Como hemos relatado, los primeros habitantes que ocuparon los territorios de Chile fueron cazadores, recolectores y pescadores, y por muchos milenios deambularon por diversos paisajes haciendo uso de sus conocimientos para subsistir. Como se explicó con la descripción de los períodos Paleoindio (correspondiente al Paleolítico europeo) y Arcaico (de desarrollo similar al Mesolítico europeo), que se diferencian por la sofisticación de sus instrumentos (armas y herramientas) y las características de la fauna y la flora (mega fauna o fauna actual).
Posteriormente volvieron a producirse cambios culturales y sociales muy importantes, debiendo los arqueólogos nominar a estos nuevos tiempos según las características que presentan los restos de los sitios estudiados. El nuevo período se ha denominado Neolítico (usando una expresión clásica de la prehistoria del Viejo Mundo), de las comunidades aldeanas o Agro-alfarero (1500 a.C.-1470 d.C.) . Este período cultural se caracteriza por la producción de alimentos (agricultura), el poblamiento habitacional aglutinado (aldeas), la presencia de tiestos alfareros, el uso de otras técnicas (diferentes tipos de textiles), y el comercio de productos.
Este gran período se divide en tres fases o sub-períodos: Temprano, Medio y Tardío. Las fechas que limitan estas fases no son exactas, ya que el desarrollo cultural de los pueblos tuvo ritmos distintos, pero nos aproximan a una cronología verosímil (próxima a la verdad).
La producción de alimentos, centrada en el maíz, zapallo, papa, poroto, quinoa, entre otros, permitió el crecimiento de la población. Esta se fue extendiendo, de norte a sur, por los valles y quebradas que tenían buenas tierras para el cultivo.
Los especialistas que estudian la prehistoria de Chile han nominado algunos de estos desarrollos sociales y económicos con términos específicos. Por ejemplo, en Arica se habla de la cultura Arica, en San Pedro de Atacama se conoce la cultura atacameña o San Pedro, en La Serena están las culturas El Molle y Diaguita, en Chile central El Bato, Llolleo y Aconcagua, y al sur del río Bío-Bío las culturas Pitrén y El Vergel.
Se habla de -culturas- porque cuando los aldeanos ocupaban un territorio determinado no solo lo explotaban, sino que con sus instrumentos, herramientas, tecnologías, todo su acervo o costumbres culturales (casa, corrales, vestimentas, adornos, utensilios de comida y bebida, cerámicas), más todas sus creencias y tradiciones, organizaron un estilo de vida propio.
Las culturas citadas son estudiadas según los restos que se conservan a través del tiempo en esas regiones.
Culturas nortinas
Las culturas más antiguas agro-alfareras o neolíticas en el norte de Chile constituyen el período Temprano (1500 a.C. – 300 o 200 a.C.). En Arica, algunos estudiosos hablan de la fase Alto-Ramírez como el aglutinador de los comienzos de la vida aldeana agrícola. Otros mencionan la fase El Morro, la fase Azapa como ejemplos de este período temprano.
En San Pedro de Atacama los arqueólogos han organizado una cultura que tiene tres fases: temprana, media y tardía, que floreció desde el 500 a.C., aproximadamente, hasta la llegada de los españoles (1540 d. C.)
En general en el norte de Chile, especialmente en la I y II Región, la influencia de la gran civilización Tiahuanaco (Bolivia) ha sido fundamental para confeccionar cronologías y períodos culturales. La difusión de los objetos Tiahuanaco y de sus ideas está bien fechada entre el 500 d.C. y el 1000 d.C. Esto significa que influenció tanto el período Medio de las culturas de Arica como de la cultura atacameña.
Más al sur, la cultura El Molle, que se extendió desde Copiapó (III Región) hasta el río Choapa (IV Región), es un buen ejemplo de una cultura temprana. Situada entre el 200 a.C. y el 700 d.C. cubre la parte final del Temprano y parte del período Medio, si usamos las fechas de Arica y San Pedro de Atacama.
