François-Marie Arouet nace en Paris el año 1694. Fue el último de una familia de cinco hermanos. Su padre, François Arouet era un adinerado notario y su madre, Marie Marguerite d’Aumary miembro de una familia noble, la cual murió cuando él tenía solo siete años.
Sus estudios fueron realizados en el colegio jesuita Louis-le-Grand, durante los últimos años del reinado de Luis XIV, en donde aprendió latín y griego. En el colegio hizo amistad con los hermanos René-Louis y Marc-Pierre Anderson, futuros ministros del rey Luis XV.
Entre 1711 y 1713 Voltaire estudió derecho. Su padrino, el Abad de Châteauneuf, lo introdujo en la Sociedad del Temple y se imbuye en las veleidades de la parte mas liberal de la sociedad aristocrática francesa. Esta situación resulta impresentable para su padre, razón por la cual lo manda a Holanda. Sin embargo, allí se enamora de una joven protestante, lo que hace que su padre decida su regreso a París.
En 1713 obtuvo el cargo de secretario de la embajada francesa en La Haya, trabajo del cual fue expulsado debido a un romance con una refugiada francesa llamada Catherine Olympe Dunoyer. Durante esa época empezó a escribir su Edipo, basado en la tragedia griega del mismo nombre, que no se publicará hasta 1718.
A la muerte de Luis XIV en 1715, el Duque de Orleáns asumió la regencia y Francois escribió una sátira contra el mismo Duque, lo que le valió la reclusión por un año en la cárcel de la Bastilla, en el año 1717. Este tiempo de encierro lo aprovecho para estudiar literatura. Una vez liberado, fue desterrado a Châtenay, donde adoptó el seudónimo de Voltaire.
En 1718 su tragedia Edipo y en 1723 su epopeya, La Henriade, dedicada al rey Enrique IV, tuvieron un gran éxito. El impacto que causa en la aristocracia parisina la aparición de su Edipo es considerable, sin embargo, el estilo irónico y critico de Voltaire también concita las iras de algunos, como el caballero de Rohan que lo insulta públicamente y Voltaire le responde retándolo a un duelo. Se dice que de dos semanas a cinco meses estuvo Voltaire en La Bastilla, nuevamente, como consecuencia de su acción. Tras su liberación decide exilarse a Gran Bretaña, lugar en que permanece entre 1726 y 1729.
Se instaló en Londres y allí Voltaire recibió una influencia determinante en la orientación de su pensamiento. Durante este tiempo, aprovecha su estancia en Inglaterra para conocer a fondo la cultura y el sistema político inglés que admira y quiere transmitir a la sociedad francesa de su tiempo.
Regresa a Francia en el año 1729. En 1734 publica sus Cartas Filosóficas, en las que manifiesta su fe en el progreso artístico y científico como fórmula para lograr la felicidad humana. Vuelve a defender la tolerancia religiosa y la libertad ideológica, tomando como modelo la permisividad inglesa y acusando al cristianismo de ser la raíz de todo fanatismo dogmático. Este ataque a instituciones, tales como el gobierno y la iglesia y también a algunos de sus contemporáneos, provoca su persecución con la finalidad de encarcelarlo nuevamente.
En mayo se ordenó su detención, sin embargo, Voltaire se refugió en el castillo de Émilie de Breteuil, Marquesa de Châtelet, mujer con la que establecerá una larga relación amorosa y donde pasa los siguientes dieciséis años.
Este es un periodo de gran producción literaria, con la creación de poemas y otros escritos.
Hacia 1743, Voltaire busca el favor de la corte, lo que consigue con la publicación de su Poema de Fontenay, lo que le convierte en historiador oficial. En 1746 es elegido miembro de la Academia Francesa.
Tras la muerte de su protectora, la marquesa de Châtelet, decide aceptar una invitación de Federico II de Prusia y se dirige a Berlín en 1750. La amistad entre Voltaire y su protector es difícil y a los tres años se ve obligado a huir de Frankfurt donde se ha emitido orden de arresto contra él. Elige Ginebra como destino, ya que Francia se niega a aceptar su residencia.
En esta etapa de su vida, Voltaire disfruta de una posición acomodada que le permite adquirir dos residencias, un castillo cerca de Ginebra y una casa en Monrion. Durante este tiempo escribe su obra histórica más conocida, Ensayo sobre la historia general y las costumbres y el carácter de las naciones, que publica en 1756. También elabora el borrador de Cándido, que verá la luz en 1759.
Finalmente, en 1758 adquiere el señorío de Tournay y más tarde el de Ferney, donde pasará los siguientes veinte años. Se convierte en patriarca de este territorio, donde es visitado por numerosos personajes influyentes de toda Europa.
A esta época pertenecen sus obras Tratado sobre la tolerancia (1763) en el que defiende la figura de John Calais, víctima de la persecución religiosa y El ingenuo (1767).
En 1778 regresa a su París natal, donde recibe un apoteósico homenaje de sus admiradores y seguidores, falleciendo dos meses después, el 30 de mayo, a la edad de 84 años. En 1790, un año después de la Revolución, sus restos son trasladados al Panteón de personajes ilustres de esa ciudad.
La obra de Voltaire como reflejo de su pensamiento
Voltaire alcanzó la celebridad gracias a sus escritos literarios y sobre todo filosóficos.
Inspirado por el pensamiento del filósofo inglés John Locke, saca de su doctrina la línea directriz de su ideal moral: la labor del hombre es tomar en su mano su propio destino, mejorar su condición, embellecer su vida con la ciencia, la industria, las artes y por una buena política de las sociedades. Así la vida no sería posible sin una convención donde cada uno encuentra su parte. Voltaire cree en un sentimiento universal e innato de la justicia, que tiene que reflejarse en las leyes de todas las sociedades. La vida en común exige una convención, un «pacto social» para preservar el interés de cada uno.
Su forma práctica de ver el mundo relega a Dios. Sin embargo, Voltaire no es ateo, es deísta, es decir, acepta la existencia de un ser superior, pero no practica ninguna religión.
En la forma de ver el mundo de Voltaire, no existe la intervención divina en los asuntos humanos y por lo tanto, denuncia el providencialismo. En su cuento filosófico Cándido o el optimismo (1759) refleja estas ideas.
En Candido hace también una crítica al optimismo histórico, en el que critica sobre todo al filosofo alemán Gottfried Leibniz, que creía que todo lo que sucedía era con el fin de alcanzar el mejor de los objetivos. Esta crítica surge a raíz del terremoto de Lisboa (1755), con el que se demuestra que no vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Voltaire fue un ferviente opositor de la Iglesia católica, símbolo según él de la intolerancia y de la injusticia. Se convierte en un modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la pesadilla de los estratos religiosos.