Las diferentes fórmulas de expresión empleadas por hablantes de una misma lengua ayudan a predecir qué es lo que otra persona va a decir, una habilidad humana basada en la experiencia del lenguaje.
Por ejemplo, «los australianos y americanos tienen diferentes comportamientos predictivos que varían según sus propias variedades del inglés», indicó a Efe Joan Bresnan, coautora del estudio publicado hoy en la revista «Language».
Es muy común escuchar cómo alguien completa la frase iniciada por otra persona y acierta a decir exactamente lo que el hablante original pretendía expresar, no sólo en términos de contenido, sino también en la elección de la palabra.
Esa capacidad del ser humano se debe a la «probabilidad lingüística», una especie de cálculo o estimación que los hablantes hacen de manera inconsciente para averiguar cuál va a ser la siguiente frase de un emisor en base a su experiencia diaria del lenguaje.
Los diferentes patrones de habla que caracterizan a las variedades de la misma lengua permiten que los hablantes puedan predecir con más eficiencia la sintaxis que será empleada por otras personas de su misma comunidad, según el contexto.
Esto sugiere a los educadores dedicados a la enseñanza de lenguas extranjeras centrar sus esfuerzos en el aprendizaje de frases muy probables en las variedades más comunes de una lengua e insta a los publicistas a emplear ese factor de la «probabilidad lingüística» para que sus mensajes penetren más en una comunidad de hablantes.
El estudio
«La evidencia de las habilidades humanas para predecir el lenguaje ha ido acumulándose en los últimos diez años», según Bresnan, pero su estudio junto a Marilyn Ford, ambas de la universidad de Stanford (EEUU), profundiza en el entendimiento de la relación entre variación lingüística y cognición individual.
En su experimento, las investigadoras transcribieron diversas conversaciones telefónicas e interrumpían la historia narrada por uno de los interlocutores para que ésta fuera completada por los participantes, absolutamente ajenos a esas anécdotas.
Ante múltiples respuestas posibles, que incluían distintos verbos capaces de encajar con la historia, todos los participantes eligieron la frase que había empleado el hablante original.
Según Bresnan, «cuando leemos y escuchamos oraciones, la gente busca rápida y automáticamente en su mente las posibles continuaciones» gracias a las múltiples fuentes de información sobre el contexto y los términos mencionados previamente en esa u otras frases.