No debe extrañar que las fechas que hemos dado para las fases agro-alfareras varíen según la culturas y las zonas ocupadas por cada una de ellas. No son fechas exactas, ni tampoco el desarrollo cultural tan uniforme como algunos creen. Por ejemplo, si fuéramos rigurosos, El Molle debería terminar a comienzos de la era cristiana, siguiendo las fechas de Arica; pero no ocurre así. El Molle, con sus artefactos tempranos continúa en el tiempo, y cuando desaparece (700 d.C), termina también el período Temprano.
En la IV Región, la cultura llamada Las Animas (800 – 1200 d.C.) caracterizaría el período Medio, y la cultura Diaguita (1000-1536 d.C.) ejemplificaría al período Tardío.
En Chile central
En la zona central hemos mencionado dos culturas, El Bato y Llolleo, que caracterizaron al período Temprano, coincidiendo sus fechas con las de la cultura Molle (200 a.C. y el 700 d.C.). Surgieron a fines del último milenio anterior a la era cristiana, hasta el 700/800 d.C.
No formaron pueblos; sus habitaciones no estaban aglutinadas. Sus tiestos alfareros y otros artefactos, como pipas y tembetás (adornos labiales de cerámica o piedra), pueden relacionarse no solo con El Molle, sino también con la cultura Pitrén, al sur del río Bío-Bío (300 d.C.)
Estos agricultores de Chile central vivían entre los valles de los ríos Choapa (IV Región) y Cachapoal (VI Región), aunque manifestaciones de la cultura Llolleo han sido encontradas desde el río Illapel (también la IV Región, pero más al norte) al sur.
Además de los productos que cultivaban, complementaban su alimentación con la caza, recolección y pesca.
Hacia el 800/900 d.C. y hasta la llegada de la cultura inca se desarrolló la cultura Aconcagua, que le dio cierta homogeneidad cultural a los territorios situados entre los ríos Aconcagua (V Región) y Cachapoal (VI Región).
Entre otras características culturales se pueden mencionar los cementerios de túmulos (sobre los cuerpos enterrados construían monolitos de piedras), su alfarería denominada «Aconcagua Salmón» con el conocido motivo del trinacrio (figuras geométricas de color negro sobre un fondo de color anaranjado o salmón) y su economía agrícola.
Más al sur
Al sur del río Bío-Bío se han identificado dos culturas: Pitrén (300 -800 d.C.), que se desarrolló entre el río Biobío (VIII Región) y el lago Llanquihue (X Región) y El Vergel (1000 – 1500 d.C.), que se concentró entre los ríos Itata (VIII Región) y Toltén (IX Región).
En el caso de Pitrén, sus relaciones con las culturas de Chile central, llamadas formativas, son muy claras.
El Vergel, a su vez, representa una tradición cultural «Tardía» que fue contemporánea de la llegada de los españoles. Son conocidas sus urnas funerarias, su patrón de población dispersa -no formaban aldeas- y su economía principalmente agrícola.
Dentro de su tiempo se puede citar un estilo de cerámica llamada «Valdivia», que ha sido considerado por algunos arqueólogos como prehispano, y por otros como hispano.
En relación al extremo sur de Chile, debemos afirmar que no hay desarrollo agro-alfarero y, por lo tanto, durante todos los siglos y milenios que hemos caracterizado en el norte, centro y sur de Chile, en el extremo sur solo hubo grupos de pescadores, cazadores y recolectores. En uno de los sitios paleoindios, la Cueva Fell, en la XII Región, se encontraron instrumentos de puntas característicos, los llamados «cola de pescado» (por su forma).
En estas regiones extremas tanto los cazadores como los pescadores, hasta aproximadamente el séptimo milenio antes de la era Cristiana, se alimentaban de fauna y flora que ya no existe en el presente.