos perecieron en las aguas del lago contiguo, adonde se habían lanzado en su desesperación. Todos murienron excepto unos pocos que se escaparon a un lugar llamado Uitzlampa, donde se rindieron a Huitzilopochtli y le entregaron sus armas.
El nombre Huitzilopochtli significa «Colibrí en la izquierda»
Ixtlilton: (El Negrito) era el dios mejicano de la medicina y la curación y por esto se le consideraba frecuentemente hermano de Macuilxochitl, el dios del bienestar y la buena suerte. Podemos concluir de la narración del aspecto general de su templo un edificio de tablones pintados que se había levantado partiendo de un tenderete primitivo o un albergue de un médico o hechicero. Contenía varias jarras de agua llamadas tlilatl (agua negra), cuyo contenido se administraba a los niños enfermos. Los padres de los niños que se beneficiaban del tratamiento ofrecían una fiesta a la deidad, cuyo ídolo se traía a la residencia del agradecido padre, donde se hacían bailes ceremoniales y oblaciones ante él. Se creía que entonces Ixtlilton bajaba al patio para abrir las jarras frescas de licor de pulque, que se habían preparado para la fiesta, y se acababa el entretenimiento con un examen que hacía el esculapio azteca de las jarras de pulque dedicadas a su servicio, que debían permanecer en el patio para su uso diario. Si estaban en unas condiciones sucias, se entendía que el propietario de la casa era un hombre de vida perniciosa, y el sacerdote lo presentaba con una máscara para esconderle la cara de las burlas de los amigos.
Izpuzteque
Macuilxochitl
Metztli
Mictlán
Mixcoatl
Nanahuatl
Nextepehua Omacatl
Ometecutli y Omeciuatl
Ometochtli
Opochtli
Quetzacoatl
Tepeyollotl
Tezcatlipoca
Tláloc
Tlazolteotl
Xilonen (Centeotl)
Xipetotec
Xochitonal
Xolotl
Vislipuzli (Huitzilopochtli)
Yacatecutli