En el caso de Napoleón, una vez coronado emperador, decidido a levantar y unificar a Francia implantó una serie de reformas políticas y administrativas, muchas de las cuales perduran en la actualidad, como son las garantías referentes a las libertades civiles (el Código Civil).
En su conquista de Europa, Napoleón también intentó modernizar las naciones en las que gobernó. En el plano militar, con su Grande Armée (el Gran Ejército), sentó las bases de la estrategia de guerra convencional moderna.
A costa de una cruel guerra civil, el presidente estadounidense Abraham Lincoln logró dos de sus objetivos: mantener a Estados Unidos como un solo país y librar a la nación de la esclavitud.
Marx, por su parte, marcó no sólo la historia del pensamiento filosófico europeo, sino también la historia política y social del mundo. Es así como sus ideas se configuraron en lo que fue la doctrina revolucionaria de los bolcheviques (1917), a la que adscribirían varias naciones europeas y otras del resto del mundo, cambiando el escenario global de las últimas décadas del siglo XX.