La prolongada guerra entre patriotas y realistas parecía no cesar, afectando severamente la economía chilena. En este contexto arribó a Chile James Hillary, comodoro inglés quien traía instrucciones del virrey del Perú para mediar en el conflicto.
Fue entonces cuando Francisco de la Lastra instruyó a Bernardo O’Higgins para que llegara a un acuerdo con Gaínza, resultado de lo cual se firmó el Tratado de Lircay, donde se reconocía la soberanía de Fernando VII, la manutención de las autoridades criollas en Chile y el retiro del bando realista del territorio nacional. Sin embargo, ninguno de los enemigos tenían intenciones de cumplir con lo acordado, sino recuperarse para continuar la lucha.
El Tratado de Lircay incluyó un artículo secreto según el cual José Miguel y Luis Carrera serían entregados al gobierno. Luego de ser liberados, los Carrera se dirigieron a Santiago, donde, apoyados por los exaltados, encabezaron un nuevo golpe militar. Esta acción tenía como fin derrocar a Francisco de la Lastra y designar una nueva Junta de Gobierno, dirigida por Carrera. La consecuencia de esta maniobra fue el enfrentamiento entre carreristas y o´higginistas en el combate de Las Acequias, el 26 de agosto, en el cual Luis Carrera derrotó a las fuerzas de O’Higgins. Este último, al enterarse de que el virrey del Perú había enviado refuerzos comandados por Mariano Osorio, se puso bajo las órdenes de Carrera, a objeto de detener el avance realista.
Osorio venía dirigiendo un ejército de cinco mil hombres, entre los cuales figuraba el famoso batallón español Talavera. Al amanecer del 1 de octubre, Mariano Osorio atacó al ejército patriota -cuyo contingente era de mil setecientos hombres- iniciándose una lucha desesperada. O’Higgins lidió una fuerte lucha, a pesar de la enorme diferencia entre ambos bandos, esperando que Carrera acudiera con nuevos refuerzos. Pero al ver Carrera que sus tropas eran escasas y faltas de instrucción, se retiró. O’Higgins mantuvo el combate, y cuando la defensa parecía insostenible, con solo trescientos hombres, reunió a sus soldados y arremetió contra los realistas, salvándose él y sus hombres de una muerte inminente. No obstante, la derrota de Rancagua significó el aniquilamiento de los patriotas, quienes debieron iniciar el camino del exilio hacia Mendoza.