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Se cree que las plantas derivaron de algunas algas ancestrales que se alojaban en las orillas de las lagunas. Desde ahí, comenzaron a desarrollar estructuras específicas que las fijaron al suelo.

Unas simples extensiones subterráneas originaron las raíces, posibilitando la absorción de agua y nutrientes disueltos en el suelo.
Tras este logro evolutivo, las plantas adquirieron tallos y hojas que les permitieron captar de manera eficiente la energía solar y el dióxido de carbono, necesarios para la fotosíntesis. Posteriormente, aparecería un nuevo componente en el tallo de las plantas ancestrales, conocido como lignina, que otorgaba rigidez y posibilidades de crecimiento y bifurcación a los tallos. Así, poco a poco, las plantas aumentaron de tamaño y los tallos comenzaron a desarrollar ramificaciones (ramas), favoreciendo la captación de luz por parte de las hojas. Otro hito fue el surgimiento de sistemas de conducción de agua y solutos, llamados sistemas vasculares.

La evolución de las plantas se prolongó durante un período de más de 600 millones de años. Las primeras fueron algas unicelulares que originaron las primeras plantas. El origen de los grupos superiores aún no está bien definido, ya que son muy pocos los fósiles encontrados que den cuenta de la situación evolutiva vivida por estos organismos durante millones de años atrás.

De lo que sí se tiene certeza es que la aparición y colonización de las plantas en la superficie terrestre influyó directamente en la reducción del dióxido de carbono presente en la atmósfera y, consecuentemente, facilitó el descenso de la temperatura media terrestre, posibilitando, además, el desarrollo de nuevos organismos vivos.

Principales grupos

En el Reino Plantae se reconocen tres grandes grupos: las plantas no vasculares, las vasculares sin semilla y las vasculares con semillas.

Las no vasculares son conocidas también como Briofitas. Este grupo está integrado por musgos, hepáticas y anthoceros. Ellas son consideradas como el registro más cercano existente hasta hoy de las primeras plantas que poblaron nuestro planeta. Por lo general, están perfectamente adaptadas para sobrevivir en hábitats permanente o estacionalmente húmedos, pudiendo absorber agua a través de toda la superficie de su cuerpo. Su tamaño es bastante reducido, los tejidos de conducción con frecuencia faltan completamente o no están bien diferenciados cuando están presentes; no existen raíces, hojas o tallos verdaderos.

Las plantas vasculares son aquellas que si cuentan con un sistema de transporte de sustancias. Se distinguen dos grandes grupos, diferenciados por su modo de reproducción: las que carecen de semillas y las que cuentan con semillas. Las primeras se originaron durante el Devónico (hace 416 millones de años) y, en la actualidad, están representadas comúnmente por los helechos. Se caracterizan por contar con tejidos bastante simples (en comparación a las plantas con semillas) y tallos verdes de gran superficie, que le otorgan una gran capacidad de realizar fotosíntesis.

Las plantas vasculares sin semillas se reproducen mediante esporas. Estas últimas se forman en órganos especiales conocidos como esporangios, los cuales se encuentran en hojas modificadas llamadas esporofilos.

Las plantas vasculares con semillas constituyen el grupo evolutivo más complejo del reino. Su forma de reproducción es considerada la más exitosa, ya que, al poseer una estructura especializada y segura para perpetuar la especie, la semilla cuenta con más ventajas en comparación a las demás agrupaciones del reino, siendo las plantas dominantes en la mayoría de los hábitats de nuestro planeta. A su vez, dentro de este grupo es posible identificar dos subgrupos: las gimnospermas y las angiospermas o plantas con flores, ambos diferenciados por la presencia o ausencia de una envoltura protectora para la semilla.

Importancia para la vida

En términos de conservación, para muchos es más relevante la protección de las especies animales antes que las vegetales. Sin embargo, esta es una concepción bastante errada, ya que las plantas constituyen la base de la vida en nuestro planeta y la supervivencia de todo organismo, incluyendo la nuestra, depende de su existencia.

Las plantas no sólo intervienen en algunos de los más importantes procesos ecosistémicos, como las transferencias de carbono, oxígeno y nitrógeno, sino que también están presentes en la primera línea de nutrición de los organismos vivos.

Todas las plantas verdes realizan un importante proceso llamado fotosíntesis, que consiste en transformar la energía solar en energía química. Este proceso se realiza en las células vegetales dentro de los cloroplastos y, en términos generales, ocurre de la siguiente manera: las hojas de las plantas tienen unos poros, llamados estomas, por donde penetran los gases de la atmósfera. Uno de estos gases es el dióxido de carbono (CO2), que dentro de las células de la planta se combina con el agua (H2O), forma carbohidratos y libera oxígeno (O2) que todos los seres vivos necesitamos. Una cadena de reacciones que posibilita la existencia de la gran mayoría de los seres vivos en el planeta.

Los seres humanos, además, otorgamos miles de usos a las plantas. Ellas constituyen una importante fuente de alimento, ya que, tanto hojas, como tallos, frutos, vainas, raíces y ramas son parte de nuestra dieta. Se estima que, aproximadamente, 7 mil especies han sido ocupadas por el hombre como fuente de nutrición.

Otro de sus usos tradicionales es la medicina. Casi un cuarto de los fármacos producidos actualmente, a nivel mundial, contienen principios activos provenientes de las plantas, y otro buen porcentaje posee compuestos que imitan a algunos encontrados de manera natural en estos organismos. Hasta el momento, importantes drogas para enfermedades como el cáncer o la leucemia derivan de las plantas y eso que solo se han investigado cerca del 15% de las especies conocidas, lo que entrega potenciales oportunidades para la medicina actual.

Las plantas, además, constituyen una importante fuente de fibras y combustible. El papel, las cuerdas y muchas de las telas que usamos a diario provienen de ellas, mientras que como combustible, la madera o el carbón de leña representa un importante material usado en algunos países.


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