Desde el punto de vista de su origen geográfico, podemos localizar a este rojo alimento en la región andina, la cual se extiende desde el sur de Colombia al norte de Chile, en la zona de la Cordillera de los Andes. Pero al parecer fue en México donde se remonta su origen, quizás porque crecía como mala hierba entre los huertos. Durante el siglo XVI se consumían en México tomates de distintas formas, tamaños y colores, como rojos, amarillos y verdes.
El tomate viajó a Europa en el siglo XVI desde Tenochtitlan, capital del imperio azteca. Después de la conquista de los españoles se conocía como xitomatl, «fruto con ombligo» (de donde proviene el nombre actual en muchos estados de México, el jitomate). Por ese entonces, en tomate gano un lugar en la cocina europea, y servía como ingrediente de múltiples recetas en España e Italia.
En otros países europeos solo se utilizaba para uso farmacéutico y así se mantuvo en Alemania hasta comienzos del siglo XIX. Los españoles y portugueses difundieron el tomate a Oriente Medio y África, y de allí a otros países asiáticos. De Europa también llegó a Estados Unidos y Canadá.
Desde el punto de vista de la etimología u origen de la palabra, como muchas de las palabras terminadas en ate, tomate es una palabra náhuatl, es decir, una palabra de origen azteca. La correcta terminación y pronunciación de esta palabra sería atl.
Al igual que la palabra chocolate, o patata, la palabra tomate fue tomada por varios idiomas, ingles, francés, alemán, portugués, entre otros y la adaptaron a su idioma. En Italia rebautizaron el tomate como pomodoro es decir, pomo d´oro o manzana dorada.